t e r Ñ u s l e
#68
-mensaje periódico de divulgación literaria-
"La gramática se
parece mucho al boxeo. Yo se lo explicaré:
Cuando un señor sin condiciones estudia boxeo, lo único que hace es repetir los
golpes que le enseña el profesor. Cuando otro señor estudia boxeo y tiene
condiciones y hace una pelea magnífica, los críticos del pugilismo exclaman:
"¡Ese hombre saca golpes 'de todos los ángulos'!" Es decir, que, como es
inteligente, se le escapa por una tangente a la escolástica gramatical del
boxeo. Demás está decir que este que se escapa de la gramática del boxeo con sus
golpes de "todos los ángulos", le rompe el alma al otro y de allí que ya haga
camino esa frase nuestra de "boxeo europeo o de salón", es decir, un boxeo que
sirve perfectamente para exhibiciones, pero para pelear no sirve absolutamente
nada, al menos frente a nuestros muchachos antigramaticalmente boxeadores."
Roberto Arlt
"Dos influencias antagónicas entre sí militan contra un habla argentina. Una es la de quienes imaginan que esa habla ya está prefigurada en el arrabalero de los sainetes; otra es la de los castizos o españolados que creen en lo cabal del idioma y en la impiedad o inutilidad de su refacción. Miremos la primera de esas erratas. El arrabalero, si su nombre no está mintiendo, es dialecto de los arrabales u orillas; es la conversación usual de Liniers, de Saavedra, de San Cristóbal Sur. Esa conjetura es errónea: no hay quien no sienta que nuestra palabra arrabal es de carácter más económico que geográfico." Jorge Luis Borges
"El voseo golpeó al señor Lanari como un puñetazo." Germán Rozenmacher
"El lunfardo, lenguaje de lunfas (ladrones), no difiere técnicamente de los códigos de las embajadas, casas de comercio o cualquier cofradía interesada en guardarse de personas extrañas; no tiene otra fuente que la necesidad ni otra consigna que el ocultamiento." José Clemente
PROSA
| El misterioso
cocinero volador aparecido en el Hotel y Pensión Esquina
| Bernardo Kordon
|
ETIMOLOGÍA |
Barrio |
AGRADECIMIENTOS
CUALQUIERA | El idioma
de Buenos Aires |
GRAFFITTI
ENLACES |
Sardac |
NO FICCIÓN |
Informe para una academia
|
Miguel Groppo |
DEFINICIÓN
| Lunfardo |
POEMAS |
Cachafaz
| Copi |
RESPUESTAS
TALLER LITERARIO
| Vuelvo en cinco minutos |
SUSCRIPCIONES
ENCUESTA
El misterioso cocinero volador aparecido en el Hotel y Pensión Esquina
En
esos tiempos un tango decía:
"¿Dónde hay un mango?" ¿Cómo
olvidar entonces ese día en que me
cayeron cinco mangos del cielo?
El Protagonista
Se llamaba Hotel y Pensión Esquina, aunque en verdad no se encontraba en ninguna
esquina, sino a media cuadra. Tampoco tenía nada de pensión, porque Esquina (así
se llamaba el dueño) no daba comida, ni agua caliente para matear, ni siquiera
para tomar un té cuando de repente nos agarraba un dolor de barriga. El tal
Esquina nos alquilaba unas piecitas de tablones alineadas contra el paredón de
un frigorífico de donde venía mucho frío y humedad. Simplemente lo llamaba hotel
para alquilarnos la pieza por día y rajarnos cuando nos atrasábamos en el pago o
simplemente le entraba la real gana de darnos el olivo así no más.
Cada uno alquilaba su pieza y de golpe o de a poco traíamos
nuestras cosas: el catre o un colchón, una que otra silla, una mesita el
calentador. El inquilino más viejo y también el más acomodado era el gallego
Vicente, que trabajaba de mozo en esos años del primer gobierno de Perón, cuando
los laburantes del gremio gastronómico ganaban la guita del mundo. El hecho es
que el gaita pasó a ocupar la única pieza de ladrillos que tenía el hotel, como
quien dice el lujo de la casa, donde antes vivió el mismo Esquina con muebles y
cosas, así que las pasó todas al gallego cuando le ofreció el doble de alquiler.
