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Ñ u s l e t e r
-mensaje
tridemencional de divulgaci¨®n literaria-
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Contacto: niusleter@niusleter.com.ar
P¨¢gina virtual: http://niusleter.com.ar
¡°Creo haber llegado a la imagen de s¨¦ptimo grado, a saber:
Imagen en un espejo de un rostro de mujer, reflejado en las aguas de un lago, tomada fotogr¨¢ficamente la imagen de las aguas del lago, trasuntada en un retrato de pintor a trav¨¦s de la imagen mental de ¨¦ste. Colgado en cuadro en una habitaci¨®n, es visto su reflejo en un espejo, y el protagonista, que en ese momento medita y vio esa imagen en ese espejo, evoca en actual imagen de la memoria la tenida en percepci¨®n del espejo.
Ese rostro pasa por cuatro reflejos inconscientes y dos sensibilidades. Dos espejos, las aguas y la c¨¢mara fotogr¨¢fica que reciben la impresi¨®n sin sentirla, pasan la imagen sin sentirlo, y dos mentes sinti¨¦ndolo. As¨ª igualmente sostengo que si esa imagen tiene siete inscripciones, una psiquis puede tener muchos mi-Cuerpos."
Macedonio Fern¨¢ndez
"Vivir no es otra cosa que arder en preguntas." Antonin Artaud
"La materia obedece a la fuerza de gravitaci¨®n porque es desvalida y mec¨¢nica. Y si usted gravita en forma parecida, si su cuerpo gravita sobre todo lo que usted encuentra o conoce, con seguridad hay algo en usted que no anda bien." David Herbert Lawrence
POEMAS | Estudio de dos peras
|
Trece modos de contemplar un mirlo
|
Wallace Stevens |
PASATIEMPOS
| Sopa de letras |
TALLER LITERARIO | Hora cero |
DEFINICIÓN
| Tener buena onda | Estar conectado |
SUSCRIPCIONES
PROSA | Al filo de la eternidad | Carl Sagan |
SOLUCIONES
AGRADECIMIENTOS
Estudio de dos peras
I
Oposculum pedagogum.
Las peras no son violones,
desnudos o botellas.
No se parecen a ninguna otra cosa.
II
Son formas amarillas
compuestas de curvas
comb¨¢ndose hacia la base.
Son toques rojos.
III
No son superficies planas
de curvados perfiles.
Son redondas,
ahusadas en el v¨¦rtice.
IV
Tal como est¨¢n modeladas
hay porciones de azul.
Una tiesa hoja seca cuelga
del v¨¢stago.
V
El amarillo resplandece,
brilla en distintos amarillos,
limones, verdes y naranjas
que florecen en la piel.
VI
Las sombras de las peras
son burbujas sobre el verde mantel.
Las peras no se ven
como el observador quiere.
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Trece modos de contemplar a un mirlo
I
Entre nevados montes
lo ¨²nico m¨®vil
era el ojo del mirlo.
II
Yo era de tres opiniones,
como un ¨¢rbol
sobre el que se posan tres mirlos.
III
Giraba el mirlo con los vientos otoñales.
Era su breve papel en la pantomima.
IV
Un hombre y una mujer
son uno.
Un hombre y una mujer y un mirlo
son uno.
V
Yo no s¨¦ qu¨¦ preferir,
si la belleza de las cadencias
o la belleza de las alusiones,
el silbido del mirlo
o lo que sigue.
VI
Los car¨¢mbanos cubr¨ªan la amplia ventana
de cristales b¨¢rbaros.
La sombra del mirlo
la atravesaba, de un lado a otro.
El estado de ¨¢nimo
traz¨® en la sombra
un motivo indescifrable.
VII
Oh tenues hombres de Haddam,
¿por qu¨¦ imagin¨¢is a p¨¢jaros dorados?
¿No v¨¦is c¨®mo el mirlo
anda entre los pies
de las mujeres que os rodean?
VIII
Yo s¨¦ de nobles acentos,
y l¨²cidos, inevitables ritmos;
pero s¨¦, tambi¨¦n,
que el mirlo est¨¢ implicado
en lo que s¨¦.
IX
Cuando el mirlo se perdi¨® de vista
señal¨® los l¨ªmites
de uno de los muchos c¨ªrculos.
