Ñ u s
l é t e r
- divulgación de literatura
periódico-mensaje
# 1 5 5
"Estilo es la forma que cada uno tiene de decir lo mismo." Stendhal
"Perseguir una infinita variedad / en la reiteración de lo mismo" Alberto Girri
ÍNDICE
PROSA | Un
accidente absurdo |
Graham Greene
|
DEFINICIÓN | Chancho |
ÑUSLETER
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ETIMOLOGÍA | Gramática |
GRAFFITTI
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Un
accidente absurdo
I
Un
jueves por la mañana, en la pausa entre la segunda y la tercera clase,
Jerome fue citado a la oficina del encargado de cursos. Jerome no tenía miedo
de verse en aprietos: era celador, nombre que el dueño y director de una
escuela preparatoria bastante cara había elegido para los mejores alumnos de
los cursos inferiores. Los celadores ascendían a guardianes y llegaban a ser
cruzados antes de salir, como era de esperar para Marlborough o Rugby. El señor
Wordsworth, encargado de cursos, estaba sentado ante su escritorio con
aire perplejo.
–Siéntate,
Jerome –dijo el señor Wordsworth–. ¿Cómo andan las
cosas en trigonometría?
–Muy
bien, señor.
–He
recibido un llamado telefónico, Jerome. De tu tía. Me temo que hay malas
noticias para ti.
–¿Sí,
señor?
–Tu
padre ha tenido un accidente.
–Oh...
El
señor Wordsworth lo miró con cierta sorpresa:
–Un
accidente serio.
–¿Sí,
señor?
Jerome
veneraba a su padre: el verbo era exacto. Así como el hombre recrea a Dios,
Jerome recreaba a su padre: convertía a un andariego escritor viudo en un
misterioso aventurero que viajaba a lugares remotos: Niza, Beirut, Mallorca,
hasta las Canarias. A los ocho años, Jerome creía que su padre
era un pistolero o un miembro del Servicio de Espionaje Británico. Ahora imaginó
que su padre había caído “bajo una lluvia de balas de
ametralladora”.
El
señor Wordsworth jugaba con la regla sobre el escritorio. No sabía cómo
continuar.
–¿Sabes
que tu padre estaba en Nápoles?
–Sí,
señor.
–Tu
tía recibió un cable del hospital.
–Ah...
–Fue
un accidente en la calle –dijo el señor Wordsworth, ya desesperado.
–¿Sí,
señor?
A
Jerome le pareció muy natural que lo llamaran “un accidente en la
calle”. Desde luego, la policía habría disparado primero: su padre no
atentaba contra la vida humana sino como último recurso.
–Me
temo que tu padre resultó gravemente herido.
–Oh.
–Lo
cierto es que murió ayer, Jerome. Sin sufrir.
–¿Le
dispararon al corazón?
–¿Cómo?
¿Qué has dicho, Jerome?
–¿Le
dispararon al corazón?
–Nadie
le disparó, Jerome. Se le cayó un cerdo encima.
Los
nervios de la cara del señor Wordsworth se crisparon inexplicablemente:
por un instante pareció apunto de echarse a reír. Cerró los ojos, compuso su
expresión y dijo rápidamente, como si hubiera sido preciso contar los hechos
lo antes posible:
–Tu
padre caminaba por una calle de Nápoles cuando un cerdo se le cayó encima. Un
accidente absurdo. Parece que en los barrios pobres de Nápoles la gente cría
cerdos en los balcones. Éste cayó del quinto piso. Había engordado demasiado.
El balcón cedió. El cerdo cayó sobre tu padre.
El
señor Wordsworth se apartó del escritorio y se acercó a la ventana,
volviendo la espalda a Jerome. La emoción lo estremeció ligeramente.
–¿Qué
pasó con el cerdo? –preguntó Jerome.
II
No
era insensibilidad por parte de Jerome, como interpretó el señor
Wordsworth a sus colegas (hasta discutió con ellos la posibilidad de que Jerome
no tuviera aún las condiciones para ser celador). Jerome sólo procuraba
visualizar la extraña escena y obtener detalles concretos. Tampoco era
Jerome un niño capaz de llorar; era un niño que cavilaba y nunca
se le ocurrió en esa escuela preparatoria que las circunstancias de la muerte
de su padre fueran cómicas; eran parte del misterio de la vida. Sólo después,
durante el primer curso de la escuela pública, cuando contó los hechos a su
mejor amigo, empezó a darse cuenta de cómo reaccionaban los demás.