Como decimos a cada rato: el que tiene guita hace lo que quiere.
La verdad es que no entiendo a ese gallego Vicente. Porque
apenas yo empiece a ganar unos pesos pienso rajarme del hotel Esquina y no
volver nunca más. Como hizo Gardel cuando empezó a empacar fuerte. Se fue del
Abasto y no volvió ni para comprar fruta. Así voy a hacer yo cuando me vuelva
famoso. A empilcharme como la gente y hacerme amigo de los bacanes. Como leí en
la revista sobre la vida de Gardel: se hizo amigo de esos cosos como Anchorena y
el Príncipe de Gales. Porque así se aprenden las cosas buenas de la vida y se
olvida uno de las malas. ¿Acaso no sabe ese gallego loco que la mishiadura es
una enfermedad más contagiosa que la gripe? ¡Si lo sabré yo que quiero remontar
vuelo y no acierto por andar entre secos!
Fui a vivir en el Hotel y Pensión Esquina cuando escapé de
casa y después de pasar unos días de favor en el Boxing Club conseguí entrar de
aprendiz tipógrafo en la imprenta del barrio. Una silla y una mesita me regaló
Garibaldi (las afanó de su casa) y del club traje la colchoneta y con unos
diarios a modo de frazada me arreglé de lo mejor en los primeros días. En unos
clavos oxidados que ya estaban en la pared colgué el pantaloncito de box y la
polera de entrenamiento. El resto de la ropa la llevaba puesta encima y nada de
pensar en ropero o algo parecido.
Lo verdaderamente extraño de ese hotel y pensión (además de
no ser hotel ni pensión) consistía en que todos sus moradores laburaban o
vagaban (para el caso es lo mismo) de noche y por eso apoliyaban todo el santo
día. Esquina se veía obligado a cumplir el mismo horario de sus inquilinos. De
noche tenía que cuidar las piezas, cobrar y controlar a quien entraba y salía
del hotel. Esto lo pudo hacer de lo mejor mientras vivió en la pieza de
ladrillos que estaba en la entrada de la casa, pero le resultó más difícil ese
control cuando se cambió a una piecita de adentro.
Esa noche volví agotado del entrenamiento del Boxing Club y
al entrar en mi bulín no pude creer lo que vi: un billete de cinco mangos
relucía encima de la mesa. Todavía me parece verlo al lado de la lata de
bizcochos de grasa, con la pava puesta sobre el cocinero para que un
golpe de viento no se lo llevara. Agarré el papel y lo miré por todos lados,
buscando donde estaba la trampa o la cachada. Minga de ilusionismo ni nada
parecido: un billete de verdad, no flamante pero tampoco demasiado viejo, cinco
mangos corrientes, un
cocinero como el mejor.
Me asomé para ver si andaba algún tipo en el corredor
desierto y oscuro. El runrún que siempre se escuchaba del motor del frigorífico
y ningún otro ruido. Tuve miedo de que alguien me viera allí espiando en la
noche como un ladrón y volví a meterme en la pieza. Apagué la luz y me puse a
pensar en el misterio. No podía creer que simplemente volando por los aires ese
billete hubiera llegado a mi mesa: si así fuera no tendría la pava encima para
que no siguiera volando.
En la oscuridad compuse la cara de un duende que se parecía a
mí en su sonrisa torcida, petiso el tipo, y de gorra igual a la mía.
Posiblemente era yo mismo sonriendo a la suerte. Y de repente dejé de pensar en
cualquier cosa: nockaut por la fajina del entrenamiento y el remate de la
emoción de esa noche.
Desperté avanzada la mañana por los gritos que llegaban del
corredor. Como otras veces, me dolía la cabeza por culpa del entrenamiento con
el estómago vacío.
