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u s
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l e e r
-inquilino de divulgación inquietante-
# 162
"... tan intenso o aún más intenso que esta agradable sensación de comenzar es el sentimiento de que uno se internó en la vida de otra persona. Me relaciono con agentes, y nunca conocí a las personas a quienes alquilamos, pero la capacidad de éstas para dejar detrás un sentimiento de presencias físicas y sentimentales es sorprendente. Sin duda, nuestros asuntos no están escritos en el aire y el agua, y en efecto parece que se reflejan en los zócalos gastados, los olores, y los gustos de los muebles y los cuadros, y la atmósfera que hallamos en esos lugares alquilados es tan definida como los cambios de tiempo de la playa. A veces, la atmósfera del lugar parece misteriosa, y el misterio se prolonga hasta nuestra partida..." John Cheever
POEMAS | Carta a un propietario distante | Stephen Dunn |
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ENCUESTA
PROSA | El retorno de un coleccionista | Martin Walser |
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Carta a un propietario distante
Este es el siglo xx y usted
es invisible, al otro lado del Atlántico,
fuera de alcance. Dormimos en su cama,
hacemos el amor allí donde
usted hizo el amor, es extraño
que no nos hayamos conocido.
Esta casa, sin embargo, habla
de usted; todos los libros, los bellos
trastos en el desván,
esa sorprendente litografía en el hall de arriba.
Usted ha traído el pasado
para mezclarlo como un buen abuelo
con los artefactos y el polvo.
Incluso los fantasmas tienen su estilo.
Esperan hasta que los niños duermen
y se sientan en las sillas blancas
de la sala. Algunas noches
es Nietzsche, anoche fue
Marx. Son todo timbre
y humo, todo lo que quieren
de mí es que levante el culo,
que rompa el entorpecimiento de mi espíritu.
Pero no insisten. Han visto tanto
que su rencor se ha tornado
en suspiros. Nosotros no aprendemos
lo que ellos han aprendido.
Sin embargo, estamos cómodos en su casa.
Es lo que queríamos.
El parque vecino es bello
y peligroso, un parque del siglo xx,
de esos que debemos recorrer. Nuestro pequeño
y agresivo perro busca pleito allí
con perros ovejeros. Ellos buscan pleito con él.
Aunque algunas veces, son todo cola y lengua,
como nosotros, y el aire huele bien
y la grama está recién cortada.
Y nosotros enviamos nuestros cheques
e intentamos imaginar sus manos,
su rostro, la manera en que discute
las cosas que debe discutir.
Algún día después de que haya vuelto,
mientras esté oliendo nuestros olores y reacomodando
su vida, quizás aparezcamos
a su puerta disfrazados de nosotros.
Diremos que buscamos una casa
(ése sería el único indicio), miraremos a hurtadillas
la visión que buscamos y seguiremos
como extraños que ignoraron,
su camino hacia otra parte,
y que no saben por qué, en este siglo
no pueden detenerse.
Stephen Dunn, Nueva York, 1939, se dedica a la docencia y
tiene estos libros de poemas: Five Impersonations , Full of Lust and
Good Usage, A Circus of Needs,
Loosestrife, New and Selected
Poems 1974-1994, Landscape at the End of the Century, Between
Angels. En 2001, le dieron el premio Pulitzer de poesía por el libro
Different Hours.
MOVER,
hacia 1140. Del latín MOVERE
ídem.
DERIVADOS.
Movedizo, principios del S. XIV. Movible, 1438. Movimiento. hacia
1250. Mueble, 1030, del latín MOBILIS (el diptongo se debe al influjo de
mueve y demás formas del verbo mover); mueblista; amueblar (o moblar,
mueblar); moblaje, 1884; mobiliario, inmobiliario. Conmover, principios
del S. XV. Remover,
S. XV.
Motín,
hacia 1580, del francés
anticuado mutin ídem, sustantivación del adjetivo mutin ‘revoltoso’,
antes meutin, derivado del antiguo muete ‘rebelión’,
latín MOVITA ‘movimiento’; amotinar, hacia 1600.