Naturalmente, después de esa confidencia lo llamaron, con bastante injusticia,
Cerdo.
Por
desgracia su tía no tenía sentido del humor. Sobre el piano había una
fotografía ampliada de su padre: un hombre corpulento y triste, con un
inapropiado traje oscuro, posaba en Capri con un paraguas (para protegerse del
sol). Las rocas del Faraglione se veían al fondo. A los dieciséis años
Jerome tenía clara conciencia de que el retrato se parecía más al autor de Sol
y sombra y Paseo por las Baleares que a un agente del Servicio de
Espionaje. Pero amaba el recuerdo de su padre: aún poseía un álbum lleno de
tarjetas postales (mucho tiempo antes les había despegado las estampillas para
su otra colección) y le apenaba que su tía se embarcara con extraños en
el relato de la muerte de su padre.
“Un
accidente absurdo”, empezaba ella, y el extraño o extraña
adquiría la expresión que corresponde a un oyente interesado o compungido.
Ambas reacciones, desde luego, eran falsas, pero era terrible para Jerome
comprobar que súbitamente, en mitad del vago palabreo de su tía, el interés
del oyente se hacía genuino. “No me imagino cómo pueden permitirse cosas
semejantes en un país civilizado –decía su tía–. Supongo que
debemos considerar que Italia es civilizada... Desde luego, en el extranjero
tiene uno que estar preparado para cualquier cosa. Mi hermano viajaba mucho.
Siempre llevaba un filtro de agua consigo. Era mucho menos caro que comprar
todas esas botellas de agua mineral. Mi hermano decía siempre que gracias a lo
que el filtro le permitía ahorrar pagaba el vino de la cena. Ya se darán
cuenta ustedes de que era un hombre muy cuidadoso. Pero ¿a quién podía
ocurrírsele que, caminando por la Via Dottore Manuele Panucci rumbo al Museo
Hidrográfico, se le caería un cerdo encima?” Ese era el momento en que
el interés del oyente se hacía genuino.
El
padre de Jerome no había sido un escritor muy importante, pero siempre parece
llegar un momento, después de la muerte de un escritor, en que alguien cree que
vale la pena escribir al suplemento literario del Times para anunciar la
preparación de una biografía y solicitar cartas, documentos o anécdotas de
amigos del muerto. Por lo general esas biografías nunca aparecen: quizá no
sean más que una oscura forma de chantaje y muchos de esos biógrafos en
potencia encuentren de ese modo el medio de terminar sus estudios en Kansas o
Nottingham: Jerome era contador público y vivía lejos del mundo literario. No
comprendía que pocas amenazas había de que apareciera un biógrafo e ignoraba
que había pasado el período de peligro. A veces ensayaba formas de relatar la
muerte de su padre reduciendo al mínimo los elementos cómicos (era inútil
negarse a informar, porque en ese caso el biógrafo acudiría sin duda a su tía,
que tenía muchos años pero no daba muestras de perder sus energías).
Jerome
pensaba que sólo había dos soluciones: la primera consistía en aproximarse
lentamente al accidente de modo que, cuando llegara el momento de describirlo,
el oyente ya estuviera tan bien preparado que la muerte resultara casi un anticlímax.
El peligro principal de provocar la risa era siempre la sorpresa.
Cuando
ensayaba este método, Jerome empezaba de manera bastante aburrida:
“¿Conoce
usted esas altas casas de vecindad, en Nápoles? Alguien me dijo una vez que los
napolitanos se sienten en su elemento en New York, así como la gente de Turín
se siente en su elemento en Londres porque el río es muy semejante en ambas
ciudades. Bueno... ¿dónde estaba yo? Ah, sí. En Nápoles, desde
luego. Le sorprenderían las cosas que los habitantes de los barrios pobres
tienen en los balcones de esas casas de vecindad en forma de rascacielos. No
crea usted que cuelgan ropa. Crían animales: gallinas y hasta cerdos. Desde
luego, los cerdos no pueden hacer ejercicio y engordan rápidamente”.
Jerome
imaginaba que, llegado este punto, el oyente abriría los ojos de asombro.
“No
sé cuánto puede crecer un cerdo, pero esas casas viejas están a punto de
derrumbarse... Un balcón de un quinto piso cedió bajo el peso de uno de esos
cerdos. Al caer, dio contra el balcón del cuarto piso y rebotó hacia la calle.
