Ñ u s l e t e r
-mensaje fotogénico de divulgación literaria-
#80
-güisquiiii-
Contacto:
niusleter@niusleter.com.ar
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http://niusleter.com.ar
"Si pudiera contarlo con palabras, no me sería necesario cargar con una cámara." Lewis Hine
"La necesidad de "acercar" las cosas espacial y humanamente es casi una obsesión hoy día, al igual que la tendencia a negar el carácter singular o efímero de un acontecimiento determinado mediante la reproducción fotográfica. Existe una compulsión cada vez más intensa a reproducir el objeto fotográficamente, en primer plano." Walter Benjamin
"Fotografío lo que no deseo pintar y pinto lo que no deseo fotografiar." Man Ray
"Estuve fotografiando nuestro inodoro, ese lustroso receptáculo esmaltado de belleza extraordinario. He aquí todas las curvas sensuales de la `divina figura humana´, pero sin las imperfecciones. Jamás llegaron los griegos a una culminación más significativa de su cultura, y de algún modo me recordó, con ese avance de contornos graduales y elegantes, a la Victoria de Samotracia." Edward Weston
"¡Pero una vez, largamente/ cualquier cosa que sea la negación de todo esto!". António Ramos Rosa
CUALQUIERA
| Rápida manera de hacer feliz a todo el mundo
|
DEFINICIÓN
Rápida manera de hacer feliz a todo el mundo
(...)
Hace un tiempo, a los 98 años de edad, murió mi abuela.
Poco antes de su fallecimiento le mostramos una fotografía suya, sacada un
cuarto de siglo antes. Sus pobres ojos no distinguían muy bien las cosas, y
lo único que preguntó fue: "¿Qué vestido tenía puesto?". Piénsese en esto.
Una anciana, en sus últimos días ya, con casi un siglo de edad, inválida,
fatigada, perdida la memoria hasta el punto de que ya no reconocía a sus
mismas hijas, pero interesada en saber qué vestido había usado un cuarto de
siglo antes. Yo estaba junto a su cama cuando hizo la pregunta, y me causó
una impresión que jamás se borrará.
Los hombres que leen estas líneas no pueden recordar los
trajes o camisas que usaban hace cinco años, ni tienen el menor deseo de
recordarlo. Pero las mujeres son distintas, y haríamos bien en recordarlo.
En las clases superiores de Francia se enseña a los niños a expresar su
admiración por los vestidos y sombreros de las mujeres, no una sino varias
veces en un rato. Y no han de equivocarse en esto cincuenta millones de
franceses.
(...)
Pedazo de capítulo tomado de Cómo ganar amigos e influir sobre las personas, Dale Carnegie, Editorial Sudamericana, Buenos Aires, 1967.
estar fuera de foco. frase figura coloquial. No percibir alguien con claridad las características de la situación en que se halla, desubicarse. Página/12, 06.06.1999: [el ministro] continúa fuera de foco cuando se trata de mirar el financiamiento a la educación.
Servido del Diccionario del habla de los argentinos, Academia Argentina de Letras, Buenos Aires, 2003.
Sobre la fotografía (fragmentos)
(...)
Coleccionar
fotografías es coleccionar el mundo. El cine y los programas de televisión
iluminan paredes, fluctúan y desaparecen; pero en el caso de las fotografías
fijas la imagen es también un objeto, liviano, barato de producir, fácil de
transportar, acumular, almacenar.
(...)
Fotografiar es apropiarse de lo fotografiado. Significa
establecer con el mundo una relación determinada que sabe a conocimiento, y
por lo tanto a poder. Se supone que una primera y hoy notoria caída en la
alienación, el hábito de abstraer el mundo en palabras impresas, engendró
ese excedente de energía fáustica y daño psíquico necesarios para construir
sociedades modernas, inorgánicas. Pero la imprenta parece una forma mucho
menos insidiosa de filtrar el mundo y convertirlo en objeto mental que las
imágenes fotográficas, las cuales suministran hoy la mayoría de los
conocimientos que la gente tiene sobre el aspecto del pasado y el alcance
del presente. Lo que se escribe sobre una persona o acontecimiento es
francamente una interpretación, al igual que las afirmaciones visuales
hechas a mano, tales como pinturas o dibujos. Las imágenes fotográficas no
parecen tanto afirmaciones sobre el mundo cuanto fragmentos que lo
constituyen, miniaturas de realidad que cualquiera puede hacer o adquirir.
Las fotografías, que juegan con la escala del mundo, son a
su vez reducidas, ampliadas, recortadas, retocadas, adulteradas, trucadas.
Envejecen, atacadas por las enfermedades habituales en los objetos de papel;
desaparecen; se vuelven valiosas, se compran y venden; se reproducen. Las
fotografías, que almacenan el mundo, parecen incitar al almacenamiento. Se
pegan en álbumes, se enmarcan y se ponen sobre mesas, se cuelgan de paredes,
se proyectan como diapositivas. Los diarios y revistas las destacan; los
policías las catalogan; los museos las exhiben; las editoriales las
compilan.
(...)