X
A la vista de los mirlos
volando en una luz verde,
aun los alcahuetes de la eufon¨ªa
gritar¨ªan apasionadamente.
XI
Viaj¨® por Connecticut
en un coche de cristal.
Una vez el miedo lo traspas¨®,
al confundir la sombra de su equipaje
con mirlos.
XII
El r¨ªo se mueve.
El mirlo debe estar volando.
XIII
La tarde entera fue ocaso.
Nevaba
y segu¨ªa nevando.
El mirlo se posaba
en las ramas del cedro.
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Wallace Stevens, norteamericano que, entre 1897 y 1955, abandon¨® el periodismo y fue abogado de primera l¨ªnea en su pa¨ªs y dej¨® una buena cantidad de versos en Carnet de voyage, Harmonium, Ideas de orden, Las auroras otoñales, El hombre de la guitarra azul, Partes de un mundo, por nombrar algunos, e hizo adem¨¢s de ensayos sobre poes¨ªa y pintura, realidad e imaginaci¨®n, una obra de teatro, Tres viajeros miran el amanecer.
SOPA DE LETRAS (picante)
H I P
O C R I T A Z *
E P U T A M A D R E
A
N E T M O N G U I M
D
O L A P I J A & S
P U
G O ! B L E R D O
L H
A T R O L O R ª
Ç E C
C U L E A D A D $ A
N
º D E G E N E R A
D O
C O N C H A T U Y A C
Encuentre de arriba hacia abajo (o viceversa) y de derecha a izquierda (o en sentido contrario) los 14 insultos (guarda: hay malas palabras, una en diagonal). Forme (si le quedan ganas) nuevos insultos con las letras restantes.
Env¨ªe soluciones a: niusleter@niusleter.com.ar
Los niños yac¨ªan tiernamente dormidos cuando la habitaci¨®n se desprendi¨®
de la casa y comenz¨® su ascenso. Casas, postes de luz, sem¨¢foros, ¨¢rboles, se
hubieran visto diminutos de haber despertado los niños antes de que la
habitaci¨®n desprendida llegara a los confines del cielo y traspasara las nubes,
ganando la atm¨®sfera. Fue la menor de los dos quien se levant¨® primero y,
tironeando a su primito del brazo, dijo: "Vamos a tomar el desayuno".
El niño sobresaltado, con una expresi¨®n grave en los ojos, musit¨®:
-¿Qu¨¦ hora
son?
Taller Literario. Encuentros semanales de
escritura y lectura.
Referean: Fernando A¨ªta y Alejandro G¨¹erri
Para mayores
datos, discar 4896-0140 o 4205-4284.
O escribir a:
Tener buena onda: La creencia de que existen personas con poderes ps¨ªquicos para actuar sobre el alma y el cuerpo de otras es tan antigua como la magia y la hechicer¨ªa. En el siglo XVIII, con el descubrimiento de los fen¨®menos magn¨¦ticos, la idea tom¨® un tinte m¨¢s o menos cient¨ªfico. Un personaje radicado en Par¨ªs, el austr¨ªaco Franz Mesmer, se hizo famoso al proclamar que de sus manos emanaba un flu¨ªdo que ¨¦l llamaba magnetismo animal, capaz de influ¨ªr en el ¨¢nimo de sus pacientes y curarlos as¨ª de las dolencias m¨¢s diversas. Con el tiempo ese magnetismo tan cierto como falso pas¨® al olvido. Pero al inventarse la radio se hizo corriente en el p¨²blico la noci¨®n de que existen ondas que se propagan a cierta distancia. Eso reafirm¨® en muchos la convicci¨®n de que con nuestra mente emitimos ondas de energ¨ªa que pueden actuar positiva o negativamente sobre quienes nos rodean. La era de Acuario y el lenguaje rockero adoptaron el t¨¦rmino y lo pusieron de moda en frases como "estar en onda", "tener buena o mala onda" o "tirar ondas" (en el sentido de interferir en alg¨²n asunto con el pensamiento).
Tomado del Tres
mil historias de frases y palabras que decimos a cada rato, H¨¦ctor
Zimmerman, Aguilar, Buenos Aires, 1998.
