Ñ u s l e t e r
-masaje estival de difamación
libertaria-
ST 73º
"Y así fue como, contemplando el sol y los grandes brotes de hojas que crecían en los árboles con la misma rapidez con que crecen todas las cosas en las películas, experimenté la familiar convicción de que, con el verano, la vida empezaba de nuevo". Francis Scott Fitzgerald
POEMAS
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El ruido del mar
| Circe
Maia | |
Un verano
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Idea Vilariño |
ETIMOLOGÍA
| Zambullir |
CUALQUIERA
| Los tipos humanos |
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En lo alto para siempre
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David Foster Wallace |
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El ruido del mar
Hay un tejido, una red luminosa
que tiembla en la arena, por abajo del agua.
Se ve a través del verde transparente
como una temblorosa trama.
Cuando la ola rompe su espuma
quedan burbujas sueltas, chiquitas
sobre la piel del agua:
brillan intensa, nítidamente
en seguida se apagan.
Por la suave curva de las olas
sobre su lento avance
sobre su amplio movimiento seguro
la luz resbala.
Se deslizan los resplandores
por los movedizos toboganes del agua.
Ruido del mar, qué golpe derramado
qué entreverada voz y qué sonido
tan confuso y oscuro
cuando todo en derredor está tan claro
Todos los límites
firmes y recortados
todo con su color tan decidido
los colores tocándose
uno al lado del otro, sin mezclarse.
Y parece que cada uno: limpio
y liso azul, rojo tejado
verdor brillante
diera un sonido puro e inaudible
y todos un acorde fuerte y claro.
Pero el ruido del mar no se comprende,
se desploma continuamente, insiste
una y otra vez, con un cansancio
con una voz borrosa y desgranada...
Y no se sabe
qué es qué quiere o qué pide
el turbio ruido oscuro
cuando todo en derredor está tan claro.
Circe Maia
nació en Montevideo (Uruguay) en 1932. Publicó entre otros libros de poemas:
Plumitas, En el tiempo, Presencia diaria, Dos voces y
Cambios, permanencias.
Un verano
Hago muecas a veces
para no poner cara de tristeza
para olvidarme
amor
para ahuyentar mis duros
mis crueles pensamientos.
Cómo he de hacer
amor
para vivir aún
para sufrir aún
este verano.
Pesa mucho
me pesa como si el mar pesara
con su bloque tremendo
sobre mi espalda
me hunde
en la más negra tierra del dolor
y me deja
ahí deshecha
amor
sola ahí
tu abandono.
Idea Vilariño
es montevideana de 1920. Poemarios: La suplicante,
Paraíso perdido, Por aire sucio, Nocturnos, Poemas de amor,
Pobre mundo y No. Ensayos, algunos: Las letras de tango,
Introducción a la literatura bíblica, Los salmos, El tango cantado
y Conocimiento de Darío.
ZAMBULLIR, hacia 1630, antes y hoy todavía çabullir, siglo XIII. Parece ser alteración del antiguo sohollir, principios del S.. XIII, 'sepultar', catalán antiguo sebollir ídem, cuya forma primitiva es la castellana y catalana antigua sebellir, hacia 1250. Resulta de una alteración del latín SEPELIRE ídem en *SEPULLIRE bajo la acción del participio SEPULTUS. EL castellano antiguo çabullir significa todavía 'cubrir (el agua)' o 'sumergir' perosin idea de brusquedad, que se desarrolla más tarde; la sílaba za- se debe al influjo de los sinónimos zapuzar y zahondar.
El sanguíneo
Ya hemos visto que es el tipo móvil, cuyo elemento es el aire, y en el que predomina el sistema respiratorio. Su rostro es esférico o romboidal, con predominio de la zona media, tanto a lo largo como a lo ancho. Bien coloreado y con apariencia carnosa.
-
Cabellos abundantes, a menudo ondulados.
- Cráneo braquicéfalo.
- Frente ancha.
- Cejas arqueadas y bien pobladas, separadas entre sí.
- Ojos con gran abertura parpebral.
- Nariz con las ventanas abiertas y habitualmente
aleteantes.
- Mejillas redondeadas.
- Mandíbula fuerte.
- Cuello corto y firme.
Se ve claramente como este predominio de la zona media responde a este temperamento emotivo, entusiasta, imaginativo, cordial, complaciente, pero también colérico, con arrebatos de los que se arrepiente con facilidad. Es a la vez vanidoso y dispone de una mente que tiende a vivir lo concreto y en el momento actual. Le van bien las actividades en las que predominan las relaciones públicas y el contacto humano en general. Es sin embargo vulnerable, precisamente por su gran capacidad sentimental y no hay que tenerle en cuenta que falte con frecuencia a sus promesas. Son sinceras cuando las hace, pero las olvida fácilmente. Es, con todo ello, una persona agradable para convivir.
