ñ u s l é t e r
-un amor de literatura-
# 172
"Vivir es fácil y, a veces, casi alegre.
Al hablar, confundimos; al andar, tropezamos;
al besarnos no existe un solo error posible..."
Gabriel Celaya
"Si en tus recuerdos ves algún día
entre la niebla de lo pasado
surgir la triste memoria mía
medio borrada ya por los años,
piensa que fuiste siempre mi anhelo..."
José Asunción Silva
"¡Cuando no tienes lo que amas,
entonces ama lo que tienes!"
Witold Gombrowicz
PROSA | Un amor para
toda la vida |
Sergio Bizzio
|
ENCUESTA
POEMAS |
El príncipe valiente |
Mujercitas |
Miguel Gaya
|
ETIMOLOGÍA | Serenata | Velar | Velo |
ÑUSLETER
en VIVO
| Amoroso |
DEFINICIÓN | Albergue transitorio | Alojamiento |
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Un amor para toda la vida
El
silencio que se hizo en ese momento es algo que aún hoy, casi 30 años
después, sigo oyendo con toda nitidez.
La
echaron. La reincorporaron al otro día.
Nosotros
habíamos quedado tan fascinados con Lisa que lo único que pudimos hacer a
partir de ese momento y durante algunas semanas fue odiarla. Pero mientras ella,
a su vez, odiaba desinteresadamente a las chicas, nos conquistaba con su
indiferencia y su osadía. Daba la impresión de bastarse a sí misma de una
manera que ninguno de nosotros había sentido nunca (la habíamos visto, pero no
la habíamos sentido).
Lalo
era nuestro líder –era el más fuerte– y enseguida estuvo de novio
con Lisa. Siempre creí que Lalo se puso de novio con Lisa para neutralizarla,
al menos al principio, pero estoy seguro de que ella lo amó desde el primer
minuto en que lo vio. El hecho es que Lisa llegó un 8 de septiembre y el 30 ya
estaba de novia con Lalo. Los veintidós días entre el 8 y el 30 la pasaron
midiendo sus fuerzas. No se enfrentaron nunca directamente: se limitaban al
arreo y recuento de adeptos; en los recreos o en la calle el que se acercaba a
Lisa era de la banda de Lisa y el que seguía con Lalo era de la banda de Lalo.
Así de simple. Lalo permitió durante dos o tres días que sus amigos volvieran
con él luego de hablar con Lisa; a partir de entonces, si Lalo hubiera sido un
asesino, habría estimulado el regreso de los que se habían atrevido a
acercarse a Lisa sólo para matarlos después. Yo era del bando de Lalo.
Nos
reuníamos cada noche en la cuneta de la esquina de casa después de cenar. Hablábamos
de nada, éramos expertos en eso. Y una de esas noches cayó Lisa. Venía sola.
Apareció de pronto y se deslizó con los talones sobre el borde de la cuneta
(jugaba todo el tiempo) hasta quedar sentada junto a Lalo.
–¿Qué
andan haciendo? –dijo.
Lalo
nos miró. Era la primera vez que nos miraba antes de hablar.
–Nada
–respondió–. ¿Vos?
–Yo
sí –dijo Lisa–. Estaba en casa más aburrida que una ostra (nunca
habíamos escuchado eso) y de golpe llega mi viejo y dice que compró un
televisor. Mañana lo traen.
–¿Televisor?
–dijo Dante con un cantito irónico. Dante nunca sabía cuándo burlarse y
cuándo sacarse el sombrero.
En
ese momento en la cuneta éramos cinco, y de los cinco yo era el único que tenía
un televisor. Lalo y los muchachos venían a casa todas las tardes después del
colegio a mirar Batman. Lalo era el
que más tiempo se quedaba, porque le gustaba la música y nosotros teníamos en
el living un combinado Ken Brown. Mi viejo, además, compraba un disco todos los
meses (en casa estaban todos los discos de los Beatles, un doble de los Bee
Gees, uno de Pérez Prado, uno de Tom Jones...). Lalo miró a Dante por encima
de un hombro, como si Dante acabara de decir una idiotez.
–¿No
oíste que dijo “televisor”? –le preguntó.
Los
otros estaban tan embobados con la aparición de Lisa que no se dieron cuenta de
que era un buen momento para reír. Dante bajó la vista. Lisa codeó a Lalo y
le preguntó:
–¿Cómo
se llama “éste”?
–Dante
–dijo Lalo.
