Ñ u s l e t e r
#36
-mensaje deportivo de divulgación literaria-
"OREJA - ¿Le interesan los deportes?
OJO - Sí, ese medio de comunicación, es bastante práctico." Tristán Tzara.
PROSA |
El relator amenazado | Mariano Fiszman |
ETIMOLOGÍA | Deporte |
GRAFFITTI
TALLER
LITERARIO | Pretemporada |
POEMAS | Pequeña oda a un negro boxeador cubano
| Nicolás Guillén |
ENCUESTA
CUALQUIERA | La magnífica historia del juego de pelota
|
DEFINICIÓN | Changüí | Linchar |
RESPUESTAS
AGRADECIMIENTOS
SUSCRIPCIONES
El relator amenazado
El
cigarrillo tembloroso del relator amenazado no terminaba de acertarle a la
llama. Cabrera es el hombre mejor dotado del campo de juego, decía el
comentarista, sosteniendo el fósforo encendido a la derecha del relator. De gran
sensibilidad, especialmente en el empeine de su pie izquierdo, y que se mueve
por todo el frente de ataque. Y está complicando, enfatizó, mientras soltaba el
cabo caliente del fósforo, a la defensa local.
El relator amenazado lo miraba afinando los ojos, sin
disimular su desconfianza, dejando que el fuego atravesara sus papeles con un
ojo negro. El comentarista era ventrílocuo, lo que le hubiera permitido emitir
la amenaza sin inconvenientes. Era su primer y principal sospechoso. Desde
siempre lo había perturbado esa habilidad o trastorno del otro, se le mezclaban
las fantasías acerca del cuerpo y sus deformaciones con el miedo a lo
sobrenatural, la locura o el abismo al que alguna vez se había asomado de la
mano de un médium, el mundo de los fantasmas.
El comentarista era un personaje repulsivo, de ojos gomosos,
bigote fino y manos entrelazadas sobre el abdomen, que aparentaba estar en
silencio cuando el relator recibió la primera amenaza. Promedia la primera
mitad, decía el relator, el juego sin ser vistoso es emotivo y los bravos de
Atlanta y Platense se prodigan sin reservas, cuando en sus auriculares se coló
una voz. Cuando termine el partido, dijo la voz, me oís, hubo un silencio, te
mato. El relator se petrificó, mudo, tensos los músculos del cuello, el
cigarrillo que estaba fumando se rompió entre sus dedos y simultáneamente la
defensa local se detuvo como un reloj, parecía haber una relación entre su
silencio y la inmovilidad de esos jugadores, congelados ante los amagues del
hábil Cabrera que aprovechó para tirar un centro a la cabeza del nueve, y cuando
la pelota cruzaba la línea, el arquero, zambulléndose, evitó el gol.
Reforzando el sentido insólito de esta secuencia, hubo un
movimiento simétrico: el impulso del arquero le devolvió la voz al relator, que
pareció despertar con la palabra Carnevali en los labios, salva su valla,
gritaba, con una atajada de otro mundo.
Quiso encender otro cigarrillo, aprovechó el aire que le daba
la intervención del comentarista para respirar profundamente, relajarse, medir
el ambiente de la cabina. Detrás suyo, el operador y un auxiliar jugaban al
truco con aparente desdén. Giró rápido a la izquierda, sólo una pared mal
revocada, sombras. Más allá de esa pared los otros relatores, sus dudas se
extendieron sobre la competencia como un balde de pintura negra sobre un traje
de novia. Los deseos de hundirlo, ahora que la audiencia lo había elegido como
su favorito, podían justificar cualquier acción. La amenaza era otra manera de
interferir, como esos baches de silencio o músicas extrañas o ruidos que a veces
se colaban en su frecuencia. No olvidaba que estas luchas a veces se habían
dirimido con una carga explosiva en la base de la antena transmisora y otras,
directamente, con la eliminación física de los interesados.
