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187

 

 

-regalo de noches buenas-

 


 

"¿No comprendes que me da igual lo que sea?

 

¿Por qué no me lo entregas de una vez?

No te avergüences: me da igual que sea pequeño.

 

No seas mezquino: estoy preparada para la enormidad."

 

Sylvia Plath

 


 

ÍNDICE

 

PROSA | Porque sí  | Autores varios |  

GRAFFITTI  

TALLER LITERARIO | Augurios |

CUALQUIERA | Lo que yo vi |  
AGRADECIMIENTOS

ENCUESTA | Usted y las fiestas |

ENLACES | Personales |
RESPUESTAS | Buenas acciones, malas personas |
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Ñusleter 24hs

 


 

PROSA

 

Jarabe para la tos


Reacciones adversas: En pacientes sensibles
pueden observarse sedación, somnolencia,
alteración de la coordinación mental,
espesamiento de las secreciones bronquiales.
Los antihistamínicos producen potenciación
de la depresión de sistema nervioso central
con el uso simultáneo de barbitúricos
y/o el consumo de alcohol.
(Prospecto del Jarabe Benadryl)

 


    Un nuevo pedazo cae de mi pulmón. Se escabulle en el fondo del inodoro y se pierde como el monstruo del lago Ness. Una burbuja de aire se atora en mi garganta, la fría cueva húmeda, desabrida, pegajosa. El eructo suave cavernoso, pausado, resuena como un trueno. Tormento de mis pasiones asustadas, aparece la tuberculosa niebla, una niebla de polvo mojado que envenena el aire. En la madrugada se esparce mi vida y continúa derramándose, aun cuando estoy de pie contemplando con lastimosa parsimonia mi rostro enfermo, demacrado, pulcro. Después de las quinientas toses, una convulsión arrojó un excremento, un pedazo de musgo arrancado de mis entrañas, aquel monstruo que se escabulló. Esa masa verde, gelatinosa, caliente y humeante por fin sale del fondo del inodoro donde se había escondido. Con algo de dificultad, se para en el borde del mueble del baño y me habla en un idioma que no entiendo. A pesar de todo, resulta tan clara su expresión que comprendo lo que me quiere decir y entonces le suplico que todavía no, que no se vaya, que no me deje así con la garganta seca de palabras, los ojos llenos de niebla y el corazón agitado, sin saber por qué debe latir.

 

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Hilario González

 

 

 

La película interior

 

    –Rocío
    –¿Qué?
    –
    –¡¿Qué?!
    –Voy a preguntarte algo un poco extraño, bueno, no sé, quizás a vos no te parezca tan extraño, no sé... ¿Vos alguna vez, cuando te dan ganas, te imaginás colores?
    –¿Cómo colores?
    El tren tras la reja, vías contra las ruedas, una y otra vez, golpeando. Todo el silencio tiembla en los oídos.
    –Como si vieras luces y matices, gestos, caras –las manos gesticulan en el aire a contraluz. El tren comienza a frenar. –No sé, momentos.
    –¿Qué? No te escucho.
    –¿Ya llegó tu tren?

 

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Lucía Arambasic

 

 

 

El espectáculo (1er acto) 

 

    El primero fue uno de los más cortos. Como los que siguieron, empezó en esa mansión monstruosa, mezcla de partes construidas en distintas épocas, laberinto incómodo de cemento madera vidrio superpuestos. Ya en ese momento tuve conciencia de la estructura de cebolla del edificio: a medida que avanzaba hacia dentro, todo era más antiguo, lo nuevo quedaba atrás, y a cada paso la asfixia era mayor y también la sensación de estar siendo devorado lentamente. No voy a contar todos los detalles de cómo había llegado hasta ahí pero, al final del recorrido, el pasillo terminaba en una puerta cerrada. Algunos siglos (unos pocos) distanciaban esta parte de la construcción de lo más externo. El techo era tan bajo que obligaba a agacharse, más por asco a tocarlo que por miedo al daño físico. Adelanté con dudas una mano, y giré lentamente el picaporte.

 

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Gustavo Zini

 

 

 

Botellas

 

    Si no tomo no soy feliz. Eso me pasa con la bebida. Ya me di cuenta.

    Hay mojones en el camino. Hitos más o menos difusos. Cuando una mañana de invierno le puse whisky al café. Ahora no lo concibo de otra manera. ¿Cuánto hace que trabajo con una borrachera velada y furiosa? Ahí tomo para soportar. ¿Cuándo empecé a tomar también en soledad?

   

    La última Navidad desayuné con cerveza. Buen sabor, lenta progresión. No sé qué pasó el resto del día. Más cerveza. Al atardecer me encontré caminando sin rumbo por el suburbio. Un fino tamiz me separaba del mundo. Un perro sarnoso pasó con una menudencia colgando de su boca. Estallaban lejanos petardos. Pasé por la cuadra de la casa que tiene un león de yeso en la puerta. Los canteros de los árboles con cerámicos haciendo juego con el frente. Cerca de la esquina tres figuras. Con la vista un poco nublada definí los contornos. Me acerco y veo a las tres viejas. Todas ca-nosas. Ropas sin color. Una tiene una botella de sidra en la mano. La levanta con dificultad. Un levísimo movimiento, casi un espasmo.
    –Muchacho… ¿nos ayuda?