Afuera estaba Esquina con su mugriento piyama a rayas azules y blancas (entre
presidiario y patriota) acorralado por sus inquilinos. Vicente lo tenía
arrinconado como si fuera contra las cuerdas de un ring.
- ¿Nos robaron a todos y vos sos el dueño y responsable del
hotel! ¿Cómo no vas a tener ninguna culpa?
Amagó como si fuese a pegarle un tortazo a Esquina, pero
solamente lo apuntó con un dedo gordo y tembloroso, como si se tratase de una
pistola lista para disparar:
- ¡Y todavía conservás la llave de la pieza donde vivo ahora!
¿Qué me dicen, eh? ¿Sos responsable o no?
El gallego me vio aparecer y me encaró:
- ¿Qué te afanaron a vos?
- ¿A mí?
- Entraron chorros en tu pieza como en toda la casa, ¿verdad?
- ¿Ladrones? -abrí los ojos con sincero asombro.
- ¿Qué te robaron? -insistió Vicente-. Andá a fijarte bien.
Seguro que te falta algo.
- No me falta nada.
Todos me miraron con extrañeza.
- ¿Así que nos robaron a todos, menos a vos? ¿Tenés coronita
o qué?
- Bueno -se le ocurrió a Esquina-. Es que el pibe habrá
estado adentro. Por eso no entraron en su pieza.
- Debe ser eso -aprobé con repentino entusiasmo-. Llegué del
club muy cansado y cerré bien la puerta y me acosté en seguida. No me robaron
nada... ¿Y qué podían robarme? ¿El calentador de alcohol, los bizcochos de
grasa, el mate?
Pensé en la pava, pero no la nombré, porque debajo de la pava
fue donde encontré el billete de cinco pesos.
Leálo entero acá.
Bernardo Kordon es, entre otras cosas, estos libros: La
vuelta de Rocha (1936), Un horizonte de cemento (1940), Reina del
plata (1946), De ahora en adelante (1952), Lampeao (1958),
Vagabundo en Tomboctú (1956), Domingo en el río (1960), Vencedores
y vencidos (1968), Hacele bien a la gente (1968), Manía
ambulatoria
(1978). Nace en 1915 (Bs.As.), muere en 2002 (Santiago de Chile). Sus viajes
por Chinas lo llevan a escribir un libro al respecto, Seiscientos millones y
uno (1958). Basado en su cuento "Toribio Torres...", Lautaro Murúa realizó
el film Alias Gardelito. Existe una compilación de sus cuentos, llamada
Relatos porteños.
BARRIO,
949, del árabe barr 'afueras (de una ciudad)' o más precisamente del
derivado árabe barrî 'exterior', en árabe vulgar bárri.
DERIV. Barriada, 1726.
Disculpá, Mariano Valcarce, Soporte Técnico, no te vamos a preguntar más
boludeces.
Hernán La Greca, feliz cumpleaños.
Feliz cumpleaños, Fernando Aíta también.
Bienvenido Daniel Impoco a la Argentina. Y también.
Virginia Elías, por los gestos generosos.
Gabi Brenner y Sra, estuvo de fiesta y de fábula.
Marcelo López.
Federico Ventafridda.
Andrea Herrera, Juliette, Silvian, Pedro Rama, Liliana García Carril (por
sugerir).
Por la paciencia, a quienes leerán esta vuelta sin estar familiarizados con el
castellano culto o bruto del Río de la Plata.
A quienes lo ejercen a diario.
Mariano Valcarce, Soporte Técnico, recomienda "quién me quita lo bailado".
El idioma de Buenos Aires
El "fondo idiomático" procede de cuatro maneras principales para elaborar su
vocabulario: A) inventa directamente palabras: atorrante, de los vagos
que dormían en los caños que la casa A. Torrent había depositado en los terrenos
baldíos adyacentes al puerto; B) inventa acepciones por semejanza: crudo
(inexperto), de carne aún no cocinada; C) inventa acepciones por derivación:
amurar (abandonar), de "amurado", individuo aislado de la sociedad por los
muros de la cárcel; D) inventa grafías:
garaba, inversión modificada de "baraja" (se dice de la mujer que circula
por las calles en busca de dinero, como naipe ganador). Esta última forma
comprende los anagramas comunes llamados "vesre": feca con chele (café
con leche), jotraba chorede (trabajo derecho), gotán
(tango), y también a las deformaciones por contracción (malevo, de
malévolo) o por adición (endeveras, por deveras).