CULTISMOS:
Amovible. derivado del latín amovere ‘separar’; amovilidad;
inamovible; inamovilidad. Conmoción.
Emoción.
1604 (no se generalizó hasta
el S. XIX), del francés émotion, S. XVI, derivado de émauvoir ‘conmover’;
emocionar, S. XIX; emocionante; emocional; emotivo. Moción ‘proposición
en un cuerpo deliberante’, 1869, del inglés, motion ídem,
derivado de move ‘proponer’. Momento, 1438, latín momentum
ídem, propiamente ‘movimiento’; momentáneo, 1438. Motacila,
1611, latín motacilla ídem, por el movimiento incesante de su cola;
motolita, 1611, por *motacilita; motolito ‘bobo", 1605.
Motivo, 1438, del latín motivus ‘relativo al
movimiento’; motivar. Motor, S. XVII, del latín motor, -oris, ‘que
mueve, movedor’; motorismo, motorista; motriz: motorizado, -ar. Móvil,
1499, del latín mobilis ‘movible’; movilidad;
movilizar, 1855; movilización; mobiliario, 1855; inmóvil, 1579-90
(antes inmoble, hacia 1565). Promover, hacia 1640; promotor;
promoción, hacia 1570. Remoto, 1444, del latín remotus, participio
de removere ‘apartar’: remoción.
COMPUESTOS.
Automóvil, 1909, comúnmente abreviado en auto; automovilista,
automovilismo. Motocicleta, comúnmente abreviado en moto. Motonave.
Semoviente, del latín se movens ‘que se mueve a sí
mismo’.
"Luchi: El cielo se nubla cuando no te veo".
En la esquina de Brasil y Tacuarí.
"Me cago en Dios y todas sus
sucursales". Sobre Niceto Vega,
casi llegando a Godoy
Cruz, a mano izquierda de como va el tránsito.
¿Qué son esas iniciales pintadas con esmalte en todos los cubiertos?
¿Quién escondió entre el colchón y la cama postales de Río Cuarto?
¿Por qué hay seis dentaduras postizas en el botiquín del baño?
¿Y las maldiciones escritas en las cartas de truco?
¿Mudanza feliz? Taller Literario.
Encuentros de leer y escribir.
Coordinan: Fernando Aíta y Alejandro Güerri
Para más información:
niusleter@niusleter.com.ar
(Asunto: Taller literario).
¿Qué fue lo mejor y lo peor que le dejaron los dueños/inquilinos que ocuparon la casa antes que usted?
Envíe sus respuestas a: niusleter@niusleter.com.ar
DAR EL OLIVO: Frase figurativa coloquial. Despedir, echar, expulsar.
J. H. Pagano, Biblia, 1957, 116: Con ese nuevo día que empieza / van
madrugando los laburantes / y cada uno se despereza / dando el olivo al
cansancio de antes.
Del Diccionario del habla de los argentinos.
El retorno de un coleccionista
Alexander Bonus, que a causa de una dolencia al corazón, se
había jubilado prematuramente, había vivido en su juventud y aun en los peores
años de la guerra en nuestra ciudad; luego fue trasladado al campo casi por la
fuerza, a un pueblo de campesinos viñateros, donde habitaba una diminuta
buhardilla. Con una tinta de reflejos violáceos de su propia invención, había
enviado después de la guerra gran número de cartas a la oficina municipal de
viviendas, para pedir que se le permitiera el regreso definitivo a su ciudad
natal. Los señores del comité le habían prometido una y otra vez, a través de
comunicaciones impresas en serie, la pronta mejoría de sus condiciones actuales.