 

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Federico Merea

 

 

 

Amantes

 

    Él la penetraba rítmicamente como una máquina, concentrado, metódico. Durante años ella había disfrutado esa pasión, ese poder. Había alcanzado niveles de placer desconocidos en su vida anterior.
    Pero esa tarde su cabeza estaba lejos de su cuerpo, sin conexión. Los pensamientos anulaban sus sentidos. La angustia la hundía más profundo que el peso de él. Ella conocía la rutina con precisión. El desamor se haría presente después del sexo.

    Él se apura y aumenta el ritmo, hasta encontrar su propio placer. Descarga el orgasmo sobre el vientre tibio y se retira despacio.
    Tantos años como amantes, sin compromiso ni promesas. La ausencia de la palabra íntima, de la mirada tierna. Siempre en hoteles por hora con el tiempo justo, sin noches compartidas, sin desayunos.
 

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José Luis Pascuet

 

 

 

Cara


    Había litros borrachos en su estómago y otros tantos en el mío. Somos tan estúpidos que necesitamos esas muletas para decirnos algo. Cada uno soltó sus propias frases y pocos ratitos después nos saboreamos dentro de la boca. La fiesta no ofrecía muchas oportunidades para los amantes espontáneos. Ya mis manos desde el primer momento querían rasgar las vestiduras de Sergio y mi pelvis quería verse alineada con la suya. Mucho. Le dije otra frase alcohólica para salir de ahí. Él me contaba, divertido, cuánto le gustaba mi obscenidad, y yo me reía a lo turra.

    Durante la caminata no paraba de apretujarlo contra las paredes y lamerle la lengua. Yo quería caminar pero no podía. Me seducía tanto su inocencia y pacatez que tenía ganas de robarle todo fragmento de su intimidad y devorarlo, y vomitarlo. Una bulimia sexual. Esa enfermedad me causaba. ¡Qué estúpidos! Andábamos a risotadas y trastabilleos, conociéndonos partes. Quería tener tiempo de mirarle los ojos bonachones pero cuando me daba su beso el muy tonto los tapaba con sus párpados. Y yo, la muy tonta, lo llevaba más cerca de ese lugar.
 

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Nadia Hardy

 

 

 

Baygón

 

    Estabas dormido en posición fetal, parecías un niño. Tus manos unidas en el pecho abrazando un muñeco imaginario, tu boca en mueca, como a punto de sonreír. Yo te miraba, nerviosa desde mi costado oscuro de la cama. Eran las 3.15 de la mañana. Habíamos discutido y vos decidiste terminar la conversación dándome la espalda, para luego cerrar los ojos.

    En las últimas cuatro horas había hecho todo lo posible para calmarme y descansar. Pero tus palabras se metían una y otra vez en mi cabeza como puñaladas. ¿Cómo que no sabés si me querés? ¿Cuándo dejé de ser la misma de antes? Que no sabés lo que te pasa. ¿Por qué dormís? Hace cuánto que no sabés que no sabés Yo lo sé hace 4 horas y no puedo pegar ni un ojo y vos, ¿cómo hacés para dormir?
   

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Camila Scorticati

 


 

Salido de cuajo

 

    Uno
   –Disculpáme que te despierte, pero estás en mi asiento.
   Aún dormido, Juan interpretó la firmeza de esas palabras y se corrió al asiento junto al pasillo sin titubeos practicando una disculpa balbuceante entre amarga saliva. La propietaria del asiento junto a la ventanilla se sentó como una estampida e inmediatamente corrió la cortina clausurando la vista exterior.
   –¿Te puedo preguntar dónde estamos?
   –Azul –contestó ella mientras sacaba de su mochila unos auriculares enormes y el haz del foco le descubría el perfil de adolescente altanera.
   –Linda ciudad. La conozco muy bien. ¿Conocés a la familia Fr...?
   –Yo la detesto, no la volvería a pisar.
 

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Pablo Innocenzi

 

 

 

Espá

 

    Mi hermano venía de un año enfermizo, quilombos en el laburo, un divorcio, una pierna rota. Y con esto de las fiestas el pobre se empezó a bajonear, así que para Navidad le regalé un día de SPA para dos.
    –Para ir con quien quieras –le dije, guiñando un ojo. Sonrió.
    –Gracias.
    Y a la semana me llama para preguntarme si no lo acompañaba, que solo le daba no sé qué, que no había conseguido a nadie, que a Marta le habría encantado, pero que ya no... Y antes que siguiera, sí sí, claro, te acompaño, vamos cuando quieras. Avisáme y me reservo la tarde. Un lunes de enero, calor de esos que duelen. Era un edificio pituco, bien elegante. Yo no regalo cualquier cosa. Cuando entramos, el aire al mango y blanco por donde se lo mire. Yo seguía con los anteojos de sol puestos y me los levanté para saludar a la recepcionista, vestida con una túnica sugerente, blanca, a tono con el ambiente.
 