El mecanismo del lenguaje popular es esencialmente
metafórico. (...) como ilustración los siguientes sustantivos metáfora
utilizados entre nosotros para nombrar la cabeza: fosforera, por el
contenido; pensadora, por la función; mate, por la forma;
azotea, por la situación. Sin que falte el vocablo peyorativo: piojera.
Esta simpática enumeración se puede completar con palmado (enfermo), que
viene de "palma", ofrenda mortuoria; botón (agente de policía), porque
"prende" al delincuente, (...), canchero (hábil), que tiene dominio del
terreno, de la cancha, donde actúa; vento (dinero), del italiano "vento"
(viento), porque se escurre con facilidad. (...)
Otras veces la referencia no es local; se trata de palabras
extranjeras que han adquirido su correspondiente derecho a la ciudadanía; así,
pertenecen al francés, o a su argot, los siguientes vocablos: cana (canne),
policía; escracho (escrache), cara; macró (maquereau), tratante de
blancas; ragú (ragoût), hambre; enfriar (refroidi), asesinar;
bulín (boulin), habitación. Al italiano: bacán (bacán), hombre
rico; batifondo (battifondo), escándalo; berretín (beretin),
sentimiento arraigado; biaba (biava), paliza; estrilar (strillare),
rabiar; yeta (jettatura), mala suerte; fungi (funghi), sombrero;
linyera (linghera), vago. Al portugués: fulo (fulo), enojado;
matungo (matungo), caballo viejo; tamango (tamanco), zapato; cafúa
(cafúa), cárcel; vichar (vigiar), espiar. Al inglés: chinchibirra
(ginger beer), limonada gaseosa; gol (goal), tanto; estándar (standard),
común; sangüich (sandwich), emparedado; orsai (off side), fuera de
lugar. De idiomas aborígenes, al quichua: pucho (puchu), lo que sobra;
yapa (yapani), añadidura; chuchi (chucchina), voz cariñosa de
contenido erótico; ñaupas (ñaupaco), antiguamente; minga (minka),
trabajo que no se retribuye con dinero; y al guaraní: caracú (caracú),
médula. (...)
José Edmundo Clemente en El lenguaje de Buenos Aires, Emecé Editores, Buenos Aires, 1968.
"La: Tu ternura enciende mi salvaje amor". En Garmendia y Elcano (frente al cementerio de Chacarita).
"Somos todos náufragos de tu mar. Nicolás". Lo vio Matías E. en Cervantes y Trelles (La Paternal).
Vasta biblioteca gratuita de ciencia ficción:
http://www.sadrac.com.ar/
Informe para una academia
(completo)
(Primera hoja)
Porque duele tanto este libro, tanta belleza, estilo, verdad?
Es que lo que duele es el tono aristocrático del primer desoladísimo Cortázar.
(Segunda hoja ya con el título, Los
reyes)
La tesis de esta obra es que con el mito del minotauro, tiembla el poder
ateniense, se abre un nuevo mundo. No importa como era o si existió, lo que
importa es lo que simboliza, como EVITA, como el Che GUEVARA, como tantos
otros... Es el significado, el significante lo que aquí da vuelta la torta del
poder, produce el cambio, o, si se quiere la revolución, la metamorfosis, el
apocalipsis, la revelación, la transformación de un tipo de hombre en otro.
(Tercera hoja, la carátula)
Creo que el máximo acercamiento a la "verdad" ( ), esta en los los libros, que
escriben los escritores. No en los escritores, tampoco en ellos, que en los
casos más destacados, no pueden explicar racionalmente el texto que han
producido y es mejor que así no lo hagan.
