Ñ u s l e t e r
#33
-cafetín literario-
atendido por sus dueños
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"¡Horas europeas, productivas, atrapadas / entre maquinarias y quehaceres útiles! // Grandes ciudades detenidas en los cafés, / en los cafés -oasis de inutilidad ruidosa/ donde se cristalizan y se precipitan / los rumores y los gestos de lo Útil." Fernando Pessoa
POEMAS
| Lugar de encuentro | Louis MacNeice
|
ETIMOLOGÍA
| Café |
CUALQUIERA
| Hay una deportista más en el mundo |
TALLER LITERARIO
| Verano |
PROSA
| Un sueño realizado | Juan Carlos Onetti || Japón
descubre el café | Mark Pendegrast |
DEFINICIÓN
| Brasileño l Boludo |
GRAFFITTI
ENCUESTA
RESPUESTAS
ENLACES
| Enanos | Diseño |
AGRADECIMIENTOS
SUSCRIPCIONES
Lugar de encuentro
El tiempo estaba ausente y en otra parte,
Había dos vasos y dos sillas
Y dos personas con un solo pulso
(Alguien paró la escalera mecánica):
El tiempo estaba ausente y en otra parte.
Y ellos no estaban ni arriba ni abajo,
La música del torrente no paraba
De fluir a través del brezo, marrón límpido,
Aunque ellos se sentaban en un café
Y ellos no estaban ni arriba ni abajo.
La campana silenciosa en el aire
Sosteniendo su postura invertida,
Entre clangor y clangor una flor,
En bronce un cáliz de ningún ruido:
La campana silenciosa en el aire.
Los camellos cruzaban las millas de arena
Que se extendían en torno de las tazas y platos;
El desierto era suyo, ellos planeaban
Repartir las estrellas y dátiles.
Los camellos cruzaban las millas de arena.
El tiempo estaba ausente y en otra parte.
El mozo no venía, el reloj
Los olvidaba y el vals de la radio
Surgía como agua de una roca:
El tiempo estaba ausente y en otra parte.
Los dedos de ella sacudieron la ceniza
Que florecía de nuevo en árboles del trópico:
Sin importar si los mercados colapsan
Cuando ellos tenían bosques tales como estos.
Los dedos de ella sacudieron la ceniza.
Dios o lo que quiera que significa el Bien
Alabado sea porque el tiempo puede pararse así,
Porque lo que el corazón ha entendido
Puede verificarse en la paz del cuerpo,
Dios o lo que quiera que significa el Bien.
El tiempo estaba ausente y ella estaba aquí
Y la vida ya no más lo que era,
La campana silenciosa en el aire
Y todo el salón un resplandor porque
El tiempo estaba ausente y ella estaba aquí.
Louis MacNeice vino a este mundo
en 1907, en Belfast (Irlanda). Estudió en Inglaterra, donde trabó amistad con
Wystan Hugh Auden, con quien realizaron el libro Cartas desde Islandia.
Integró el grupo de poetas de Oxford, aunque no compartió el vuelco hacia el
marxismo de sus compañeros. Pasó la década del 40 en Estados Unidos y a su
regreso a Inglaterra comenzó a trabajar para la BBC como productor de programas
de radio. Tradujo a Goethe y a Esquilo, escribió periodismo, libros de crítica
literaria y muchos poemarios: entre ellos, Blind Fireworks,
Poems, The Earth Compels, Plant and Phantom,
Holes in the Sky, Solstices y The Burning Perch. Murió de
neumonía en 1963.
1- Usted se decide por un café u otro de acuerdo con:
a- lo que hay en las paredes
b- el sabor del café o las minutas
c- quién atiende
d- la clientela
e- la privacidad
g- otros:
2- ¿Por qué no se brinda con café?
3- ¿Tiene recuerdos de cafés? ¿Cuál es el peor? ¿Y el mejor?
Envíe sus respuestas a: niusleter@niusleter.com.ar
CAFÉ, 1705. Del turco kahvé ídem (que viene del árabe qáhwa, aplicado al vino y al café), tomado por conducto del italiano caffé.
