Ñ u s l e t e r


#20

-criatura de divulgación literaria-

 

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"Existen seres a los que se denomina efímeros, a causa de la breve duración de su vida: nacen en el vino y, cuando se abre la tinaja, salen volando, llegan a la luz y mueren. Es decir, que la Naturaleza les otorga la posibilidad de ver la luz, pero los libera prontamente de las penurias de la vida, de modo que no adquieren conciencia de sus propias desgracias ni presencian las desgracias de los demás." Claudio Elíano


ÍNDICE

POEMAS | Cómo amar lo imperfecto | Roberto Juarroz || El rasguño | Raymond Carver |
ENCUESTA 
DEFINICIÓN | Centauros |
CUALQUIERA | Etapas de la hipnosis |
TALLER LITERARIO
GRAFFITTI
FIGURITAS | Hipérbaton |
PROSA | Tristán e Isolda | Gottfried von Strassburg || A Bao A Qu | J. L. Borges y M. Guerrero |
AGRADECIMIENTOS
SUSCRIPCIONES


POEMAS

Cómo amar lo imperfecto

¿Cómo amar lo imperfecto,
si escuchamos a través de las cosas
cómo nos llama lo perfecto?

¿Cómo alcanzar a seguir
en la caída o el fracaso de las cosas
la huella de lo que no cae ni fracasa?

Quizá debamos aprender que lo imperfecto
es otra forma de la perfección:
la forma que la perfección asume
para poder ser amada.

Roberto Juarroz nació y murió en Buenos Aires (1925-1995). Se graduó en Filosofía y Letras en La Sorbone de París, y fue catedrático de la UBA por treinta años. Dirigió la revista Poesía=Poesía junto a Mario Morales, y escribió numerosos ensayos sobre poesía. Desde 1958 comenzó a publicar sus poemas bajo un mismo título: Poesía vertical. El decimotercer volumen apareció en Francia, edición bilingüe, en el '93. El decimocuarto (póstumo) en 1997.

El rasguño

Me desperté con una mancha de sangre reseca
pegoteada sobre uno de mis párpados. Un arañazo,
profundo, cruza transversalmente las arrugas de mi frente.
Sin embargo, últimamente, he estado durmiendo solo.
Y me pregunto por qué un hombre, incluso en un mal sueño,
alzaría la propia mano para lastimarse la cara.

Esta mañana pretendo responder esta pregunta
y otras similares, mientras observo en silencio
mi cara se refleja en los cristales de la ventana.


La telaraña

Hace unos minutos salí a la galería.
Desde ahí podía ver y oír el agua,
y todo lo que me ha venido sucediendo
durante estos años.
Hacía mucho calor y todo estaba muy tranquilo.
La marea se había retirado.
Los pájaros ya no cantaban.
Apoyé la espalda en una columna del alero, y
al realizar este movimiento
mi frente rozó una telaraña
que se enredó en mi pelo.
Di media vuelta,
entré nuevamente en la casa.
Sé que nadie podrá culparme
de haber tomado esta decisión.
Todo seguía muy quieto y caluroso.
No soplaba ni una leve brisa.
El mar era un espejo de acero silencioso.
Me saqué
la telaraña del pelo
y la colgué de la pantalla de la lámpara.
Ahora cuando mi aliento la toca
tiembla suavemente. Un tejido,
complejo, intrincado. Flotando en la turbulencia
de mi aliento tibio.
Pienso...
No ha de pasar mucho tiempo antes de que alguien
comprenda que he abandonado este lugar.



Raymond Carver (1939-1988) es más conocido por su producción narrativa: cuatro colecciones de cuentos (De qué hablamos cuando hablamos de amor, Catedral, Tres rosas amarillas, ¿Quieres hacer el favor de callarte, por favor?), en las que cualquier episodio cotidiano se convierte en un evento levemente extraño. Tildado de minimalista, se habla de su estilo como de realismo sucio pero el poder corrosivo de sus relatos excede esas y otras clasificaciones. Sus poemas, de tono intimista, fueron recogidos en algunos libros, como Ultramarina y Donde el agua se junta el agua. Una antología de sus cuentos, Shortcuts, fue llevada al cine por Robert Altman (aquí la película se conoció con el nombre de Ciudad de ángeles).