Las fotografías suministran evidencia. Algo que
conocemos de oídas pero de lo cual dudamos parece irrefutable cuando nos lo
muestran en una fotografía. En una versión de su utilidad, el registro de la
cámara incrimina. A partir del uso que les dio la policía de París en la
brutal redada de communards de junio de 1871, los estados modernos
esgrimieron la fotografía como una herramienta útil para la vigilancia y el
control de sus poblaciones cada vez más móviles. En otra versión de su
utilidad, el registro de la cámara justifica. Una fotografía se considera
prueba incontrovertible de que algo determinado sucedió. La imagen puede
distorsionar, pero siempre hay la presunción de que existe o existió algo
semejante a lo que está en la imagen.
(...)
Las imágenes que idealizan (como casi todas las
fotografías de modas y animales) no son menos agresivas que las que hacen
una virtud de la fealdad (como las fotografías de barrios bajos, las
naturalezas muertas de la clase más sórdida y los retratos de criminales).
Todo uso de la cámara implica una agresión. Esto es tan evidente en las
primeras épocas gloriosas de la fotografía, las décadas de 1840 y 1850, como
en las décadas sucesivas, cuando la tecnología posibilitó una difusión cada
vez más intensa de esa mentalidad que observa el mundo como un conjunto de
fotografías potenciales.
(...)
Recientemente la fotografía se ha transformado en una
diversión casi tan difundida como el sexo y el baile, lo cual significa que
la fotografía, como toda forma de arte masivo, no es practicada como arte
por la mayoría. Es primordialmente un rito social, una defensa contra la
ansiedad y un instrumento de poder.
La conmemoración de los hechos de los individuos en tanto
miembros de familias (así como de otros grupos) es el primer uso popular de
la fotografía. Durante no menos de un siglo, la fotografía de bodas ha
formado parte de la ceremonia tanto como las fórmulas verbales prescritas.
Las cámaras se integran a la vida familiar. De acuerdo con un estudio
sociológico realizado en Francia, casi todos los hogares tienen cámara, pero
existe el doble de probabilidades de que haya cámara en un hogar con niños
que en un hogar sin niños. No fotografiar a los hijos, especialmente cuando
son pequeños, es un signo de indiferencia parental, así como no posar para
la foto del bachillerato es un gesto de rebelión adolescente.
Mediante las fotografías cada familia construye una crónica
de sí misma, un conjunto de imágenes portátiles que atestigua la solidez de
sus lazos. Importa poco cuáles actividades se fotografían siempre y cuándo
las fotografías se tomen y aprecien. La fotografía se transforma en rito de
la vida familiar en el preciso momento en que la institución misma de la
familia, en los países industrializados de Europa y América, empieza a
someterse a una operación quirúrgica radical. A medida que esa unidad
claustrofóbica, el núcleo familiar, se distanciaba de un grupo familiar
mucho más vasto, la fotografía acudía para conmemorar y restablecer
simbólicamente la continuidad amenazada y la borrosa extensión de la vida
familiar. Esos rastros fantasmales, las fotografías, constituyen la
presencia vicaria de los parientes dispersos. El álbum fotográfico familiar
se compone generalmente de la familia en su sentido más amplio, y con
frecuencia es lo único que ha quedado de ella.
Si las fotografías permiten la posesión imaginaria de un
pasado irreal, también ayudan a tomar posesión de un espacio donde la gente
se siente insegura. Así, la fotografía se desarrolla en tandem con una de
las actividades más características: el turismo. Por primera vez en la
historia, grupos numerosos abandonan sus medios habituales por períodos
breves. Parece francamente antinatural viajar por placer sin llevar una
cámara. Las fotografías son la evidencia irrecusable de que se hizo la
excursión, se cumplió el programa, se gozó del viaje. Las fotografías
documentan secuencias de actividades realizadas en ausencia de la familia,
los amigos, los vecinos. Pero la dependencia de la cámara en cuanto aparato
que otorga realidad a las experiencias no disminuye cuando la gente viaja
más. El acto de fotografiar satisface las mismas necesidades para los
cosmopolitas que acumulan trofeos fotográficos de su excursión en barco por
el Nilo o sus catorce días en China que para los turistas de clase media que
sacan instantáneas de la Torre Eiffel o las Cataratas del Niágara.
Las fotografías, un modo de ratificar la experiencia,
también son un modo de rechazarla: al limitar la experiencia a una búsqueda
de lo fotogénico, al convertir la experiencia en una imagen, un souvenir.
El viaje se transforma en una estrategia para acumular fotografías. La
actividad misma de fotografiar es tranquilizadora, y atempera esa
desazón general que se suele agudizar con los viajes. La mayoría de los
turistas se sienten constreñidos a poner la cámara entre ellos y cualquier
cosa notable que encuentren. Al no saber cómo reaccionar, fotografían. Así
la experiencia cobra forma: alto, una fotografía, adelante. (...)