Empezaba a invadirlo el miedo, y para ahuyentarlo y porque la
amenaza no se repetía, se impuso creer que no habría otra, es más, que ésta no
había existido, que eran ideas suyas o una confusión. En voz bien alta dijo,
ante el micrófono abierto, si alguien había oído algo raro. Los técnicos le
clavaron sus miradas incrédulas en la nuca y el locutor comercial, sentado a la
derecha del comentarista, contra la otra pared, juntó los dedos en signo de
pregunta, después señaló la cancha abajo y abofeteó el aire. Era un tipo
malhumorado y amargo, un nuevo sospechoso. El orden jerárquico establecido en
las transmisiones justificaba esa posibilidad. Mientras que el nombre del
relator llevaba fondo de trompetas y antecedía a todos, el locutor comercial
apenas era anunciado, como un buen amigo que pasara por ahí a la hora de la
transmisión. El relator era la figura, el nervio, la poesía y la prosa. El
locutor comercial se limitaba a poner su voz al servicio de eslogans gastados,
siempre iguales, y como el cajero del banco, no por contar más billetes ganaba
más. El relator amenazado miró las manos del locutor que ordenaban los avisos.
¿Sería posible? ¿De qué manera habría podido emitir la amenaza? Usaba bifocales.
Le supuso un cómplice, seguramente una mujer, echando leña al fuego de su
frustración hasta convencerlo de la necesidad de un acto de justicia,
prometiéndole ayuda mientras cubría con caricias sus canas. Una escena más bien
clásica. Recién ahí se dio cuenta de que ignoraba el género de la voz
amenazadora.
La segunda amenaza no le permitió averiguarlo. Era una
grabación. Cuatro o cinco segundos de llanto. El llanto de su padre muerto. El
mismo sonido tristísimo y alargado, agudo, como de lobo, que le daba profundidad
al silencio del fondo. Imitado, aparentemente, con exactitud. El comentarista
anotaba algo en su cuaderno. Quién aseguraba que no estuviera dando un discurso
con las tripas o lo que usara para hablar. Lo había visto hacerlo en las fiestas
de fin de temporada de la emisora. Dominando la desolación de una mesa cubierta
de manchas, sin abrir la boca, las manos siempre unidas sobre el abdomen,
accedía a burlarse de los jefes. Sólo era perceptible un frunce en los labios,
más finos, y la dilatación de las pupilas.
Ahora, desde su asiento, no alcanzaba a verle la cara, pero
la naturaleza del mensaje casi lo descartaba como sospechoso. También al locutor
comercial, que leía una tanda ajeno a todo. El llanto de su padre. El mismo lo
había oído apenas dos veces, una muerte, el miedo a la muerte. Empezó a sentir
un miedo más profundo, inhumano. (...)
Lea "El relator amenazado" completo acá.
Mariano Fiszman nació en Buenos Aires en 1965. Lleva dos libros de cuentos publicados: Trama (1987), con Eduardo Rubinschik, y El antílope (1999), ya en solitario, del cual copiamos el relato del relator. En el 2002, dio a conocer su primera novela, Nuevas cenizas. Vive, en Buenos Aires.
DEPORTE
'placer, entretenimiento', antiguo hacia 1440 (y depuerto, siglo
XVIII), derivado del antiguo deportarse
'divertirse, descansar', hacia 1260, y éste del latín DEPORTARE 'trasladar,
transportar' (pasando quizás por distraer la mente); en el sentido moderno de
'actividad al aire libre con objeto de hacer ejercicio físico' deporte
fue resucitado en el siglo XX para traducir el inglés sport ídem (que a
su vez viene del francés antiguo deport, equivalente del castellano
deporte).
DERIV. Deportivo, deportista, S. XX.
"Reina: Apurate que es tarde". En Trelles y San Martín (Paternal). Anotó Ale.
"Mujeres = Basura". Visto a la vuelta del Centro Cultural del Sur por Nati Kiako.
"Hasta el sonido
más insignificante
expresa un sentimiento
se convierte en música.
Charlie fnca". Escrito bajo el puente
de la ruta 197 sobre las vías del tren, estación Gral. Pacheco. Enviado por
Claudio Caldini.
Sr. Barrabrava, ¿lo abruma la falta de originalidad de sus cantitos? ¿Quiere darle vuelo al fervor de sus vísceras, para que alcance la tribuna opuesta y golpée como una escupida el rostro humillado de sus rivales?
Aguante el Taller Literario. Encuentros semanales de lectura y escritura.