DERIV. Cafetera, 1729, del francés cafetière. Cafetero, 1765-1783, que se aplicó también al arbusto de café, de donde se extrajo cafeto, 1836; cafetal, 1832; cafetería, creado en Méjico, pero propagado por los Estados Unidos, en parte con sentido nuevo. Cafeína, 1867.
Hay una deportista más en el mundo
Nota: En el deporte, si un aficionado quiere participar en el torneo, le llamamos "deportista". Taichichuan en China se considera un deporte, por eso si un practicante quiere competir la forma de taichichuan, lógicamente se puede llamar "deportista". El deportista de taichichuan. Título de este artículo, "hay un deportista más", es por esta explicación.
La Sra. Anne vino a la plaza Rodríguez Peña a practicar taichichuan con nosotros
por recomendación de la Sra. Rosalía que es maestra de Yoga, con más de 30 años
de enseñanza en el Club Gimnasia y Esgrima. Encontré que a ella le gustaba mucho
taichichuan y seguía bien los movimientos de los alrededores. Después de más de
un mes, porque vi que ella venía normalmente cada martes, le propuse que sería
mejor tomar la clase individual.
(...) En el mes de Julio fue a visitar a sus padres. Cuando
volvió, no dijo:"no pude practicar, ahora quiero aprender de cero". Le enseñé la
forma de la espada enseguida y le pedí que la preparara bien para el torneo "2°
copa de los dragones de Shaolin".
Ella siempre habla de la palabra "experiencia". Esto explica
que ella sabe profundamente la importancia de "experiencia", por eso sin duda
dijo: "quiero ir". (Porque algunos pueden contrapreguntar, "puedo ser?)
El torneo fue el domingo 17 del mes pasado. Ella habló con su
marido cuidando dos hijos en casa. Porque todos los torneos a los que fuimos
fueron muy pesados, impuntuales, largos, el ruido fuerte, el aire sin
circulación, a veces muy caliente y sofocante. Competir no es fácil, competir en
paz tal vez sea más difícil. La competición de taichi es muy distintiva.
No importa ganar o no ganar. Tener las experiencias reales es
más importante. Después de la competencia estaba un poco cansada pero alegre.
El paso de progresión no paró, ella debía preparar el
programa de la exhibición del domingo siguiente.
Todo anduvo bien. Es como una deportista de taichichuan.
Leído en el n°3 de la imperdible Nuestro Taichichuan, redactada por el maestro Yuan Jun Min. Consiga su ejemplar y números atrasados en: nuestrotaichichuan@yahoo.com.ar
"Mata al patrón y hazlo salchichón." Al pie del parque Güel, en Barcelona. Leído por Alejandra Baldovin.
- Las cortinas al final del pasillo se abrieron súbitas como el sobretodo de un nudista. El capitán de la nave apareció con rostro severo. Dentro de cuarenta minutos nos hundiremos en el Pacífico. Evitemos escándalos inútiles. Por si acaso algún día encuentran los restos del avión, pueden grabar sus últimas palabras en la caja negra, dijo. La mayoría de los pasajeros dejó grabadas cursilerías y pelotudeces.
Déjese de joder.
Taller Literario. Encuentros semanales de lectura y escritura.
Coordinan: Fernando Aíta y Alejandro Güerri
Para más información, comunicarse al
4896-0140
o al 4205-4284.
O a las siguientes direcciones:
Un sueño realizado (fragmento)
(...)
Todo aquello estaba ahora de pie en la penumbra del comedor y
torpemente puse los cubiertos al lado del plato y me levanté. "¿Usted es el
señor Langman, el empresario de teatro?" Incliné la cabeza sonriendo y la invité
a sentarse. No quiso tomar nada; separados por la mesa le miré con disimulo la
boca con su forma intacta y su poca pintura, allí justamente en el centro donde
la voz, un poco española, había canturreado al deslizarse entre los filos
desparejos de la dentadura. De los ojos, pequeños y quietos, esforzados en
agrandarse, no pude sacar nada. Había que esperar que hablara y, pensé,
cualquier forma de mujer y de existencia que evocaran sus palabras iban a quedar
bien con su curioso aspecto y el curioso aspecto iba a desvanecerse.