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Laura Kaczer

 

 

 

En 25 de Mayo y 3 de Febrero, del otro lado

 

    El extranjero llevaba quince minutos en el cruce de Ramón Falcón y Riobamba: un muchacho joven de frente abultada con las llaves de su departamento en una mano y un bolso de tela echado a un hombro. Una pareja pasó a su lado con un bulto envuelto en celofán del tamaño de un recién nacido, una mujer delgada de cabellos castaños y un hombre corto y ancho; pasaron hablando de un cierto pan dulce que habían comido la Navidad pasada y que sólo tenía pasas de uva; la mujer llevaba el paquete, el hombre caminaba con las manos en los bolsillos. El extranjero reparó en ellos y les pidió indicaciones, les contó de su tía y cómo había llegado caminando desde la estación. Ellos se detuvieron un instante, observaron su aspecto y siguieron camino. Había pasado también un chico en patines y un hombre de anteojos. Todos mostraron el mismo comportamiento y la misma distancia. El extranjero repetía su mensaje cada vez con más atención.
  Finalmente caminó hacia 3 de febrero por la calle Riobamba, apresurado y rabioso. Llevaba un pañuelo blanco bordado por su madre y un pequeño plano. Había un trazo de tinta en el camino entre la estación del ferrocarril y la casa de Emma Muñóz: la tía del extranjero.

 

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Mariano Cerrutti

 

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GRAFFITTI

 

"Colegio de mierda".
En una pared de la escuela 22, Av. Mitre al 2100, Avellaneda.

 

"Faso y bajón
4 ever"
.
En San Martín y Lemos (Avellaneda).

 

"Un segundo es demasiado".
En Loyola y Gurruchaga, Palermo algo.

 


 

TALLER LITERARIO

 

Felicidad y buenos deseos

de corazón le manda

 

Ñusléter. 

Encuentros de leer y escribir.

 

Con:
Fernando Aíta
Alejandro Güerri

 

Más información acá

O pregunte en: niusleter@niusleter.com.ar  

(Asunto: Taller literario).

 


 

CUALQUIERA

 

Lo que yo vi

Yo vi un toro bramar desde un nublado;
vi salir fuego de una cantimplora;
vi dar agua de nieve en un arado;
vi dos bueyes hablar a una señora;
vi a un mancebo comiéndose a un caballo;
vi dos perros jugar a la pelota;
vi dos muchachos muertos por un gallo;
vi dos pollos mandar la Sacra Rota;
vi al Padre Santo tragarse dos navíos;
vi al alto mar de miel y leche lleno;
vi un botijo fingir muchos desvíos;
vi a una dama comer tan sólo heno;
vi a una vaca cantar con melodía;
vi a un sacristán en coro todo el día.


Anónimo

Estos versos adquieren buen sentido si se puntúan en siguiente forma:

Yo vi un toro bramar; desde un nublado
vi salir fuego; de una cantimplora
vi dar agua de nieve; en un arado
vi dos bueyes; hablar a una señora..., etc.



Tomado de Los titanes de lo extravagante y raro, Ediciones Anaconda, Buenos Aires, 1946.

 

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AGRADECIMIENTOS

 

A todas las personas que ayudan a que el mundo se mantenga copado.

 


 

ENCUESTA

 

Usted y las fiestas 


1- ¿Cuál es su comida preferida de las Fiestas?

2- ¿Cuál fue el mejor regalo que encontró en el arbolito?

3- ¿Qué vestimenta le pondría a Papá Noel para que no se cague de calor?

4- ¿Se acuerda algún papelón de Nochebuena?


Respuestas y otras preguntas en:
http://niusleter.blogspot.com.

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ENLACES

 

~ Página de Alejandro Güerri

Cuentos nuevos y Podemos llamarlo un día en pdf. 

http://www.niusleter.com.ar/aguerri.html

 

~ Página de Fernando Aíta

Épica chusma completo en pdf, y muchas otras cosas. 

http://www.niusleter.com.ar/faita.html

 


 

RESPUESTAS

 

~ ¿Hizo alguna buena acción últimamente? ¿Qué?

 

Mi novia esta levemente embarazada.
Hace seis meses :)

J

 

~ ¿Cómo reconoce a una mala persona?

 

Al finalizar el dia hago un recuento. Con sumo cuidado saco los puñales de mi espalda los cuento y luego los divido entre la cantidad de gente que vi en el dia. Todas las generalizaciones son odiosas pero renueva mi confianza en la humanidad cuando el promedio diario es inferior a 1.

anónimo

 

Más respuestas y otras preguntas en www.niusleter.blogspot.com 

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