Susan Sontag nació en Estados Unidos en 1933. En los 60,
se constituyó en un referente ideológico de su generación con ensayos como
los de Contra la interpretación (1966). Ha permanecido copada a
través de títulos como Un viaje a Hanoi, El SIDA, la enfermedad y sus
metáforas, Bajo el signo de Saturno, ensayos ellos, relatos como Yo,
etcétera, y desde ya novelas, tal el caso de El benefactor
(1963), Estuche de muerte (1967), En América. Aparentemente al
querido Elvio Gandolfo se lo hizo en una plazoleta de la 9 de Julio (ver
Ñusleter #34).
La Biblioteca Nacional, en línea:
http://www.bibnal.edu.ar
¿Temor al papel en blanco? ¿Al cuarto oscuro? ¿A que se vele el rollo?
Revele sus negativos en:
Taller Literario. Encuentros semanales de lectura y escritura.
Martes, miércoles y jueves de marzo.
Fuera de foco: Fernando Aíta y Alejandro Güerri
Los encuentra en el
4896-0140 y en el
4205-4284.
O mándeles copias:
PASATIEMPOS | Títulos |
Titule estas fotografías (o bien, si no lo inspiran, escriba en una línea las suyas)
1- Un esquimal en puntitas de pie se ve tan alto como su iglú. Unos perros corren de fondo.
2- Un patio lleno de plantas en una tarde lluviosa.
3- Las manos de una mujer. Joven.
4- Una abeja aleteando en torno a un moscardón atrapado en una tela de araña.
Envíe sus títulos a: niusleter@niusleter.com.ar
Becarios Fulbright
¿Dónde era, en el Strand? Una muestra
de noticias varias, con fotografías.
Por alguna razón la vi.
Había una foto tomada ese año
de los Becarios Fulbright. Recién llegados
o ya aquí. O de algunos de ellos.
¿Estabas entre ellos tú? La fui mirando,
no demasiado aprisa, divagando
sobre a quienes podría llegar a conocer.
Recuerdo ese pensamiento. No
tu cara. Sin duda escudriñé especialmente
a las chicas. Acaso me percaté de ti.
Quizás te sopesé. Sin sentimientos.
Me di cuenta de tu pelo largo, ondulado y suelto.
El tupé a lo Veronica Lake. No te escondía.
Resaltaba lo rubio. Y tu sonrisita.
Tu exagerada sonrisa americana
ante las cámaras, los jueces, los amedrentados, los extraños...
Luego olvidé. Pero aún recuerdo
la foto: los Becarios Fulbright.
¿Con equipaje? Seguro que no.
¿Vendrían en equipo? Fui andando
con los pies cansados, con sol caliente y adoquines calientes.
¿Compré el melocotón entonces? Me acuerdo de eso.
En un puesto cerca de la Estación de Charing Cross.
Era el primer melocotón fresco que probaba.
Me costó darme cuenta de cuán delicioso era.
A mis veinticinco años estaba anonadado otra vez
ante mi ignorancia de las cosas más sencillas.
Cortometraje
No
fue hecho para hacer daño.
Fue hecho para recordar momentos felices
por personas aún demasiado jóvenes
como para haber aprendido qué es la memoria.
Ahora es un arma peligrosa, una bomba de relojería,
una suerte de bomba corporal, también a largo plazo.
Película solo. Unos cuantos fotogramas tuyos dando saltitos,
unos segundos. Tú con unos diez años. Saltitos y saltitos.
Un gris no muy claro, hecho de esfumado y bruma,
la cosa posee una fina mecha, o no tanto una mecha
como una longitud de onda unida a un detonador electrónico
para lo que yace en tu tumba en nuestro interior.
Y cómo dolería esa explosión
no es sólo una idea de horror sino un destello de sudor fino
sobre la superficie de la piel, la mentalización
para algo que ya ocurrió.
Ted Hughes nació en Yorkshire (Inglaterra) en 1937.
Publicó libros de poesía y prosa, como The Hawk in the Rain, Lupercal
y
Tales of Ovid. Su labor como poeta fue laureada por La Corona Británica
con la Orden del Mérito en 1998, año de su muerte. Su fama se debe también
al culebrón en que se convirtió su matrimonio con la poeta Sylvia Plath (ver
Ñusleter #3), a principios de los 60, cuando ésta se suicidó luego de
haberla, Hughes, por otra, abandonado. En homenaje a ella, escribió
Cartas de cumpleaños (de allí estos poemas).
"Con todo, hay que insistir en un hecho que ya se destacó más arriba: la letra no puede competir con la cámara como medio de representación de la naturaleza humana sometida a experiencias de violencia física." Enrique Luis Revol
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¿tns foto p mandar, MV, S T?
Fede Merea, además de por el libro.
Agustina Güerri, ¡felices 7!
Santiago, Julieta y Caterina Güerri.
Chevy Pérez, nos dejaste pensando.
El gran Juancho Ghigliani.
Daro Cánovas.
Marcelo López. Alberto Chamorro.
Diana Cegelnicki.
Alejandro Cegelnicki.
Ernesto Carro. Fabiana Pouso.
Gastón Tessoni.
Mariano Valcarce, Soporte Técnico, recomienda "desnudos".
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