- Quería verlo por una representación -dijo-. Quiero decir
que tengo una obra de teatro...
Todo indicaba que iba a seguir, pero se detuvo y esperó mi
respuesta; me entregó la palabra con un silencio irresistible, sonriendo.
Esperaba tranquila, las manos enlazadas en la falda. Aparté el plato con la
milanesa a medio comer y pedí café. Le ofrecí cigarillos y ella movió la cabeza,
alargó un poco la sonrisa, lo que quería decir que no fumaba. Encendí el mío y
empecé a hablarle, buscando sacármela de encima sin violencias, pero pronto y
para siempre, aunque con un estilo cauteloso que me era impuesto no sé por qué.
- Señora, es una verdadera lástima... Usted nunca ha
estrenado, ¿verdad? Naturalmente. ¿Y cómo se llama su obra?
- No, no tiene nombre -contestó-. Es tan difícil de
explicar... No es lo que usted piensa. Claro, se le puede poner un título. Se le
puede llamar El sueño, El sueño realizado. Un sueño
realizado.
Comprendí, ya sin dudas, que estaba loca y me sentí más
cómodo.
- Bien. Un sueño realizado, no está mal el nombre.
Es muy importante el nombre. Siempre he tenido interés, digamos personal,
desinteresado en otro sentido, en ayudar a los que empiezan. Dar muchos valores
al teatro nacional. Aunque es innecesario decirle que no son agradecimientos los
que se cosechan, señora. Hay muchos que me deben a mí el primer paso, señora,
muchos que hoy cobran derechos increíbles en la calle Corrientes y se llevan los
premios anuales. Ya no se acuerdan de cuando venían casi a suplicarme...
Hasta el mozo del comedor podía
comprender, desde el rincón junto a la heladera donde se espantaba las moscas y
el calor con la servilleta, que a aquel bicho raro no le importaba ni una sílaba
de lo que yo decía. Le eché una mirada con un solo ojo, desde el calor del
pocillo de café, y dije:
- En fin, señora. Usted debe saber que la temporada aquí ha
sido un fracaso. Hemos tenido que interrumpirla y me he quedado aquí sólo por
algunos asuntos personales. Pero ya la semana que viene me iré yo también a
Buenos Aires. Me he equivocado una vez más, qué hemos de hacer. Este ambiente no
está preparado, y a pesar de que me resigné a hacer la temporada con sainetes y
cosas así... ya ve cómo me ha ido. De manera que... Ahora, que podemos hacer una
cosa, señora. Si usted puede facilitarme una copia de su obra yo veré si en
Buenos Aires... ¿Son tres actos?
Tuvo que contestar, pero solo porque yo, devolviéndole el
juego, me callé y había quedado inclinado hacia ella, rascando con la punta del
cigarrillo en el cenicero. Parpadeó:
- ¿Qué?
- Su obra, señora. Un sueño realizado.
¿Tres actos?
- No, no son actos.
- O cuadros. Se extiende la costumbre de...
- No tengo ninguna copia. No es una cosa que yo haya escrito
-seguía diciéndome ella. Era el momento de escapar.
- Le dejaré mi dirección de Buenos Aires y cuando usted la
tenga escrita...
Vi que se iba encogiendo, encorvando el cuerpo; pero la
cabeza se levantó con la sonrisa fija. Esperé, seguro de que iba a irse; pero un
instante después ella hizo un movimiento con la mano frente a la cara y siguió
hablando.
- No, es todo distinto a lo que piensa. Es un momento, una
escena se puede decir, y allí no pasa nada, como si nosotros representáramos
esta escena en el comedor y yo me fuera y ya no pasara nada más. No -contestó-,
no es cuestión de argumento, hay algunas personas en una calle y las casas y dos
automóviles que pasan. Allí estoy yo y un hombre y una mujer cualquiera que sale
de un negocio de enfrente y le da un vaso de cerveza. No hay más personas,
nosotros tres. El hombre cruza la calle hasta donde sale la mujer de su puerta
con la jarra de cerveza y después vuelve a cruzar y se sienta junto a la misma
mesa, cerca mío, donde estaba al principio.
