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N u s l e t e r  

24 hs

 


DEFINICIÓN

Qué quieren decir las palabras en otras palabras.


 

 R-   S-   T-    U A- B- C- D-      E- F- G- H- I-    J- K- L- M-    N- Ñ- O- P- Q-     V- W- X- Y- Z

 


R

RAJE: masc. coloq. Huida precipitada de un lugar. Usado más en la frase tomarse el raje.
J. Carnevale, Impostergable, 1971, 66: Si optó por un ladino raje siguiendo la ruta de Ricardo, y sin asomo de piedad para el que solitario se consume, [.,.] cabría intentar también una escapada fugaz en dirección al chalet.
 

DAR EL RAJE: frase coloquial. Despedir o expulsar a alguien.
O. Soriano, Cuarteles, 1983, 175: –No me haga eso, no –dijo y se me acercó, amenazante. –¿Qué quiere? ¿Qué le dé el raje? –dijo entre dientes. [2]

 

RASGARSE LAS VESTIDURAS: "Escandalizarse excesiva e hipócritamente por algo que otros hacen o dicen." Así define la Academia española el sentido actual de esta frase.. Pero en la Antigüedad el acto de rasgarse las vestiduras fue una manifestación de sincero dolor. Frente a una gran desgracia ocurrida a un ser querido, sus allegados y servidores se echaban ceniza en el pelo y se desgarraban la ropa. Tanto en los funerales judíos como en los griegos, los deudos hacían público de ese modo su desesperación. La costumbre es mencionada por Homero y se repite varias veces en la Biblia... [3]


RECOLECTOR DE RESIDUOS: Basurero.

                             "Su amigo el recolector,

                            el guardián de la limpieza,

                            para el año que ahora empieza

                            y para aquel que se va:

                            tenga un próspero Año Nuevo

                            y una feliz Navidad."

                                                                (Antonio Catto, Coplas del recolector, Colegiales, 1990.)[1]

 

RELATIVIZAR: Quitar importancia.

 

            Con sofismas el gordo sutil relativiza

            el flan y la empanada que engulle con la pizza.

 

(King Salomón, No milanesas, no mayonesas: flans, flans, flans, Tierra del Fuego, 1975.) [1]
 

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S

 

SABIDURÍA, s. Tipo de ignorancia que distingue al estudioso. [4]

SALAME: Verbo que se usa para indicar a una persona sonsa o medio pavota: "No te casés con mister tomorroW ques un salame..." (Chesterton, pájina 178). La aplicasión de salamE tiene que ser hecha con la mayor justesa posible, o sea de que no se le puede desir a un mosO estúpido: "A ver, che salame: traeme un sángüiche de salamE!", porquentonses se forma una redundansia que no tolera lacademiA de la lengua. [13]

SALSA GOLF: La denominación de esta salsa se atribuye al científico argentino y premio Nobel Federico Leloir (1906-1987), quien después de un match en el Golf Club de Mar del Plata tuvo la idea de matizar la monotonía de la mayonesa de sus langostinos añadiéndole ketchup. [3]

SER UN APRENDIZ DE BRUJO. Nunca faltan personas que se creen dotadas para ejercer artes que nunca han aprendido. Quien se mete sin ciencia ni experiencia en empresas que lo sobrepasan suele ser calificado de "aprendiz de brujo". La expresión se basa en un poema de Goethe así titulado y el tema fue retomado por Walt Disney en uno de los episodios de Fantasía (con el ratón Mickey como protagonista). El aprendiz de brujo cuenta la historia del joven ayudante de un hechicero a quien su amo antes de salir ordena barrer y baldear su laboratorio. No bien sale, el asistente consulta los libros de magia y logra que las escobas y los baldes se multipliquen y hagan el trabajo por él. En instantes queda concluída la limpieza. Pero el acarreo de agua continua sin cesar porque el aprendiz ignora la fórmula para detenerlo. Por fin regresa el mago, quien detiene la inundación y todo vuelve a la normalidad. La frase vales para todos aquellos que ponen en marcha obras cuyas consecuencias son incapaces de prevenir. En la política o en el arte, en el comercio o en la ciencia, ¿quién no ha tenido que sufrir alguna vez las temibles iniciativas de algún aprendiz de brujo? [3]

SINDUDAMENTE. Indicativo de cosa que ocurrirá con toda seguridá, sin ninguna duda: "Maniana saldrá el soL, sindudamente..." (Sartre) [13]

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T

TENER BUENA ONDA: La creencia de que existen personas con poderes psíquicos para actuar sobre el alma y el cuerpo de otras es tan antigua como la magia y la hechicería. En el siglo XVIII, con el descubrimiento de los fenómenos magnéticos, la idea tomó un tinte más o menos científico. Un personaje radicado en París, el austríaco Franz Mesmer, se hizo famoso al proclamar que de sus manos emanaba un fluído que él llamaba magnetismo animal, capaz de influír en el ánimo de sus pacientes y curarlos así de las dolencias más diversas. Con el tiempo ese magnetismo tan cierto como falso pasó al olvido. Pero al inventarse la radio se hizo corriente en el público la noción de que existen ondas que se propagan a cierta distancia. Eso reafirmó en muchos la convicción de que con nuestra mente emitimos ondas de energía que pueden actuar positiva o negativamente sobre quienes nos rodean. La era de Acuario y el lenguaje rockero adoptaron el término y lo pusieron de moda en frases como "estar en onda", "tener buena o mala onda" o "tirar ondas" (en el sentido de interferir en algún asunto con el pensamiento). [3]