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ENCUESTA

1- ¿Qué libro se avergüenza de haber leído y disfrutado?

2- Usted lee:
        a- por negocios
        b- para tener tema de charla
        c- para no hablar
        d- para seducir
        e- porque el zapping no le alcanza
        f- otros:

3- ¿Qué relación guardan sus lecturas con sus prácticas sexuales? Ejemplifique.


DEFINICIÓN

Centauros. Mitología griega. Seres cuya mitad superior del cuerpo era humana y la otra mitad de caballo. Habitaban una región de Tesalia, y eran hijos de Ixión y de la Nube. Estaban armados con mazas y usaban con habilidad el arco. En las bodas de Piritoo e Hipodamia, donde fueron invitados, lucharon ferozmente contra los lapitas [ambos bandos proverbialmente ebrios]. Heracles [Hércules] consiguió arrojar a estos seres monstruosos fuera de Tesalia. En los combates, para atemorizar a sus enemigos, hacían un ruido espantoso con su voz, semejante a un relincho. Entre otros se conocen los nombres de Agrios, Aretos, Bianor, Eurinomos, Folos y Neso.


CUALQUIERA

Etapas de la hipnosis

    La hipnosis, considerada desde la teoría patológica de la Escuela de París, pasa por las tres etapas o períodos siguientes:
    1- Catalepsia: Se caracteriza por una disminución del tono muscular y la mirada posee una fijeza que constituye uno de los signos más característicos de este período, al igual que la inmovilidad. Los miembros conservan durante mucho tiempo las posturas más difíciles que se hayan indicado. Cuando se levanta al sujeto o se le cambia de sitio, no se observa ninguna resistencia. Son abolidos los reflejos tendinosos, no aparece hiperexcitabilidad neuromuscular ni flexibilidad cérea. Existe anestesia cutánea.
    2- Letargia: En este período aparecen los miembros en completo estado de flojedad muscular, obedecen a las leyes de gravedad, y cuando se levantan y se sueltan caen pesadamente. Los ojos aparecen cerrados o entreabiertos, y en los párpados existe un estremecimiento continuo. Hay hiperexcitabilidad neuromuscular en diferentes grados, pues va de una zona determinada a otra; de los miembros superiores a toda la musculatura del cuerpo. Existe analgesia completa de la piel y de las membranas mucosas accesibles, y los aparatos sensoriales conservan cierto grado de actividad.
    3- Sonambulismo: Esta es la etapa más profunda. El paciente está en relación con el hipnotizador solamente, siente la voz del mismo muy distante y no escucha las voces de las demás personas ni el ruido más intenso que se pueda realizar a su lado. Los párpados aparecen bajos sobre los globos oculares y estos se presentan convergentes y dirigidos hacia arriba.

Hipnosis: teoría, métodos y técnicas, Braulio Martínez Perigod y Moisés Asís, Editorial Científico Técnica, La Habana, 1985.

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TALLER LITERARIO

Encuentros semanales de lectura y escritura. 

Coordinan: Alejandro Güerri - Fernando Aíta.

Algunos motivos para asistir, o no, a los talleres: http://www.niusleter.com.ar/taller.htm

Comunicarse a estos teléfonos: 4896-0140 / 4205-4284.
O a las siguientes direcciones:
niusleter@niusleter.com.ar


GRAFFITTI

"Aquí se atenta contra los animales que son el símbolo de la libertad" Visto al lado de UCRA, Unión de Criadores Roller Argentina. (Los rollers son canarios). Enviado por Daniela Boquete.