Alientan: Fernando Aíta y Alejandro Güerri
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Pequeña oda a un negro boxeador cubano
Tus
guantes
puestos en la punta de tu cuerpo de ardilla,
y el punch de tu sonrisa!
El Norte
es fiero y rudo, boxeador.
Ese mismo Broadway,
que en actitud de vena se desangra
para chillar junto a los rings
en que tú saltas como un moderno mono elástico,
sin el resorte de las sogas,
ni los almohadones del clinch;
ese mismo Broadway
que unta de asombro su boca de melón
ante tus puños explosivos
y tus actuales zapatos de charol;
ese mismo Broadway,
es el que estira su hocico con una enorme lengua húmeda,
para lamer glotonamente
toda la sangre de nuestro cañaveral.
De
seguro que tú
no vivirás al tanto de ciertas cosas nuestras,
ni de ciertas cosas de allá,
porque el training es duro y el músculo traidor,
y hay que estar hecho un toro,
como dices alegremente, para que el golpe duela más.
Tu
inglés,
un poco más precario que tu endeble español,
sólo te ha de servir para entender sobre la lona
cuanto en su verde slang
mascan las mandíbulas de los que tú derrumbas
jab a jab.
En
realidad acaso no necesites otra cosa,
porque como seguramente pensarás,
ya tienes tu lugar.
Es bueno, al fin y al cabo,
hallar un punching bag,
eliminar la grasa bajo el sol,
saltar,
sudar,
nadar,
y de la suiza al shadow boxing,
de la ducha al comedor,
salir pulido, fino, fuerte,
como un bastón recién labrado
con agresividades de black jack.
Y ahora
que Europa se desnuda
para tostar su carne al sol,
y buscan en Harlem y en La Habana
jazz y son,
lucirse negro mientras aplaude el bulevar,
y frente a la envidia de los blancos
hablar en negro de verdad.
Nicolás Guillén llegó al mundo por Camagüey, Cuba, en 1902. Hijo de un senador, estudió derecho un año pero luego se dedicó al periodismo y la poesía. En 1930 publicó Motivos del son, poemas populares escritos en el ritmo de ese baile cubano, y al año siguiente Sóngoro cosongo, profundizando la misma línea. Otros de sus libros fueron West Indies Ltd. (1934), Cantos para soldados y sones para turistas, y España, poema en cuatro angustias y una esperanza (1937; el último impreso en Valencia en plena guerra civil), y en El son entero se reunieron sus poemas inéditos.
1- Tenemos a Los
Pumas del rugby, Las Leonas del hockey, Los Tigres del handball, y Las Avispas
del fútbol. ¿Con qué animal bautizaría a las siguientes selecciones?
a- Copa Davis
b- básquet
c- patinaje artístico
d- ping-pong
e- esgrima
f- otros:
2- ¿Se le ocurre algún deporte nuevo? ¿En qué consiste?
3- Lo importante, ¿es competir?
Envíe sus respuestas a: niusleter@niusleter.com.ar.
La magnífica historia del juego de pelota
[...] De
todas las formas que uno se imagina para utilizar una pelota, el juego de pelota
es, sin duda, la más ingeniosa, la más sabia, la más difícil, la que exige mayor
número de cualidades diversas, desde la fuerza hasta la destreza, desde el
criterio hasta la prontitud. Esto no impide que sea también una de las más
antiguas, ya que todo parece concordar para convencernos que el juego de pelota,
como muchas otras riquezas, flores, pastelerías, cortesías, ha venido de Oriente
a Europa, y que el juego de "tchigan" que se jugaba en Persia con una pelota y
raquetas con cuerdas, se encuentre en el origen del juego moderno que se
denominó primeramente en francés, con un término casi igual: "chicane", y se
sabe, por otra parte, que la palabra "raqueta" viene del árabe "rahat", que
significa la palma de la mano.
Fué la invasión de los sarracenos en el Sur de Europa lo que
nos trajo la palabra y el objeto, y este juego puede por consiguiente jactarse
de una larga carrera. De Francia fué transportado a Inglaterra, contrariamente a
lo que hoy podría creerse, y la prueba está en el hecho de que las
particularidades del local donde se juega a la pelota llevan todavía en
Inglaterra nombres franceses. [...]