TENER LA VACA ATADA:
En nuestro país, donde los animales se crían a campo abierto, resulta incongruente pensar en una vaca "estacionada". En esas condiciones sólo se trabaja cuando el tambero debe ordeñarla. Así quedó asociada la idea de algo, como es el caso de la leche, con las ventajas de contar con los medios y las condiciones para ello. El dicho, que nació en la época de nuestra mayor prosperidad agrícola, guarda también relación con una costumbre que ciertas familias practicaban en aquellos tiempos dorados. En su libro Manucho, el poeta y novelista Oscar Hermes Villordo, se refiere así a ella: "El viaje al Viejo Mundo resultaba obligatorio en la vida de las familias tradicionales, que hasta bien entrado el siglo se trasladaban con sus hijos a Francia (en algunos casos también con sus sirvientes y aun con la vaca para la leche de los chicos)". Esos traslados exigían tener el animal atado durante la travesía. Y, además de asegurar la alimentación infantil, configuraban un símbolo de alto prestigio. La frase ha quedado como signo de omnipotencia. Quien "tiene la vaca atada" está en mejor posición para ordeñar beneficios allí donde se encuentre y en el momento que se le antoje. [3]


TENER UN CORSO DE CONTRAMANO:
En Roma, cuyos carnavales fueron en la Antigüedad  tan famosos como hoy son los de Venecia o Río, se añadían a los festejos carreras de distinto tipo (corsa, en italiano) que dieron nombre al corso de hoy. En él se concentran ahora los disfrazados o "mascaritas", el desfile de carrozas, los juegos con agua o con flores, la andanada de serpentinas y de papel picado. Nada más natural que asociar entonces el corso con el barullo y la máxima confusión. En nuestro país poco sobrevive de esos festejos y únicamente en algunos barrios y en algunas ciudades como Corrientes conserva el corso los esplendores de antaño. Sin embargo, sigue vigente la frase que caracteriza los barullos del alma como un carnaval internalizado. Como un corso que nos sumerge en un desfile desordenado de antifaces y caretas, con ruido de matracas. Decir que "Fulano tiene un corso de contramano" es sostener que el aludido está fuera de la realidad, tratando de remontar una comparsa de problemas. [3]


TENTATIVO:
"Antes de abordar la calle Corrientes prodigaron funciones tentativas, en barriadas periféricas, con resultado negativo". (Porto, Trayectoria de un conjunto, en Historia del tango, IV.) [1]


TERMINAR: 
Acabar (que en otra época era de mal tono ante personas de sexo femenino).

"Termino de llegar." (Trilussa (h.), Declaraciones de un ciempiés.)

"¡Ay!, no sé qué tengo, doctor, yo nunca termino." (Declaraciones de más de una señorita.) [1]


TIEMPO: Tema eterno de conversación. Causa universal de todas las enfermedades. Quejarse siempre de él. [5]
 

TIPO: Muletilla de círculos exclusivos, que sirve para identificarse y que viste mucho. Podría traducirse por "como si dijéramos", "a eso de las". "Me tomo una aspirina, me pongo tipo bolsa de agua caliente y chau." "Te llamo tipo las nueve." [1]

 

TIRAR MANTECA AL TECHO. Durante la década de 1920 florecieron en Buenos Aires las patotas de los llamados pituco o niños bien, hombres jóvenes de la mejor sociedad que mataban su aburrimiento en los cabarets de moda. Al llegar la madrugada, después de haber consumido unas cuantas botellas de champán, la diversión favorita consistía en colocar los pancitos de manteca que habían sobrado de la cena en la punta de algún cubierto, que hacía las veces de catapulta. Desde entonces, "tirar manteca al techo" ha quedado en la conversación corriente como expresión de juerga, de despilfarro un poco loco, de pasarla bien a todo trapo. [3]


TRABAJADORES DEL VOLANTE:
Desde luego, colectiveros; también taximetreros y camioneros. "La medida de fuerza de los trabajadores del volante no me afecta." (Baltasar Rodríguez, En guerra contra propietarios e inquilinos, volumen 2 de Mi gruta es un reducto o Memorias del encargado, edición del autor, Buenos Aires, 1984). [1]


TRAGALIBROS:
com. p. us. traga, muy estudioso.
E. Anderson Imbert, Estrellas, 1979, 242: En los pasillos de una Facultad de Filosofía y Letras hay de todo: el loco, el genio, el tragalibros, el pedante, el energúmeno, el donjuán, el sonso, el tímido, el equivocado.
Gobello, 1991, p. 246; RHA, 1997, p. 149.
[2]

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U

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REFERENCIAS

[1]  Diccionario del argentino exquisito, de Bioy Casares.

[2]  Diccionario del habla de los argentinos, Academia Argentina de Letras, Buenos Aires, 2003.

[3]  Tres mil historias de palabras y frases que decimos a cada rato, Héctor Zimmerman, Aguilar, Buenos Aires, 1999.

[4]  Diccionario del diablo, Ambrose Bierce.

[5] Diccionario de lugares comunes, de Gustave Flaubert.

[6] Diccionario Argentino-Español (para españoles) de Alberto J. Miyara

[7] Manual obsoleto y bárbaro, Enrico Castañida, Editorial Guernica, Mar de las Pampas, 2003.

[8] Diccionario budista, de Shikku Saddhamanda, Distar Libros, Buenos Aires, 1978.

[9] Novísimo diccionario de la Lengua Castellana, 1911.

[10] No recuerda.

[11] El libro de Jorge*, Ed. Club del Libro, Montevideo, 1976. 

[12] SEGOVIA, Lisandro, Diccionario de argentinismos (1911)

 

[13] En el "vocabulariO" al final de Consejos para futuros gobernantes, de César Bruto (Carlos Warnes).

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