Ñ u s l e t e r
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barajado de divulgación literaria-
"En modo alguno veo
nada sucio en el deseo de ganar lo antes y lo más posible; siempre se me antojó
muy estúpido el pensamiento de cierto superficial moralista, que ante la
disculpa de alguno: "Mire usted, juegan poquito", repuso: "Tanto peor, porque
ganan menos". Como si la ganancia menuda y la gorda... no fueran lo mismo. Es
una cosa proporcional. Lo que para Rothschild es poco, para mí resulta mucho, y
en punto a pérdida y ganancia, la gente, no sólo en la ruleta, sino en todas
partes, no hace otra cosa que perder o ganar unos con otros. El que sea
censurable, en general, la pérdida y la ganancia es otra cuestión. Pero ahora no
se trata de eso."
Fiodor Dostoievski
"Mis siniestros
rivales dicen que me estoy valiendo de mi reputación como escritor para
conseguir interés por mis pinturas. Por supuesto que es así. En esta vida, el
mejor consejo es siempre utilizar las propias cartas lo mejor posible."
William S. Burroughs
La baraja
Salta el rey, y los bastos cerrados
lo acometen brutales. Los oros
van huyendo en la vasta llanura.
Y ha caído la sota funesta
junto al buen caballero. La parda
extensión se ilumina, destella
con el rojo de infancia, y el verde
memorable y veraz, y los hondos,
los soñados azules de infierno.
La batalla creciente deslumbra
en espadas, penachos, banderas
crepitantes o justas. Y vuelven,
y regresan los bastos, las copas
taciturnas, los oros veloces,
y derriban al rey. Han caído
con el rey el silencio y el polvo
en la mansa extensión de madera.
Juegos
-¡Ahora nosotros
somos buenos
y ustedes malos!
Y los niños,
desde la cima blanca
de la mañana,
todos,
buenos y malos,
se hunden en el fuego
purísimo
-ya
espléndidos
-gritando.
Eliseo Diego nace en 1920, en La Habana. Fue redactor en las revistas Clavileño, Orígenes y Unión. Asimismo, trabajó en el Depto. Juvenil de la Biblioteca Nacional José Martí. Publicó una buena cantidad de poemarios, entre ellos: En la calzada de Jesús del Monte, Por los extraños pueblos, El oscuro esplendor, Versiones, A través de mi espejo, Los días de tu vida e Inventario de asombros.
MULA:
-meter la mula. fr. fig. coloq. Engañar, estafar.
Prensa, 30.06.1978: Como siempre ha existido en el hombre cierta manía
por "meter la mula", se emplearon muchas mañas para acelerar o detener la caída
del agua y por una de esas tretas fue que Cicerón dispuso solamente de media
hora para hacer la defensa de Rabirius.
Selva, 1948, p.263; Teruggi, 1974, p.106; Santillán, 1976, p.483; Coluccio,
1979, p.133; Rojas, 1981, t. ll, p.286; Catinelli, 1985, p.121; Ávila, 1991,
p.381; Figueroa, 1991, p.200; Gobello, 1991, pp. 171, 176; Rodríguez, 1991,
p.198; Haensch, 1993, p.407.
Leído en Diccionario del habla de los argentinos, Academia Argentina de Letras, Buenos Aires, 2003.
La dama de pique
(fragmento)
(...)
-Y tú, ¿no has probado suerte? ¿No has jugado ni una sola
vez? Me asombra tu firmeza.
-¡Vaya con Hermann! -exclamó uno de los presentes, señalando
a un joven oficial de ingenieros-. ¡En su vida ha cogido un naipe en las manos,
jamás pronuncia una palabra malsonante y permanece con nosotros hasta las cinco
de la mañana observando nuestro juego!
-El juego me interesa mucho -repuso Hermann-; pero mi
situación no me permite sacrificar lo necesario con la esperanza de conseguir lo
superfluo.