Estar conectado: Expresi¨®n de uso m¨²ltiple,
surgida a fines de los noventa, que impuso la publicidad de la mass-media en el
¨¢mbito de la academia y el bardo. Algunos sostienen que la frase proviene de la
jerga de Internet; otros, que se para sola. Lo cierto es que en la calle se
puede escuchar a alguien decir: "estoy conectado con mis cosas"
(abocado a algo), o "ahora con mi mujer no estoy muy conectado" (no
coge) o "me cuesta estar conectado todo el tiempo" (que tiene una
conexi¨®n gratuita y telef¨®nica).
Sacado del Manual obsoleto y b¨¢rbaro, Enrico Castañida, Editorial Guernica, Mar de las Pampas, 2003.
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¡¡
Al
filo de la eternidad
[¡]
A los astr¨®nomos, cuando discuten la estructura a gran
escala del Cosmos, les gusta decir que el espacio es curvo, o que el Cosmos
carece de centro, o que el universo es finito pero ilimitado. ¿De qu¨¦
est¨¢n hablando? Imaginemos que habitamos
un pa¨ªs extraño donde todos
somos perfectamente planos. De acuerdo
con Edwin Abbott, un estudioso de Shakespeare que vivi¨® en la Inglaterra
Victoriana, le llamaremos Flatland. Algunos
somos cuadrados, algunos somos tri¨¢ngulos, algunos tienen formas m¨¢s
complejas. Entramos y salimos muy
atareados de nuestros edificios planos ocupados en nuestros negocios y nuestras
diversiones planas. Todo el mundo en
Flatland tiene anchura y longitud, pero carece de altura.
Conocemos la derecha-izquierda y el adelante-atr¨¢s, pero no tenemos ni
idea, ni pizca de comprensi¨®n por el arr¨ªba-abajo.
Pero los matem¨¢ticos planos si lo entienden.
Ellos no dicen: "Todo es muy f¨¢cil.
Imaginad el derecha-izquierda, imaginad el delante-atr¨¢s.
¿Segu¨ªs? Imaginad ahora
otra dimensi¨®n que forma ¨¢ngulo recto con las otras dos".
Y nosotros decimos: "¿Pero de qu¨¦ nos hablan?
¿C¨®mo puede formar ¨¢ngulo recto con las otras dos?
S¨®lo hay dos dimensiones. Ens¨¦ñanos
esta tercera dimensi¨®n. ¿D¨®nde est¨¢?". Y los matem¨¢ticos,
desanimados, se largan.
Nadie escucha a los matem¨¢ticos. Todo ser plano de Flatland ve a
otro cuadrado como un corto segmento de l¨ªnea, el lado del cuadrado que est¨¢ m¨¢s
cerca de ¨¦l. Para poder ver el otro lado del cuadrado ha de dar un corto paseo. Pero el interior
del cuadrado permanece eternamente misterioso, a no ser que alg¨²n terrible
accidente o una autopsia rompa los lados y deje expuestas las partes interiores.
Un d¨ªa un ser tridimensional, por ejemplo en forma de pera,
llega a Flatland y se queda mir¨¢ndolo desde arriba. Al ver que un cuadrado
especialmente atractivo y de aire sociable entra en su casa plana, la pera
decide en un gesto de amistad interdimensional saludarlo. "¿C¨®mo
est¨¢s?", le dice el visitante de la tercera dimensi¨®n, "Soy un
visitante de la tercera dimensi¨®n". El
desgraciado cuadrado mira por toda su casa que est¨¢ cerrada y no ve a nadie.
Peor todav¨ªa: se imagina que el saludo que entra desde arriba es una
emanaci¨®n de su propio cuerpo plano, una voz de su interior.
La familia ha estado siempre algo chalada, piensa quiz¨¢s para darse ¨¢nimos.
La pera, exasperada al ver que la toman por una aberraci¨®n
psicol¨®gica, desciende a Flatland. Pero un ser tridimensional s¨®lo puede existir parcialmente en
Flatland, s¨®lo puede verse una secci¨®n de ¨¦l, s¨®lo los puntos de contacto
con la superficie plana de Flatland. Una pera desliz¨¢ndose por Flatland
aparecer¨ªa primero como un punto y
luego corno rodajas cada vez mayores y aproximadamente circulares.