Se calló un momento y ya la sonrisa no era para mí ni para el
armario con mantelería que se entreabría en la pared del comedor; después
concluyó:
- ¿Comprende?
Pude escaparme porque recordé el término teatro intimista y
le hablé de eso y de la imposibilidad de hacer arte puro en estos ambientes y
que nadie iría al teatro para ver eso y que, acaso solo, en toda la provincia,
yo podría comprender la calidad de aquella obra y el sentido de los movimientos
y el símbolo de los automóviles y la mujer que ofrece un "bock" de cerveza al
hombre que cruza la calle y vuelve junto a ella, junto a usted, señora.
Ella me miró y tenía en la cara algo parecido a lo que había
en la de Blanes cuando se veía en la necesidad de pedirme dinero y me hablaba de
Hamlet; un poco de lástima y todo el resto de burla y antipatía.
- No es nada de eso, señor Langman -me dijo-. Es algo que yo
quiero ver y que no lo vea nadie más, nada de público. Yo y los actores, nada
más. Quiero verlo una vez, pero que esa vez sea tal como yo se lo voy a decir y
hay que hacer lo que yo diga y nada más. ¿Sí? Entonces usted, haga el favor, me
dice cuanto dinero vamos a gastar para hacerlo y yo se lo doy.
Ya no servía hablar de teatro intimista ni de ninguna de esas
cosas, allí, frente a frente con la mujer loca que abrió la cartera y sacó dos
billetes de cincuenta pesos -"con esto contrata a los actores y atiende los
primeros gastos y después me dice cuánto más se necesita"-. Yo, que tenía hambre
de plata, que no podía moverme de aquel maldito agujero hasta que alguno de
Buenos Aires contestara a mis cartas y me hiciera llegar unos pesos. Así que le
mostré la mejor de mis sonrisas y cabeceé varias veces mientras me guardaba el
dinero en cuatro dobleces en el bolsillo del chaleco. (...)
Juan Carlos Onetti nació en
Montevideo en 1909. Es uno de los autores imprescindibles en lengua española del
siglo pasado. Ejerció el periodismo tanto en la capital uruguaya como en Buenos
Aires, dnde vivió un largo tiempo. Entre sus novelas pueden mencionarse:
El pozo, Tierra de nadie, La vida breve, Una
tumba sin nombre, La cara de la desgracia, El astillero y
Juntacadáveres. Su obra narrativa se completa con libros de relatos, tales
como Un sueño realizado y otros cuentos, El infierno tan temido
y Tan triste como ella. Onetti falleció en 1994 en Madrid.
Japón descubre el café
Incluso Japón, a pesar de su elaborada ceremonia del té, empezó a descubrir el
café durante la posguerra. El producto llegó a Japón por primera vez en el siglo
XVII, a través de un comerciante holandés que ejercía su actividad en la isla de
Dejima, el único puerto abierto al comercio extranjero. En 1888 abrió sus
puertas en Tokio la primera kissaten (cafetería), seguida por muchas
otras, a menudo frecuentadas por artistas y literatos *. Se desarrolló una
pequeña industria del café. En 1920, Bunji Shibata fundó Key Coffee en Yokohama,
y durante los quince años siguientes abrió oficinas en ciudades de todo Japón y
estableció sucursales en Corea, China y Manchuria. Después de la Segunda Guerra
Mundial surgieron otros tostadores. Tadao Ueshima, que había administrado una
Kobe kissaten antes de la guerra, abrió una sucursal en Tokio y
constituyó la Ueshima Coffee Company en 1951. En total había unos 200
tostadores, la mayoría de ellos concentrados en Tokio y Osaka.