Carmen Rodríguez-Marín Reimat, Los tipos humanos, Caracteteriología general, Ediciones Iberoamericanas Quorum, Madrid, 1986.
En febrero: Taller Literario, El Regreso.
Como decir las cosas de un modo no
habitual.
Contra viento y marea.
Tiempo compartido de lectura y escritura.
Silban: Fernando Aíta y Alejandro Güerri
Más información acá
O pregunte en: niusleter@niusleter.com.ar
(Asunto: Taller
literario).
¿Por qué no nos describe en tres líneas el lugar imaginario en donde le gustaría estar ahora?
Escríbalo en: http://niusleter.blogspot.com/
"Waki: hoy descubrí que yo nací cuando te conocí. Tu sol". En Estanislao del Campo y Jaramillo, Dock Sud.
"Inesperados dueños de nadie". En Vélez Sarsfield y Blanco Encalada, Villa Madero (pcia. de Buenos Aires). Lo vio Ernesto Carrodeguas.
La revista Extrema
Ficción reeditada en formato digital:
http://viejextemaficcion.tripod.com/
Portal de cultura
hispano-americana:
http://mundoculturalhispano.hondurasbiz.com
¿A
dónde vas con esas antiparras, Mariano Valcarce, Soporte Técnico?
Juancho Ghigliani, cuando las papas queman o no.
Graciela Gómez Sala
Ángeles Viacava
Editorial Melusina
Juan Cruz León
Ramón Fanelli
Almandrade
Joan Corominas
Revista La Iguana
A todos los barquilleros
A todos los guardavidas
A todos los romances de verano que no volvimos a ver
Mariano Valcarce, Soporte Técnico, recomienda "frotarse rodajas de tomate" y "ducharse en ojotas".
Para usted, ¿qué es SPAM?
Para mí Spam,
es pam, pam, pam,
jugando a los asesinos
con mis p rimos.
SPAM
el pan para hoy y el hambre para mañana
Diana Cegelnicki
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Harto" a niusleter@niusleter.com.ar
¿Cuál es su plato festivo favorito?
Vitel Toné, un
clásico de todos los años que no se porque sólo se hace 1 vez al año: para las
fiestas. Si no, no sería un clásico exclusivo de las fiestas. Abrir los higos y
ponerle una nuez adentro...mmm...vicio.
Yanina Gelpi
No me gusta la comida
fría (no quiero extenderme más en este punto). Por lo cual, para mí las fiestas
no son un banquete, como lo es para el resto de la humanidad.
El Tano
Comida: Puerco
(chancho) asado, arroz con frijoles (porotos) negros, yuca (mandioca) con mojo
(jugo de naranja agria, ajo y cebolla) y ensalada de lechuga y tomates. (Ya sé
que les parece comida de invierno, pero en Cuba se come todo el año (cuando se
puede) y no problema).
Ernesto Carrodeguas
Cualquiera, siempre que esté rodeada de buena compañía.
María Eugenia Pérez
Plato Festivo: Ensalada primavera. Qué plato, che.
María Ferreyra
Me gusta el melón con
jamón crudo. Me trae recuerdos y es muy rico el sabor.
Rodolfo
Cuando la ayudo
a sacarse la bombacha.
Tom Bombadil
Supongo que mi plato favorito es el vittel thonne y por supuesto (aunque no es
un plato), las gallinitas (higos turcos de Smirna rellenos de nueces).
Roberto López
2- ¿Cuál es su remedio para la resaca?
Pink floyd y hacer un fuego.
Tom Bombadil
Beberme otro vaso de
cerveza. Si tengo que trabajar y estar lo suficientemente despierto y lúcido
para la tarea, prefiero no decirles que se toma en esos casos para estar pila.
Rodolfo
El tiempo
principalmente y las vanas promesas "juro que no mezclo más!!", "esta es la
última vez!!", "péguenme un tiro!!", en cuanto a la química, la conjunción de
esas famosas pastillas brasileras que vienen de a 4 junto que con antiácido
argentino por excelencia.
Roberto López
Ninguno que haya probado funcionó demasiado bien. Insisto con las grandes
cantidades de agua y un poco de caminata al aire libre.
El Tano
Dormir, tomar agua,
seguir durmiendo.
Yanina Gelpi
¿Cómo re-ponerse
después de una re-saca? agua y ajo.
María Ferreyra
bailar , bailar y bailar.................................