"Mi cacerola no es antibalas" En una esquina de San Telmo. Anotado por Octavio Montiglio.

"La Santa Cede" Visto en el barrio de Villa Urquiza por alguien de Presidencia.

"Cambios enormes en el último minuto". Registrado en Matienzo y Freire (Colegiales)

"Aquí duermen, afuera gobiernan". En una de las paredes del cementerio de Chacarita.

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FIGURITAS

Hipérbaton: alteración muy evidente del orden habitual de una frase. Separación de palabras que deberían permanecer juntas, usada generalmente para enfatizar la primera de las palabras separadas o para crear cierta imagen o a los efectos de la rima y la métrica.

"Por escrito gallina una." (Cortázar)
"Cerrar podrá mis ojos la postrera / sombra que me llevare el blanco día..." (Quevedo)
"...alrededor girando de tu esfera."
"...hacen la vida par todas las cosas." (M. Hernández)


PROSA

Tristán e Isolda (fragmento)

   
Y cuando el día empezaba a clarear, cabalgó con premura en dirección al valle de Anfernigán. Allí habitaba el dragón, según se lee en la historia. Siguió cabalgando con precaución, y no tardó en contemplar el terror de sus ojos, el espantoso dragón. Por sus fauces despedía humo, llamas y tormentas como un hijo del diablo, y se dirigió hacia él. Tristán enristró la lanza y espoleó su caballo. Se acercó cabalgando con tal fuerza, que le atravesó con la lanza la garganta, desgarrándole las fauces e hincándosela en el interior del corazón. Él mismo chocó con su caballo contra el dragón con tal violencia, que hubo de abandonarlo muerto, escapando con vida a duras penas. El dragón volvió a atacar al caballo con sus dientes y su fuego, devorándolo hasta llegar a la silla. Pero al dragón le torturaba la lanza, que le ocasionaba grandes dolores, por lo que se apartó del caballo, dirigiéndose a una zona más rocosa. Su contrincante Tristán fue siguiendo su rastro. El animal condenado a morir marchaba delante de él, padeciendo unos dolores tales, que llenaba el bosque con su espantosa voz, quemando en su ira numerosos arbustos o arrancándolos de la tierra. Esto lo hizo con rabia hasta que el dolor pudo con él y hubo de introducirse bajo una escarpada. Tristán desenvainó su espada, creyéndolo indefenso. Pero no, era mucho más peligroso que antes. Sin embargo, la situación no era tan difícil como para que Tristán no hubiera atacado al Dragón y éste hubiera hecho lo mismo con él. Puso a Tristán en un aprieto tal , que éste pensó que iba a morir. No le daba ninguna opción y estuvo a punto de robarle la fuerza que necesitaba para combatir y defenderse.También es cierto que llevaba a su lado un gran ejército, pues llevaba consigo a la lucha humo y vapor y otros medios auxiliares como golpes y fuego, dientes y garras. Estos estaban afilados como cuchillos, y eran más puntiagudos y aguzados que una cuchilla de hundir. A pesar de ello, Tristán había intentado varias veces contraofensivas con tanto empeño, que el escudo se le había quemado en las manos hasta casi convertirse en carbón, ya que el dragón le había atacado con su aliento de fuego, del que sólo pudo escapar a duras penas. Pero esto no duró mucho tiempo. La serpiente asesina había llegado ya al punto en que empezaba a desalentarse y a sentir que la lanza le causaba tal dolor que tenía que echarse de nuevo para retorcerse atormentada de un lado a otro. Entonces Tristán no lo dudó por más tiempo. Se le acercó rápidamente. En el lugar donde estaba la lanza, le clavó la espada en el corazón hasta la empuñadura. Entonces el monstruo condenado a morir dejó escapar unos gritos y alaridos tan espantosos y horripilantes de sus fauces desgraciadas, que fue como si se desplomaran el cielo y la tierra. Este grito de muerte resonó a gran distancia y asustó tremendamente a Tristán. Cuando vio al dragón tirado muerte ante él, le abrió con gran esfuerzo la boca. Le sacó la lengua de la garganta y cortó un pedazo con la espada, que luego ocultó en su pecho, volviéndole a cerrar la boca.