Después de la guerra, Shibata trasladó la oficina principal
de Key Coffee a Tokio, cautivado por la influencia de las fuerzas de ocupación
norteamericanas, que habían llevado consigo el gusto por el café. Sin embargo,
aún no podía importar café legalmente y tenía que recurrir al floreciente
mercado negro. Después de 1950. cuando se permitieron oficialmente las
importaciones de café, cientos de kissaten aparecieron en las ciudades
japonesas, muchas de ellas con un atractivo especial. En algunas,
los clientes podían ver los noticieros mientras bebían café. Las cafeterías
Chanson presentaban cantantes. En 1955 abrió sus puertas en Ginza, el elegante
barrio de Tokio, una cafetería de seis plantas en la que había muñecas animadas
de tamaño natural, varias bandas y decoración en color púrpura. Algunas kissaten
seguían abiertas durante toda la noche y ofrecían rincones privados que se
hicieron muy populares entre las prostitutas y los delincuentes de poca monta.
Los japoneses quisieron imitar el próspero estilo de vida
occidental, a veces con resultados extraños. "En Tokio -comentó un escritor en
1956- las camareras bailan el mambo mientras llevan las tazas de exprés italiano
a las mesas, que forman parte de una decoración estilo vienés."
* En 1911 abrió el primer café. El precio exorbitante del café incluía una acompañante. Estos cafés fueron los precursores de los costosos bares de Ginza, y no deben confundirse con las costosas cafeterías japonesas.
Mark Pendergast, autor del libro
El café -historia de la semilla que cambió al mundo (del cual copiamos
un capitulito), nació en Atlanta (Estados Unidos) hace medio siglo. Periodista
de investigación y estudioso, Pendergast escribió también
Dios, patria y Coca-Cola, en el cual combina, como aquí, el análisis social
y el de mercado con lo anecdótico.
BRASILEÑO: "El argentino, que siempre había dicho brasilero, de un día para otro dijo brasileño. Ese día no fue hace mucho. En mi juventud decíamos brasilero, sin dejarnos convencer, aparentemente, por los cafés La Brasileña, que abundaban en nuestra ciudad. Digo aparentemente, porque en definitiva el cafetero purista salió con la suya." (Ícaro Astul, Género libre, o Del Cosmopolita al Bataclán, 25 de mayo, 1978.)
BOLUDO: Palabra de gran aceptación entre señoras. "No seas boluda." Veáse Pelotudo en algún otro diccionario.
En el Diccionario del Argentino exquisito, de Adolfo Bioy Casares.
¿Cuáles serían las mayores atracciones de su paraíso?
Pianos, hamacas paraguayas, cantidades infinitas de cerveza y pochoclo.
Juan Manuel el tano
a)
Poder darle patadas en el culo a toda la ex-curia, con zapatos de buzo.
b) Canilla y tenedor libre.
c) Que lo feo fuera lo bello.
d) Que lo único vertical fuera la famosa sonrisa.
Fernando Chamorro
La
cosa rara.
Darío Cánovas
A)
Dulce de leche free.
B) Se puede saber lo que el otro está pensando con sólo mirarlo. Ojo: nuestros
pensamientos dejan de ser privados aussi, so se logra la pureza tan buscada.
C) Como ven el lenguaje es una mezcoleta de varios, con dominancia del español
(el idioma para hablar con Dios)
D) La sensación de recién afeitado dura dos semanas.
Lisandro Grané
los
libros, las bebidas, el nudismo, la música de pink floyd sonando a toda hora...
Gustavo Zanella
Escribir un cuerpo sagrado en el vacío de todos sus agujeros.
Diana Cegelnicki
Conozca al Frente de Liberación de Enanos de Jardín:
http://www.geocities.com/enanojardin/sh-flnj.html
Estudio de comunicación que edita Matar al mensajero:
http://www.cuatrocv.com
Recomendános una película, Mariano Valcarce, Soporte Técnico.
Santiago Sylvester.
Juan Valdez.
A todos los buenos mozos y las buenas mozas.
A quienes nos reciben.
A quienes nos re-envían.
A quienes nos escriben.
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