-Hermann es calculador como buen alemán, y eso es todo
-observó Tomski-. Pero si existe alguna para mí incomprensible, ésa es mi
abuela, la condesa Ana Fedotovna.
-¿Qué? ¿Por qué motivo? -exclamaron los invitados.
-No puedo concebir -prosiguió Tomski- por qué mi abuela no
juega.
-¿Qué puede tener de extraño -objetó Narumov- que una anciana
de ochenta años no juegue?
-¿Es que no habéis oído nada acerca de ella?
-No, francamente, nada.
-¡Oh! Entonces escuchad: Debéis saber que hace unos sesenta
años mi abuela viajó a París, donde hizo sensación y estuvo muy de moda. La
gente corría tras ella para ver a la Venus moscovita. Richelieu le hacía la
corte, y mi abuela asegura que él estuvo a punto de suicidarse por su esquivez.
En aquellos tiempos las damas jugaban al faraón. Cierta vez, en Palacio, mi
abuela perdió, palabra, una suma considerable que le ganó el duque de Orleans.
Al llegar a casa, y mientras se despegaba los lunares postizos de la cara y se
desembarazaba del miriñaque, confesó a mi abuelo su pérdida y le ordenó pagarla.
Mi difunto abuelo, por lo que recuerdo, era una especie de intendente para mi
abuela. La temía más que al fuego. Sin embargo, al conocer tan terrible pérdida,
se encolerizó, empezó a echar cuentas y demostró a mi abuela que en medio año
habían despilfarrado medio millón, y que en las cercanías de París no tenían
fincas que vender, que esas fincas estaban en los alrededores de Moscú y de
Saratov, negándose rotundamente a pagar la deuda. Mi abuela le abofeteó y se
acostó sola para expresarle su enojo. Al día siguiente mandó llamar a su marido,
confiando en que el castigo conyugal hubiese surtido efecto. Pero le halló
inflexible. Por primera vez en su vida, condescendió a entrar con él en
explicaciones y en razonamientos; creyó poder convencerle, demostrándole
complaciente que hay deudas y deudas, y que existe una diferencia entre un
príncipe y un cochero. Mas no logró hacerlo entrar en razón y el abuelo se
mantenía indómito. Había dicho que no, y seguía en sus trece. La abuela no sabía
qué hacer. Conocía superficialmente a un sujeto notable. Habrán oído ustedes
mencionar al conde de St. Germain, del que tantas cosas estupendas se cuentan.
Ya saben que se hacía pasar por el judío errante, por el descubridor del elixir
de la vida y de la piedra filosofal, y otras muchas cosas más. Se mofaban de él
como de un charlantán, y Casanova asegura en sus Memorias que era un espía. Por
otra parte, y a pesar de su misterio, Saint Germain tenía una apariencia
distinguida y era hombre muy amable en sociedad. Desde entonces mi abuela le
tiene un cariño inmenso y se enfada si se habla de él sin el debido respeto.
Ella sabía que Saint Germain podía disponer de grandes sumas de dinero. Resolvió
acudir a él y le escribió una esquela, rogándole que fuese a verla
inmediatamente. El excéntrico personaje acudió, sin pérdida de tiempo, a la
llamada de mi abuelo, hallándola sumida en horrible desesperación. Le describió
con los más sombríos matices la barbarie de su esposo y, finalmente, le dijo que
depositaba toda su esperanza en su amistad y en su gentileza. Saint Germain
quedóse pensativo.
-Puedo prestarle a usted la cantidad que necesita -le
manifestó-, pero sé que no se sentirá tranquila mientras no me lo pague, y no
quisiera crearle nuevas inquietudes. Existe otro medio: puede tomarse el
desquite si juega de nuevo.
-Pero, amable conde -respondió mi abuela-, si le estoy
diciendo que carecemos absolutamente de dinero.
-Para eso no precisa dinero -replicó Saint Germain-. Tenga la
bondad de escucharme.