María Eugenia Pérez
Para la resaca: comer lo que quedó del dia anterior. Y más vino.
Ernesto Carrodeguas
Otras respuestas, otras preguntas en www.niusleter.blogspot.com
En lo alto para siempre
Feliz cumpleaños. Tu
decimotercer cumpleaños es importante. Tal vez sea tu primer día realmente
público.. Tu decimotercer cumpleaños es la ocasión para que la gente se dé
cuenta de que te están pasando cosas importantes.
Te han estado pasando cosas durante el último medio año. Ahora tienes
siete pelos en tu axila izquierda. Doce en la derecha. Espirales duras y
amenazadoras de pelo negro y encrespado. Un pelo crujiente, animal. Alrededor de
tus partes íntimas te han salido más pelos duros y rizados de los que puedes
contar sin perderte. Y otras cosas. Tu voz es llena y rasposa y se mueve entre
octavas sin previo aviso. Tu cara empieza a brillar cuando no te la lavas. Y dos
semanas de dolor profundo y temible la pasada primavera hicieron que algo se te
descolgara desde dentro: tu saco se ha llenado y se ha vuelto vulnerable, un
articulo de lujo que tienes que proteger. Levantado y amarrado por unos
suspensorios prietos que te dejan rayas rojas en las nalgas. Te ha brotado una
nueva fragilidad.
Y sueños. Durante meses has tenido sueños que no se parecían a nada que
hubieras visto antes: húmedos, trepidantes y distantes, llenos de curvas
cimbreantes, de pistones frenéticos, de calor y de un vértigo tremendo. Y te has
despertado con los párpados convulsos al ritmo de una descarga, un borbotón y un
espasmo que te ha sacudido desde el cuero cabelludo hasta los dedos de los pies
procedente de una zona en las profundidades de tu interior que nunca imaginabas
que tuvieras, estremecimientos producidos por un dolor profundo y dulce, las
farolas del otro lado de las persianas de tus ventanas proyectando estrellas
brillantes en el techo negro del dormitorio, y una gelatina blanca y densa
rezumándote entre las piernas, goteando y pegándose, enfriándose sobre ti,
endureciéndose y aclarándose hasta que no queda nada más que nudos retorcidos de
pelo animal duro y pálido en la ducha matinal y en esa maraña húmeda persiste un
olor dulce y limpio que no puedes creer que proceda de nada que tú hayas creado
en tu interior.
Más que a ninguna otra cosa, el olor se parece a
esta piscina: una sal dulce mezclada con lejía, una flor de pétalos químicos. La
piscina tiene un fuerte olor azul claro, aunque ya se sabe que el olor nunca es
tan fuerte como cuando uno está dentro del azul, como tú ahora, recién salido
del agua, descansando en la parte menos profunda de la piscina, con el agua a la
altura de las caderas lamiéndote esa zona que te ha cambiado.
La terraza de esta vieja piscina pública situada en el extremo occidental
de Tucson está rodeada por una verja Cyclone del color del peltre, decorada con
un enredo brillante de bicicletas sujetas con cadenas. Detrás de la verja hay un
aparcamiento negro y caluroso lleno de líneas blancas y coches resplandecientes.
Un prado indistinto de hierba seca y matojos duros, cabezas aterciopeladas de
viejos dientes de león que estallan y flotan como copos de nieve en el viento
que se levanta. Y más allá de todo esto, doradas por un redondo y lento sol de
septiembre, están las montañas, dentadas, con los ángulos agudos de sus picos
recortándose contra una luz cansina de color rojo intenso. Sobre el fondo rojo
sus picos afilados y conectados trazan una línea serrada, el electrocardiograma
del día que agoniza.
Las nubes se tiñen de color en el borde del cielo. Flotan lentejuelas en
el azul claro del agua, a esa temperatura cálida propia de las cinco de la
tarde, y el olor de la piscina, igual que el otro olor, conecta con una niebla
química que hay dentro de ti, una penumbra interior que desvía la luz hacia los
bordes y difumina la distinción entre lo que termina y lo que empieza.
Tu fiesta es esta noche. Esta tarde, la tarde de tu cumpleaños, has pedido
permiso para venir a la piscina. Querías venir solo, pero un cumpleaños es un
día familiar, tu familia quiere estar contigo. Es amable por parte de ellos, no
sabes explicar por qué querías venir solo, y la verdad es que tal vez no
quisieras estar realmente solo, de manera que han venido. Están tomando el sol.