Miguel Groppo se compró el libro de
Julio Cortázar Los reyes, Ed. Sudamericana, Buenos Aires, 1987. En
junio de 2001 escribió estas observaciones en las páginas arribas consignadas.
Su caligrafía sugiere pasión por la letra impresa, y garrapateada. Gracias a
Miguel por su aporte al género.
LUNFARDO:
m. desus. Ratero, ladrón.
F. Lima, Pedrín, 1924, 135: Es uno de los lunfardos de la guardia vieja,
hoy casi en situación de retiro.
Dellepiane, 1894, pp. 63, 67, 69, 82; Garzón, 1910, p. 32;
Salazar, 1911, p. 40; Segovia, 1911, p. 237; Teruggi, 1974, p. 9; Santillán,
1976, p. 384; Gobello, 1991, p. 159; Rodríguez, 1991, p. 181; Haensch, 1993,
p.361; RHA, 1997, p.95.
2. Jerga originariamente empleada en Buenos Aires y en sus arrabales por
inmigrantes, marginales y malvivientes. Parte de sus vocablos y locuciones se
difundieron luego en el lenguaje coloquial y en el resto del país.
J. L. Borges, Informe, 1970, 52: [mi primo, creo recordar, entonó] unas
décimas en lunfardo, en el menesteroso lunfardo de aquellos años, sobre un duelo
a cuchillo.
Dellepiane, 1894, pp. 63, 67, 69, 82; Garzón, 1910, p. 32; Salazar, 1911, p. 40;
Segovia, 1911, p. 237; Teruggi, 1974, p. 9; Santillán, 1976, p. 384; Coluccio,
1979, p. 121; Gobello, 1991, p. 159; Rodríguez, 1991, p. 181; Haensch, 1993,
p.361; RHA, 1997, p.95.
Pungueado del Diccionario del habla de los argentinos, Academia Argentina de Letras, Buenos Aires, 2003.
Cachafaz
Acto I (fragmento)
RAULITO. ¡Levántate, desgraciado 'e la catrera
que no hay nada pa' morfar
y estoy harta de esperar la noche entera
que me vengas a enchufar!
¡Y pa' colmo no me traes ni un rabanito,
desgraciado,
sos un pardo apolillado
y te me vas enseguida!
CACHAFAZ. Ay, por favor, mi querida,
que ayer tomé mucha caña
para el velorio de ocaña
y me pasé de medida.
Andá a hablar con la vecina
que yo estoy desvencijado.
¡Me jugué todo a los dados
y me he quedado en la ruina!
RAULITO. Te has jugado los ochavos,
¿dónde está la billetera?
CACHAFAZ. ¡La he perdido!
RAULITO.
¡Desgraciado!
CACHAFAZ. ¡No me dés con la sartén
que si me hacés un chichón,
yo te pongo en la vereda!
Soy un macho, no te olvides,
¡no te me hagas la cabrera
porque te doy un tortazo!
RAULITO. ¡Proxeneta!
CACHAFAZ.
Mirá, pibe,
por esta vez te lo paso,
¡hay menos putos que vos
que me deben más de un tajo!
A mí me gusta el relajo
y pasar la noche entera
rompiéndote el corazón,
mas no te me des de guapo
¡porque aquí el puto sos vos!
RAULITO. ¿Por qué me tratás así?
¡Si hasta ayer vos me querías!
CACHAFAZ. Te quería como un macho.
¡Te me vas a andar derecho!
RAULITO. ¡Guacho!
CACHAFAZ. ¿Y
quién habla por despecho?
¡Sos un puto relajado
y yo te cago a sopapos!
no me dejás ni dormir
y te me venís de guapo.
RAULITO. No, ¡pero si yo te quiero!
¡Y no me interpretes mal!
CACHAFAZ. ¿Por favor?
RAULITO.
Me llega hasta las entrañas
tu calor.
CACHAFAZ. Si es de veras, te perdono.
RAULITO. ¿Y me perdonás de veras?
CACHAFAZ. Soy un hombre de palabra.
Bajate la bombachita, que
te la pongo hasta el alma.