El cuadrado ve que aparece un punto en una habitaci¨®n cerrada de su
mundo bidimensional que crece lentamente hasta formar casi un c¨ªrculo.
Un ser de forma extraña y cambiante ha surgido de la nada.
La pera,
desairada, irritada por la obtusidad de los muy planos da un golpe al cuadrado y
lo proyecta por los aires revoloteando y dando vueltas por esa misteriosa
tercera dimensi¨®n. Al principio el
cuadrado es incapaz de entender lo que est¨¢ sucediendo: es algo que escapa
totalmente a su experiencia, Pero al final se da cuenta de que est¨¢ viendo
Flatland desde una perspectiva especial: "desde arriba".
Puede ver el interior de habitaciones cerradas. Puede
ver el interior de sus cong¨¦neres planos.
Est¨¢ contemplando su universo desde una perspectiva ¨²nica y
arrolladora. El viaje por otra dimensi¨®n ofrece como una ventaja adicional una
especie de visi¨®n con rayos X. Al final nuestro cuadrado desciende lentamente
hasta la superficie corno una hoja que cae. Desde
el punto de vista de sus compañeros de Flatland desapareci¨®
inexplicablemente de una habitaci¨®n cerrada y luego se materializ¨® penosamente
de la nada. "Por Dios", le dicen, "¿qu¨¦ te ha
pasado?". "Me parece", contesta ¨¦l mec¨¢nicamente, "que
estuve arriba".
Le dan unos golpecitos en los costados y le consuelan. La familia siempre
tuvo visiones.
[¡]
Carl Sagan (1934-1996) fue astr¨®nomo y estadounidense. Gan¨® premios, dict¨® cursos y colabor¨® con la NASA. Escribi¨® mucha ciencia ficci¨®n. Algunos libros: Los dragones del Ed¨¦n: especulaciones sobre la evoluci¨®n de la inteligencia humana y Cosmos, de donde se obtuvo este fragmento, procedente del cap¨ªtulo X.
| Acr¨®stico |
1)
a t A l a n ¨¦
2)
u L i q u e
3) t r e m B l e o
4)
z A t u y ¨²
5)
a Ñ' i t ¨¢- i t ¨¢
6)
m I r r o l
7)
v i L d r e j a
Mientras esperaba el elevador, se puso el gorro de papel de diario.
- Debo cuidarme el atalan¨¦, sino tendr¨¦ problemas en la ¨¦poca de lluvias - pens¨®.
Al llegar al ¨²ltimo piso, el del ulique inconcluso, se puso de mal humor como cada vez que tomaba conciencia de ello.
De all¨ª en m¨¢s desesper¨® hasta la hora del almuerzo.
Los dos tetra y el sanguche lo sumergieron en un paralizante trembleo.
- ¡Ojal¨¢ aparezca el zatuy¨² lo antes posible! - rog¨®, m¨¢s que desear. Y se rasc¨® la cabeza por debajo del gorro de papel.
En la en¨¦sima vez que se agach¨® para cargar el balde la vio pasar all¨¢ abajo. Aunque muy empequeñecida por la altura, se babe¨® pensando en ella y no pudo reprimir el ¡aÑit¨¢-it¨¢¨¢¨¢¨¢¨¢¨¢¨¢¨¢¨¢¨¢¨¢¨¢¨¢! que le grit¨® desde el andamio.
Dejando la bolsa de limones sobre la vereda, la chica levant¨® su mirada hacia el d¨¦cimo, identific¨¢ndolo.
Este m¨ªnimo detalle le cambi¨® el humor de perros que tra¨ªa encima desde el lunes. Y hab¨ªa que ver que hoy ya era viernes.
En cuanto el capataz se distrajo, se arranc¨® casi el mirrol, le peg¨® un pico al resto del tinto que quedaba y, bajando de tres en tres los escalones, huy¨® de la obra como si fuera una vildreja.
Graciela G¨®mez Sala
¿As¨ª
que las cosas no son como las vemos, Mariano Valcarce, Soporte T¨¦cnico?
Ahmad Jamal.
A todos por hoy.
Mariano Valcarce, Soporte T¨¦cnico, recomienda "darse un respiro".
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