Tu padre y tu madre toman el sol. Sus hamacas han estado señalando la hora toda
la tarde, siguiendo la curva del sol a través de un cielo despejado y tan
recalentado que ha adquirido la textura de una película gelatinosa. Tu hermana
juega a Marco Polo cerca de ti en la parte menos profunda con un grupo de niñas
flacas de su curso. Le toca a ella quedar, dice «Marco» y ha de perseguir a
ciegas a quienes le replican chillando «Polo». Tiene los ojos cerrados y va
dando vueltas al compás de un coro de gritos, girando en el centro de una rueda
de niñas chillonas con gorros de baño. De su gorro sobresalen flores de goma.
Los pétalos de color rosa viejos y flácidos tiemblan cada vez que ella se
abalanza en dirección a los ruidos invisibles.
En el otro extremo de la piscina están el «tanque», la zona destinada a
saltos, y la torre elevada del trampolín. En la terraza de detrás está la CAF
TERÍA, y a ambos lados de la misma, atornillados sobre las entradas de cemento
de las duchas oscuras y húmedas y los vestuarios, están los megáfonos de metal
gris que emiten el hilo musical de la piscina, ese ruidito metálico y mortecino.
Caes bien a tu familia. Eres inteligente y callado, respetuoso con los
mayores, aunque no te faltan agallas. Te portas bien en general. Vigilas a tu
hermana pequeña. Eres su aliado. Tenías seis años cuando ella tenía cero y
estabas enfermo de paperas cuando la trajeron a casa envuelta en una manta
amarilla muy suave; le diste un beso de bienvenida en los pies por miedo a
contagiarle las paperas. Tus padres dijeron que aquello era un buen augurio. Que
marcaba la tónica. Ahora creen que tenían razón. Están orgullosos de ti y
satisfechos en todos los sentidos y se han retirado a esa distancia afable en la
que se mueven el orgullo y la satisfacción. Os lleváis bien.
Feliz cumpleaños. Es un gran día, tan grande como la bóveda del cielo del
suroeste. Lo has estado cavilando. Ahí arriba está el trampolín. Pronto querrán
marcharse. Súbete y hazlo.
Te sacudes de encima la limpieza azul. Estás lleno de cloro, suave y
resbaladizo, reblandecido, con las yemas de los dedos arrugadas. La niebla de
olor demasiado limpio de la piscina se te ha metido en los ojos; descompone la
luz en colores suaves. Te golpeas la cabeza con la base de la mano. En un lado
de la cabeza suena un eco fofo. Inclinas la cabeza hacia ese lado y das un
saltito, un calor repentino en tu oído, delicioso, mientras el agua calentada en
tu cerebro se enfría en el nautilo exterior de tu oreja. Ahora oyes la música
más nítida y metálica, los gritos más cercanos, mucho movimiento en mucha agua.
La piscina está llena para ser tan tarde. Hay chicos flacos, hombres
peludos como animales. Chicos desproporcionados, todo cuello, piernas y
articulaciones huesudas, estrechos de pecho y vagamente parecidos a pájaros.
Como tú. Hay ancianos que se mueven a tientas por la parte menos profunda con
las piernas rígidas como patas de palo, palpando el agua con las manos, fuera de
todos los elementos a la vez.
Y niñas-mujeres, mujeres, curvilíneas como instrumentos o como frutas, con
la piel barnizada de color castaño oscuro, la parte superior de sus bañadores
sostenida por frágiles nudos de cordón de colores delicados que aguantan el peso
de cargas misteriosas, la parte inferior encabalgada sobre las suaves
prominencias de unas caderas totalmente distintas a las tuyas, hinchazones
desmedidas y giratorias que se funden bajo la luz con un espacio circundante que
sostiene y acomoda sus curvas suaves como si fueran objetos preciosos. Casi lo
puedes entender.
La piscina es un sistema de movimientos. Aquí y ahora se ven: chapoteos,
combates de salpicaduras, zambullidas, acorralamientos en las esquinas,
Tiburones y Sardinas, caídas desde lo alto, Marco Polo (tu hermana todavía Lo
es, medio llorosa, hace demasiado rato que Lo es, el juego rayano en la
crueldad, pero no te compete defenderla ni avergonzarla). Dos chicos de color
blanco brillante con toallas de algodón atadas como si fueran capas corren por
el borde de la piscina hasta que el socorrista les hace detenerse en seco
gritando por el megáfono. El socorrista es de color castaño como un árbol, el
vello rubio le forma una línea vertical sobre el estómago, lleva un sombrero de
explorador de la selva y su nariz es un triángulo blanco de crema. Una niña
rodea con el brazo una de las patas de su torreta. Está aburrido.
[...]
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David Foster Wallace
(nació en 1962 en Estados Unidos).
Tomado de: http://www.barcelonareview.com/29/s_dfw.htm
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