Y entonces le reveló un secreto, por el cual cada uno de
nosotros pagaría un precio muy elevado...
Los jóvenes jugadores redoblaron su atención. Tomski encendió
su pipa, tragó el humo y prosiguió:
-Aquella misma noche mi abuela se presentó en Versalles, au
jeu de la Reine. El duque de Orleans llevaba la banca. Mi abuela se disculpó
mansamente por no haber satisfecho su deuda, inventó una pequeña historia para
justificarse, y se sentó con el duque a jugar. Eligió tres cartas, colocándolas
una a continuación de la otra; con las tres ganó logrando un desquite completo.
-¡Cosas del azar! -opinó uno de los jóvenes.
-¡Eso es un cuento! -manifestó Hermann.
(...)
Aleksandr Sergeevich Pushkin, ruso, tuvo una vida breve (1799-1837) que
terminó con un tiro del amante de su esposa, cuando ambos se batieron a
duelo. Novelas:
Dubrovski (1833) y La hija del capitán (1836). Teatro: Boris
Godunov (1826). Poesía: Eugenio Oneguin (1823-1831), Ruslan y
Ludmila (18??). Su vida disipada le ocasionó problemas con la ley: fue
desterrado hasta que el zar Nicolás I lo eximió de toda culpa. Ah, y un libro de
cuentos de hadas.
"Todos me preguntan que blanco que soy y yo vivo de noche no me gusta el día". En Cuenca y Marcos Sastre (Paternal).
"Viva la huelga general". En Thames y 3 antes de Córdoba viniendo desde Corrientes (¿Villa Crespo?).
El ruso: -¿Voy?
El francés: -Venga. Si tenés para hacer, poné.
El alemán: -El que te jedi está más ciego...
El otro ruso: -¿Tenés tanto?
El alemán: -Las de la luna, cantá.
El otro ruso: -No dejá, que por la calle Pepirí
venía rengueando un cojo
con un parche en los dos ojos
y un clavel clavado ahí.
El francés: -¡Sinécdoque al resto! ¡Aliteración!
El alemán: -Paso y quiero.
El ruso: -No regales los porotos que ya están en las buenas.
El truco es mentir.
Juguemos por algo.
Taller Literario.
Encuentros semanales de lectura y escritura.
Croupiers: Fernando Aíta y Alejandro Güerri
Pida
fichas al 4896-0140
o al 4205-4284.
O en:
niusleter@niusleter.com.ar
SINÉCDOQUE: (derivado del griego synekdékhomai 'yo abarco conjuntamente') Comprensión. Es señalar una cosa o idea por uno de sus aspectos o relaciones de simultaneidad. Estas translaciones pueden, entre otras, ser: tomar la parte por el todo (cuidar la moneda por el dinero), o al revés (todo el mundo significando la mayoría);el continente por el contenido (nos tomamos unas copas), o al contrario (descorchemos un vino); el material por la cosa (un plomo en vez de una bala); la especie por el individuo (El 10 por Maradona), o a la inversa (es un Maradona por un 'fuera de serie'); el emblema por lo que representa (vienen los 'tiras' en referencia a la policía); lo abstracto por lo concreto (la juventud a cambio de los jóvenes).
ALITERACIÓN:
Repetición de un sonido o una serie de
sonidos, acústicamente semejantes, en una palabra o en un enunciado, usado
especialmente en el lenguaje poético.
"Tres tristes tigres"
"Veni, vidi, vici." (Julio Cesar)
"El ala aleve de su leve abanico" (Rubén Darío).
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Antología de
inéditos
#2:
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No
te hagas el sota: sos un As, Mariano Valcarce, Soporte Técnico.
Lola Pipkin, disculpános, tu nombre se nos chispoteó en el número anterior.
Gracias a vos también.
Diana Cegelnicki, por buscar preguntas y respuestas.
Justo Rodero e Hijos.
A todos los locos soñadores.
Mariano Valcarce, Soporte Técnico, recomienda "hacer primera".
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