Lisa
le dijo a Dante:
–Dante,
¿querés venir mañana a mi casa a mirar televisión?
Lalo
enderezó la espalda. Nunca nadie lo había desafiado así. La chica se burlaba
de nosotros o realmente quería robarse a uno de los nuestros en nuestra propia
cuneta.
Se
hizo un silencio.
Después
Lalo salió del agujero donde creíamos pasarla bien y le ordenó a Lisa que lo
siguiera.
Lisa se alejó con él unos quince o veinte metros. Todos la seguimos con la mirada. Cuando por fin se detuvieron, Lisa empezó a darle golpecitos en el pecho a Lalo con la punta de los dedos. Mientras tanto, hablaba. Hablaba mucho. Y lo hacía no como si estuviera discutiendo sino como si estuviera contándole algo. De pronto Lalo la agarró de la muñeca y le dobló el brazo. Lisa apoyó una rodilla en el suelo, riéndose. Su risa fue lo único que oímos. Se reía con soltura, con fluidez, como si hubiera pasado años preparándose para ser humillada así. (Mucho tiempo después Lalo me contó que, mientras él sostenía a Lisa de la muñeca, ella le dijo por lo bajo y sin dejar de reírse: “Boludo, me vas a hacer mear...”).
Lalo tenía su ideíta sobre el amor... Su padre había abandonado a su madre cuando Lalo tenía 5 años. Le dijo que amaba a otra mujer y que se iba a vivir con ella a la Capital pero que vendría a verlo cada quince días. Nunca volvió. Tiempo después la madre de Lalo volvió a casarse. Le dijo a Lalo que se había enamorado de ese hombre tan bueno al que él solía llevar la bicicleta para que le inflara las gomas. Cuando Lalo tenía 7 años, la madre abandonó a su nuevo esposo. Se fue y dejó a Lalo con el hombre bueno. El hombre era tan bueno que, para atenuar el sufrimiento de Lalo, le dijo que su madre se había enamorado de otro hombre, cuando en realidad había enloquecido, algo que Lalo no supo hasta muchos años después. En esa ocasión creyó en lo que le decía el hombre bueno: su madre se había enamorado de alguno de aquellos señores de traje verde que pasaron a buscarla en ambulancia. Así que Lalo quedó solo y al cuidado del hombre bueno, quien dos o tres meses después lo dejó para volver con su ex esposa. Lalo terminó viviendo en la casa de una tía a la que apenas había visto alguna vez, porque sus padres la odiaban. Y todo por amor.
Una
tarde, Lisa vino a casa. Yo tenía la impresión de que Lisa no me había mirado
ni siquiera una vez desde su llegada al pueblo, así que me sorprendí cuando la
vi entrar a mi cuarto. Entró como si conociera el lugar y me habló como si
continuara una conversación interrumpida un minuto atrás:
–¿Podés
decirle a Lalo que no sea pelotudo?
Le
pregunté a qué se refería y me dijo sin vueltas:
–No
quiere acostarse conmigo.
Me quedé helado. Lo próximo que recuerdo es que me encontré con Lalo y le conté lo que me había dicho Lisa. Lalo me escuchó en silencio. Cuando terminé de hablar, se quedó mirándome fijo durante unos segundos. Después bajó la vista.
–Me quiero casar con ella –murmuró.
[...]
Quiere saber qué pasa luego: clic aquí.
Sergio Bizzio (Villa Ramallo, provincia de Buenos Aires, 1966). El cuento que se publica es parte del libro Chicos (2004). Además sacó: las novelas El divino convertible (1990), Infierno Albino (1992), Son del África (1993), Más allá del bien y lentamente (1995), Planet (1998), En esa época (2001) y Rabia (2004); las obras teatrales "La china" y "El amor", escritas con Daniel Guebel; y los poemarios Gran salón con piano (1982), Mínimo figurado (1990), Paraguay (1995) y El abanico matamoscas (2002). Como director de cine, hizo la película Animalada.
~ ¿Cuándo un amor se vuelve imposible? (Dé un ejemplo)
y/o
~ Escríbale cuarenta palabras a un amor imposible.