Es verdad que el juego de pelota le costó a Francia tres
reyes: Luis X y Francisco II, que murieron después de haber jugado, y el
infortunado Carlos VIII, que se golpeó la frente contra una viga, que todavía
muestran en el castillo de Ambroise, por haber querido ir apresuradamente al
juego de pelota.[...]
Formaba parte de la práctica corriente de la vida, y su auge
hacía nacer iniciativas de las cuales nuestra época deportiva no conoce
equivalente. ¿Puede uno imaginarse que la municipalidad de Orleans llegase hasta
hacer construir una cancha de pelota flotante para Francisco I, cuando este rey
se trasladó por el Loira de Gien a Orleans? [...]
Durante todo el siglo XVII y hasta parte del XVIII, las
verdaderas salas de espectáculos en la mayor parte de las ciudades de provincia
de Francia, y hasta en París, no fueron sino canchas de pelota. Sólo éstas
ofrecían un espacio suficientemente grande, cerrado y cubierto, que pudiera
adaptarse a las representaciones. [...] y en esta vinculación hay que ver la
razón por la cual los teatros en Francia, aun los que no han sido construídos
para el juego de pelota, presentan la forma rectangular de las canchas, en lugar
de la forma semicircular de los teatros de Italia e Inglaterra. [...]
G. Jean Aubrey en Titanes de lo extravagante y raro, Ed. Anaconda, Bs. As., 1946.
Changüí: Voz del lenguaje informal que entre nosotros se aplica a la ventaja concedida en un juego o desafío. Dar changüí tiene un matiz entre despectivo y sobrador. Para los españoles significa trampa o engaño. Se le atribuyen los más variados orígenes, desde el afro hasta el andaluz y el quechua. Incluso se ha sugerido que es deformación de sandwich.
Linchar: Del nombre del capitán Charles Lynch (1742-1820), quien organizó en Virginia (Estados Unidos) bandas que sin intervención de ningún juez cazaban y ejecutaban a los presuntos delincuentes.
En Tres mil historias de frases y palabras que decimos a cada rato, Héctor Zimmerman, Aguilar, Buenos Aires, 1999.
¿A qué celebridad invitaría a un programa de entrevistas? ¿Qué pregunta/s no podría evitar hacerle?
A Dios. Díganos la
verdad, usted no puede mentir, ¿está algo confundido?
Fernando Chamorro
Cecilia Bolocco de
Menen -¿Creés en el matrimonio?
Diana Cegelnicki
A Riverito. Le
preguntaría por qué ese ensañamiento con el ocho.
Isztván Karl
Béhstork
Todo aquel que inicia
un programa de entrevistas, en algún momento (que generalmente es el primer
programa) invita, casi inevitablemente, a Enrique Pinti. Por lo tanto, mi
programa de entrevistas va a contar con la presencia estelar del mencionado
actor (decir "verborrágico" cuando se habla de este personaje también es un
lugar común). Y, obviamente, para no pecar de original, tendría que preguntarle:
"¿Y cómo describiría usted, Pinti, la situación actual que está atravesando la
Argentina?"
Silvina Rodríguez
¿Formó parte (o quiso formar parte) alguna vez de algún club de fans? Si no, elija una celebridad X e invente un nombre para el club de fans de la misma.
Una vez intenté
formar parte de un club de fans, de esos que se juntaban en la puerta de Galería
Jardín. Por suerte me di cuenta a tiempo y no lo hice (era una adolescente
medianamente perturbada).
Silvina Rodríguez
No formé, ni quise.
La celebridad elegida es Mariano Valcarce, soporte técnico. Y el club de fans se
llama: Admítenos en tu Parnaso.
Fernando Chamorro
Los laureles que te
coronan también sirven para el tuco, Mariano Valcarce, Director Técnico.
Cuatro Comunicadores Visuales -Diseño y Comunicación- nos prestó una compu.
Mauro Oliver
Juancho Ghigliani
Artilaria, Cultura y Comunicación
Pilar Lagos
Natalia Licovich
A todos los enamorados y las enamoradas.
Mariano Valcarce, Soporte Técnico, recomienda "ser meticuloso".
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