Alexander Bonus había respondido todas las veces con una carta muy amable, y
manteniendo toda esa cortesía, había pedido, sin embargo, cada vez con mayor
insistencia, que su casa de seis ambientes fuese desalojada para que él pudiese
retornar y especialmente para poder ubicar en ella su colección diseminada por
diversos lugares. Sabía que sus seis habitaciones hacían mucha falta en la
ciudad, y por eso había esperado algunos años después de la guerra; y de no ser
porque acababa de llegar de un viaje que lo había llevado por todos aquellos
establos campestres y sótanos donde se encontraba su colección, tampoco se
habría atrevido a solicitar seriamente la devolución de su casa. ¡Y de que
manera habían tratado a su entonces nada importante colección de plumas de
pájaros! La madera de las estanterías se había enmohecido a causa de la humedad
o quebrado por el calor, las vitrinas estaban totalmente cubiertas de hongos; no
había querido convencerse del estado de sus valiosas plumas, al que no había
vacilado en calificar de catastrófico, después de su primera y rápida impresión.
Alexander Bonus se había dirigido también a aquellos
consejeros municipales que conocían su colección desde los tiempos de la guerra,
manifestando que él, ya viejo y solo, tenía intenciones de donarla al colegio
secundario municipal, solamente bajo la condición de que se lo ayudara a
rescatarla de su desintegración definitiva.
Los consejeros de más edad debían defender las cartas del
señor Bonus contra las sonrisas de aquellos colegas que la guerra o la
causalidad habían llevado hasta nuestra ciudad. Y a estos consejeros más viejos
había que agradecerles también que las dos familias que habitaban la casa del
señor Bonus debieran desalojar dos habitaciones, y que el propio Bonus recibiera
una carta de nuestro intendente en donde se le comunicaba que podía ocupar dos
habitaciones de su antigua vivienda, lo que le permitiría a él, soltero aún,
rescatar y restituir una parte de su colección. Y en un tiempo no muy lejano
podría recuperar una tercera, una cuarta, una quinta y finalmente la sexta
habitación para su colección.
Cuatro días después se detenía un vehículo rural frente a la
antigua casa de Bonus, y él mismo descendía bruscamente del guardabarros del
tractor, sobre el cual había venido sentado durante todo el trayecto desde el
campo; se dirigió hacia la puerta de calle con la llave en la mano y la
introdujo temblando en la cerradura, pero sus ojos, que se anticiparon a los
movimientos de la mano, habían visto que la cerradura no era la misma de antes.
Se le cayó la llave. No hizo ruido al caer, porque en el
empedrado aún había arena de los obreros constructores.
Entonces Bonus tocó el timbre. Sí, las dos habitaciones
estaban desocupadas. Pero las dos familias que se dividían en las otras cuatro,
miraban con desconfianza todos los objetos que él hacía mandar para arriba.
Primero una mesa, después una silla, un armario, una cama y después numerosas
vitrinas, tan sucias y tan cubiertas de moho, tierra y telarañas, que no se
podía ver su contenido. Los niños de las atentas familias frotaban los vidrios
con los dedos previamente humedecidos con la lengua, para poder mirar al menos
con un solo ojo Los padres los hicieron retroceder, permitiéndoles observar tan
sólo desde la puerta del pasillo, donde se encon traban ellos mismos. Aún no
sabían qué pensar de este viejo de cara joven y carnosa, de cabellos blancos
como la nieve. Sin embargo el señor Bonus se presentó inmediatamente, se agachó
especialmente delante de cada niño –entre las dos familias llegaban a siete– y
ya les prometía mostrarles su colección en cuanto lograse ordenarla un poco.
Lástima que se trataba sólo de una pequeña parte, agregó; luego miró sus blancas
y pequeñas manos y dijo, con la más tierna sonrisa, que vivía sólo para el día
en que pudiese conseguir el espacio suficiente para instalar nuevamente su
colección completa. [...]
El retorno sigue así.