Envíe sus respuestas a: niusleter@niusleter.com.ar
El Príncipe Valiente
Ella usaba el pelo
como el Príncipe Valiente
y modales impropios
de familia real
Combatimos mucho
en batallas privadas
y nunca hubo acuerdo
sobre la victoria
Sin tiempo para sagas
ni conciencia de gestos
que pudieran cantarse
no dejamos tras nuestro
más que
toscos mensajes
señales urgentes
que no fueron leyenda:
"La cerveza en la heladera
Ya no hay comida
Besos"
Mujercitas
Esto es una antigüedad
pero a tu paso
sonaban campanas
Era misa de seis
Y todo el pueblo
rodaba hacia la iglesia
Y vos
eras pecado
sin pecado
Concebida
por toque
de campanas
como el Príncipe Valiente
y modales impropios
de familia real
Miguel Gaya (Ayacucho, provincia de Bs. As., 1953) formó parte del equipo de La Danza del Ratón, revista de poesía. Publicó estos libros de poemas: La vida secreta de los escarabajos de la playa (1982), Levanta contra el viento la cabeza oscura (1983), Colección Robin Hood (1994, de ahí los que arriba se publican), Siluetas en la corriente del río (2000) y Los poetas salvajes (2003).
SERENO, 1335. Del latín SERENUS 'sereno, sin nubes', 'apacible'. Poner algo al sereno significó 'ponerlo de noche a la intemperie', 1495, lo cual sólo se hace cuando no hay amenaza de lluvia, y de ahí pasó sereno, 1611, a designar la humedad que cae sobre lo que está al sereno.
DERIVADOS. Serenar, 1495. Serenata, 1717, del italiano serenata, así dicha porque no puede darse cuando está por llover. Serenidad, 1433.
VELAR,
hacia 1140, ‘estar
sin dormir’. Del latín VIGILARE ídem y ‘estar atento,
vigilar’. Por vía culta, vigilar, 1739; por conducto del portugués,
vigiar, siglo XIX, y en la Argentina vichar ‘espiar’,
hacia 1870.
DERIV.
Velada, 1495. Velador, 1220-50. Vela ‘acción o
tiempo de velar’, 1490; ‘candela’ (empleada con este
objeto), 1495; velón, principios del S. XVII. Velorio, 1836; velatorio,
hacia 1900. Desvelar, hacia 1325, del latín EVIGILARE
‘despertarse’, ‘velar’; desvelo, principio del S.
XVII. Del citado vigiar: vigía, 1817, del portugués vigia ‘vela’,
‘vigía’, principios del S. XVI. Vichadero. Vigilante,
hacia 1580; vigilancia, 2° cuarto del S. XV. Vigilia, hacia 1140,
latín vigilia ‘vela’, ‘vigilia’.
VELO,
hacia 950. Del latín VELUM ‘velo’, ‘tela’,
‘cortina’, ‘vela de nave’. De VELA, plural
del mismo: vela, hacia 1250.
DERIV.
Velar ‘cubrir
con velo’, hacia 1140; velación,
1611. Velar, adjetivo.
Velacho. Velamen, 1526, primero *velame, del catalán velam ídem.
Velero, 1492. Veleta ‘banderola de lanza’, hacia
1480; ‘banderita de metal que indica la dirección del
viento’, 1570; ‘plumilla que se pone sobre el corcho de la caña
de pescar para notar cuándo pica el pez’, 1495: más que de un derivado
de vela parece tratarse del adjetivo árabe beléta ‘movediza,
traviesa, endiablada’ derivado del verbo bállat ‘menearse de
un lado a otro, agitarse’; consta que beléta y belét se
han aplicado a varias clases de trapos y paños en Argelia. Revelar, 1438,
tomado del latín revelare ‘quitar el velo’,
‘revelar’; revelación, 1438; revelador. Develar, argentino
del francés dévoiler ‘descubrir, revelar’, derivado de voile
‘velo’, feo galicismo.
-Hola, pupón con pelusa.
-Hola. ¿Cómo está esta mañana mi tetona timidona?
-Con sueño. Hacéme un café, morcilla vasca.
-¿Sabés lo que te voy a hacer? Te voy a untar los pies con miel, te voy a poner hormiguitas, y, mientras, te voy a chupetear con un caramelo de mentol en la boca.
-¿Ah, sí? Yo te voy a atar manos y pies, te voy a encapuchar, me voy a poner guantes de látex y voy a hurgar en tu hombría.
-Shhh, que ahí viene el trompa.
Amar y trabajar.
Taller Literario.
Encuentros de leer y escribir
en persona y en la red.
Coordinan: Fernando Aíta y Alejandro Güerri
Para más información:
O bien:
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(Asunto: Taller literario).
"Su riquesa es nuestra." En Sarmiento y Yatay.
"Puede ser peor." En Salguero, esquina Arenales.