Gottfried Von Strassburg, cuya identidad se desconoce, vivió en el medioevo, según atestiguan otros escritores del siglo XIII que lo mencionan en sus manuscritos. Se lo supone clérigo y oriundo de Estrasburgo, ciudad que le otorga su apellido... Los amores del joven Tristán y la bella Isolda, esposa del rey Marc, su tío, aparecen en el occidente medieval en la segunda mitad del siglo XII. Gottfried es el autor de la segunda versión alemana de esta historia. Antes que él, se habían escrito tres versiones del relato: la de Thomas d´Anglaterre, la de Béroul, ambos franceses, y la del escritor alemán Eilhart von Oberg. Por su riqueza formal, los entendidos se quedan con la de Strassburg.


A Bao A Qu

    Para contemplar el paisaje más maravilloso del mundo, hay que llegar al último piso de la Torre de la Victoria, en Chitor. Hay ahí una terraza circular que permite dominar todo el horizonte. Una escalera de caracol lleva a la terraza, pero sólo se atreven a subir los no creyentes de la fábula, que dice así:
    En la escalera de la Torre de la Victoria, habita desde el principio del tiempo el A Bao A Qu, sensible a los valores de las almas humanas. Vive en estado letárgico, en el primer escalón, y sólo goza de vida consciente cuando alguien sube la escalera. La vibración de la persona que se acerca le infunde vida, y una luz interior se insinúa en él. Al mismo tiempo, su cuerpo y su piel casi translúcida empiezan a moverse. Cuando alguien asciende la escalera, el A Bao A Qu se coloca casi en los talones del visitante y sube prendiéndose del borde de los escalones curvos y gastados por los pies de generaciones de peregrinos. En cada escalón se intensifica su color, su forma se perfecciona y la luz que irradia es cada vez más brillante. Testimonio de su sensibilidad es el hecho de que sólo logra su forma perfecta en el último escalón, cuando el que sube es un ser evolucionado espiritualmente. De no ser así, el A Bao A Qu queda como paralizado antes de llegar, su cuerpo incompleto, su color indefinido y la luz vacilante. El A Bao A Qu sufre cuando no puede formarse totalmente y su queja es un rumor apenas perceptible, semejante al roce de la seda. Pero cuando el hombre o la mujer que lo reviven están llenos de pureza, el A Bao A Qu puede llegar al último escalón, ya completamente formado e irradiando una viva luz azul. Su vuelta a la vida es muy breve, pues al bajar el peregrino, el A Bao A Qu rueda y cae hasta el último escalón inicial, donde ya apagado y semejante a una lámina de contornos vagos espera la próximo visitante. Sólo es posible verlo bien cuando llega a la mitad de la escalera, donde las prolongaciones de su cuerpo, que a manera de bracitos lo ayudan a subir, se definen con claridad. Hay quien dice que mira con todo el cuerpo y que al tacto recuerda la piel del durazno. En el curso de los siglos, el A Bao A Qu ha llegado una sola vez a la perfección.
    El capitán Burton registra la leyenda del A Bao A Qu en una de las notas de su versión de Las Mil y Una Noches.

 

Jorge Luis Borges con Margarita Guerrero en El libro de los seres imaginarios. Del señor Borges ya se sabe bastante, de la señora Guerrero (o señorita) prácticamente nada. En todo caso, el libro que resulta de esta dupla es feliz.

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AGRADECIMIENTOS:

Nos asombra con qué elegancia sobrellevás el peso de ser admirado, Mariano Valcarce, Soporte Técnico.
A quienes almacenan Ñusleter.
A quienes lo abren y devoran al instante.
A quienes convidan.


SUSCRIPCIONES

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