Martin Walser nació
en Alemania en 1927. Hizo estudios de Literatura, Historia y Filosofía, y
pertenece al Grupo 47, formado por escritores de su país. Publicó libros de
cuentos -El avión sobre la casa-, ensayo -Descripción de una forma.
Ensayo sobre Franz Kafka-, novelas -Matrimonio en Philipsburg,
Trabajo espiritual, Oleaje, Más allá del amor, La niñez
defendida y Muerte de un crítico- y obras de teatro -Roble y
conejos de angora, El cisne negro, Batalla conyugal. Está
vivo.
¿Cuáles son las primeras tres cosas que va a hacer cuando llegue la primavera?
1) Ponerme feliz, es la
más linda estación del año, abrir el placard y guardar toda la ropa de invierno en otro placard.
2) Sacar la ropa de media estación, como llamaba a la primavera mi abuela Esther.
3) Sentir una gran angustia, nada de lo que era es, ni los pantalones blancos,
ni polleras y blusas con broderi y botones de perlas me entran, todo, todo se
achicó. Podés creerlo?
Estela
A mi vista no ha llegado aún la primavera. Soy del trópico y toda alusión a tal fenómeno me llega por memoria virtual y por asuntos de imaginación. pero existe la palabra, es evocativa y nos puede llenar de alegría sensual... la primavera es un momento erótico, es la ópera prima de un encuentro, lo primero que se haría sería llevar a una mujer a un paisaje adecuado, segundo no preguntar ni por sus estudios ni por su estado civil, sorprenderla con los labios en los labios y un susurro elemental y básico: un suave... me encantas... nada más así bajo y sereno sonido, luego el porvenir llega. Lo tercero ... la mirada se pierde entre las nubes, la pupila se dilata, la desnudez es plena, creo que ha llegado la primavera, Oh, qué dicha, la primavera llega... Ha... ha, qué dicha, hummm!
elian luka
Buenas tardes, soy nuevo en esto de Niusleter. ¿Tendrán por casualidad alguna sección para aquellos que no somos capaces de planear nuestras vidas con un día de anticipación, ni hablar de un mes y pico?
Chaucito y gracias:)
Carlos
Primero
respiraré profundo las veces que sean necesarias para sentirme vivo, mirar como las nubes se
abren paso como si Cristo caminara entre sus apóstoles.
Me disfrutaré y mantendré las imágenes irrepetibles y sensoriales en mi mente sin claudicar ante los problemas costumbristas de la ciudad.
Abrazaré a mi familia, a los amigos, al desconocido y dejaré que el tiempo me cure de las
adversidades, pero sobre todo amaré y recibiré a un nuevo pedacito de amor y esperanza, a mi
bebé a Araceli Sánchez López.
Marco Antonio Sánchez Rodríguez
I. Rescatar de los cajones mis blusas de bambula, y elegir la que me de más ganas.
II. Oler con fuerza mi plaza favorita.
III. Estornudar.
(La siguiente sería conseguir antiestamínicos para toda la temporada.)
Violeta
¡Alegrarme! porque la primavera ha desaparecido –en mi país- como estación. Las tenemos todas en un mismo día.
¡Asombrarme! pues estamos en emergencia ambiental (y no lo queremos saber). Estamos, incluso, conociendo otras estaciones (inéditas).
Otear minuciosamente el Horizonte, pues (tal vez) he muerto y ya estoy en un mundo mejor.
Araceli Zúñiga (desde México) donde ya no existen las estaciones “tradicionales”.
1- Comienzo a estornudar.
2- Gozo los primeros escarceos femeninos con la ropa cortita cortita.
3- Sufro las promociones de los canales de televisión con sus estrellas bailando sin ritmo al compás de una ola de pseudo flores jiponas.
R. G. L. D.
"Hágase amigo de los famosos:
háganos famosos; seremos sus amigos.
Gracias por reenviar este mensaje."
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