No podemos jurarle amor eterno pero sí un romance intenso, duradero y gratis:
reciba periódicamente un Ñusléter apasionado en su casilla, y reenvieló sin celos.
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Nahuel Valcarce y Caro, felicitaciones
Daro, Kari, Luciano, también, pásenla lindo
Andrés Pezzola, Fabi Rodríguez, Mariano Cerrutti, feliz cumple
Lola y Santiago Serrano
Laura Bondarevsky
Henrique Felici
Ximena Tobi
Mauroliver
Charly Pelusa
Valeria Dias de Lima
Diana Aisenberg
Diana Cegelnicki
Federico Dallochio
Pilar Lagos
Juan Agustín Fernández
Isabel Araya
Bahianas y turistas
Al mar y al amor
Albergue transitorio: Hotel por horas o de citas.
Señoras, yo fui el tenorio
de un albergue transitorio.
(C. Baigorria, Quién te ha visto y quién te ve, Rosario, 1983)
Alojamiento: Hotel por horas.
Una chica que hace roncha
en más de un alojamiento.
(Concepción Espina, La panamericana)
En Diccionario del argentino exquisito, de Adolfo Bioy Casares.
Elija uno de los puntos de Tardieu y explíquelo o coméntelo (ver Ñus #171).
Prolongue una línea recta al infinito ¿qué
encontrará al final?
Mi hipótesis es "algo así como un duende verde con una marmita llena de oro y un
trébol de cuatro (4) hojas". Así que pensé: me llevo unos cuantos lápices para
trazar la recta, tres (3) pelotas para hacer
malabares en las esquinas (para conseguir más plata y comprar infinitos
lápices). Incluso pensé en la forma de matar al duende y traerme la marmita
desde el infinito (no los aburro con los detalles). Hasta hice el cáculo de
cuanto sería en dólares una marmita llena de oro. Son muchos dólares. Pero
después pensé: también tendría que llevar un sacapuntas... y ya me pareció
mucho... uno les da la mano y te agarran el hombro. Más vale se va todo a la
reputa que lo parió. No prolongo nada.
Nacho.
¿Cuál es el camino más largo entre dos puntos?
Dados dos puntos, A y B situados a igual distancia el uno del otro, ¿cómo hacer para desplazar a B sin que A lo advierta
Otra vez la misna historia, B! Siempre estas pendiente de lo que piensa siente y desea A!
No te parece demasiado ya B! siempre la misma cantinela dia y noche! Y no!!!
Y no busques para A justificaciones geometricas, sociologicas y mucho menos sicologicas. A no egomaniaco, narcsista primario ni megalomaniaco. La A es de autista pedazo de B.
Samrai
1- El espacio
A) Dado un muro, ¿qué pasa detrás?
B) ¿Cuál es el camino más largo entre dos puntos?
C) Dados dos puntos, A y B situados a igual distancia el uno del otro, ¿cómo
hacer para desplazar a B sin que A lo advierta?
Respuestas:
1- A) Calculando la distancia existente entre el suelo y la parte más alta del
muro, dividida su ancho; detrás del mismo se encuentra la respuesta.
B) Suponiendo que X e Y son dos puntos equidistantes, el camino más largo es el
que tomó Caperucita para llegar de su abuela, porque el Sr. Lobo fue por el más
corto y llegó antes.
C) A nunca notará que B se está desplazando, porque A es “a” y B es “be”; por lo
tanto A, no “be”, lo que quiere decir que A es ciega.
Javier F. Sordo
Dados dos viajeros, uno nacido en 1913 y el otro en 1890, ¿cómo harán para encontrarse en 1944?
Bratislava, 1944. Un tercer viajero (Pelusa) nacido en 1971 llegará hasta la casa del nacido en 1890 (Gulfy) con el fin de hacerle escuchar el disco Thriller, de Michael Jackson. Gulfy se entusiasmará con el long play. (“Me copa mal”, dirá). El hombre nacido en 1913 (Baruch), oirá, pasando bajo la ventana de Gulfy, los acordes de “Billy Jean” y, olvidando comprar el plumero que le encargara su amante uruguaya, comulgará con Gulfy y Pelusa en una singular danza robótica (breakdance).
Nicolás Schuff
La moral
Un muchacho ha robado un anillo valioso para regalarselo a su novia. Ahora bien,
a la chica no le gusta el anillo. Lo rechaza. ¿Qui debe hacer el muchacho?
dejar a la novia y vender el anillo
Debora B.
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