RAULITO. ¡Pero si no se te para!
CACHAFAZ. ¿Y no te gusta blandita?
RAULITO. ¡Prefiero el agua bendita
o atravesar el Sahara!
CACHAFAZ. No te dés de intelectual,
¡que aquí se trata de guita!
¡No queda una torta frita
ni un clavel para mi ojal!
¡Mientras yo duermo una siesta
te me vas a trabajar!
Copi, seudónimo de Raúl Damonte Taborda, nace en
Buenos Aires (1939) y muere en París (1987). Deja escritas las novelas El
baile de las locas, La vida es un tango (única en castellano, el
resto tutti en francés), La cité des Rats, La Guerre des Pedés y
L´Internationale Argentine, el relato L´Uruguayen, y los libros de
narraciones breves Virginia Woolf a encore frappé y Las viejas
travestis y otras infamias. Además publica siete libros de dibujos y once
obras de teatro, como Cachafaz, Eva Perón, y más...
¿Qué palabras te confundís?
Dice mi abuelo que antes de perder el habla se trababa con Perón y le salía
Nerón.
Daniel
Recuerdo cuando era niño: "mamá está en la cafultad", "pasame la trualla",
"sapaporte" por pasaporte.
Actualmente descuido mucho que estas cosas me pasen por lo que las extraño
hoblirremente.
Pedro
Yo confundo:
inauguración con ignaguración y semáforo con semásforo.
María Eugenia de La Boca
Algo
lago; vaca cava; cenicero sin/cero; memoria me moría; real cereal; cruzo ruso;
llu/via rieles; verbo borvé; cuadro cuatro; muerdo muerto; sazonar razonar sonar
; las sal; coherencia con herencia; verso beso; agrado agravo; encuesta en
cuesta.
Diana Cegelnicki
Confundo: corruptos con políticos, Grassis y Von Vernicks con curas, Best
sellers con libros, silencio con tranquilidad, Liberación con Irak (etc),
hamburguesas con stericchia coli, jubilados con pordioseros, poesía con protesta
(y lo amo), obligaciones con deberes, sabiduría con conocimiento. No acostumbro
confundir palabras pero a veces me parece que me quieren hacer confundir
sentimientos. (PD: amor con calentura).
Roberto Germán López
Ahora aprendí a decir edulcorante (pero me costó mucho!!).
Rodolfo Soto
Me confundo sarpullido con salpullido ¿Cómo es?
Adriana Blanco
- Muchachos, están
hechos bosta, ¿por qué no se toman un descanso?
- Cuando tenés razón, tenés razón.
Taller cerrado por inventario.
Les dejaron un felices fiestas: Fernando Aíta y Alejandro Güerri
Dejáles un mensaje: niusleter@niusleter.com.ar
¡Espán, tu javie en gatán!
Vesre.
Al revés. Manera de hablar específica de ciertos núcleos, sobre todo en la
ciudad de Buenos Aires, consistente en invertir el orden de algunas o de todas
las sílabas de una palabra. Usado ante todo con sentido jocoso. La calle pasa
así a ser la yeca, el café es el feca, un petiso es un tisope. Para otras
palabras las reglas son un poco más complejas. Así, el vesre de "paisano" es
"sopaina", y no el previsible "nopaisa", mientras que el de "calzoncillo" es
"zolcillonca", en vez de "zoncillócal" o "cillocalzon". A veces ni siquiera hay
identidad entre las letras de una palabra y su vesre. El vesre de "pelotas" (en
el sentido de testículos) es "tarlipes". Y a veces ni siquiera coincide el
número de sílabas: el vesre de "uruguayo" es "yorugua", y el de "pantalón",
"lompa". Lo curioso es que un argentino sabe intuitivamente cuál es el vesre
exacto de la más polisilábica de las palabras.
Del Diccionario Argentino-Español (para españoles) de Alberto J. Miyara
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¿Qué vesre
se le ocurren de las siguientes palabras?
estatua:
arvejas:
dentrífrico:
murciélago:
curiosidad:
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