Mi padre se dirigía al Museo Hidrográfico cuando el cerdo le cayó encima.
Como caía desde tan alto, le rompió la nuca”.
En
verdad, era un intento magistral de convertir un tema intrínsecamente
interesante en un relato tedioso.
El otro método que Jerome ensayaba tenía el mérito de la brevedad. [...]
¿Qué pasó con el cerdo? Clic acá.
Graham Greene nació en Inglaterra el 2 de octubre de 1904. Estudió en Oxford. Escribió en The Times y The Spectator. Trabajo en asuntos exteriores para el gobierno británico (se rumorea que fue agente secreto). Publicó un buen número de cuentos y muchas novelas, entre otras: Historia de una cobardía, El tren de Estambul (también se publicó como Orient Express), El ministerio del miedo, Una pistola en venta, Brighton parque de atracciones, El poder y la gloria, El revés de la trama, El fin de la aventura, El americano impasible, Un caso acabado, Los comediantes, El décimo hombre, etc. Muchas de sus novelas han sido adaptadas al cine. También publicó ensayos (La infancia perdida y otros ensayos) y obras de teatro: El cuarto de estar, El establo, El amante complaciente. Los últimos años de su vida se dedicó a viajar. Murió en Suiza en 1991.
CHANCHO, CHA:
1. Cerdo.
B. Seibel, Teatro, 1985, 104: Claro, ¡el chancho de la exposición era bastante gordo!
2. Persona desaseada o sucia, puerco.
3. Inspector, en especial el empleado en una línea de transporte para controlar el servicio.
Página/12, 10.03.2000: Como que a cada pasajero del San Martín, Belgrano o Mitre, le llega su chancho.
4. ~ del monte. Chancho cimarrón, semejante al jabalí.
Nación, 23.04.1959: Preocupa seriamente [...] el acrecentamiento alarmante de la plaga del jabalí o "chancho del monte" en sus campos.
hacerse el chancho rengo. frase figurativa coloquial. Hacerse el desentendido.
Folkloredelnorte C: Yo sé hacerme el chancho rengo cuando la cosa lo exige.
quedar como chancho. frase figurativa coloquial. Quedar mal por un comportamiento indebido.
ser como chanchos. frase coloquial. Tener con una persona un trato extremadamente familiar.
Aapm: Después se dio la charla y al rato éramos como chanchos.
En el Diccionario del habla de los argentinos.
POLÍPTOTON:
repetición de una palabra varias veces en diferentes posiciones sintácticas o
variando su morfología. Puede usarse al nivel de la frase (como
en los ejemplos de ahí abajo) o en una composición más
extensa (como un cuento).
Como el que / observa ahí / ese aire / de
parecido. // Como el que / observa ahí / ese aire de parecido / que no es / lo
mismo. // Como el que / observa ahí / lo mismo / pero parecido.
(Leónidas
Lamborghini)
Lo
que queremos nos quiere,
aunque no quiera querernos.
(Pedro Salinas)
Amo y ama se aman, /el ama ama a su amo, / el amo ama a su ama; si el amo ama /
y el ama ama / aman y aman el amo y el ama.
¿Podría enviarnos una palabra de entre 5 y 7 letras, y todos los anagramas que le encuentre?
Mande sus anagramas a: niusleter@niusleter.com.ar
-Che, Pato, ¿cómo terminó lo del otro día?
-¿Vos te fuiste antes de que Toto tirara la calesita a la pileta?
-Yo me fui cuando el Cabezón se apretó a tu tía.
-Qué turro y qué puta. Pobre tío, estaba muy mamado.
-¿No lo viste cuando vomitó la parrilla?
-No, menos mal. Le estaba tirando los galgos a mi primita. Prima lejana, eh.
-A mí la que me puso loco era la enana esa que no sé quién la trajo. Un físico tenía...
-Era la dueña de casa, nabo. Pelusa, en un momento, estaba reloco, se duchó y se tiró a dormir en la cama de los
viejos.
-Con razón, yo vi uno medio dormido y le afané la billetera. ¿Vos sabías que Pelusa se llama Eleuterio?
-No, ¿en serio? ¡qué hijo de puta! Bueno, cuando la petisa lo encontró se puso loca. Hasta ahí se la venía bancando, pero se pudrió y nos tuvimos que ir todos. Fuimos de Polo.
-¿El que toca el bongó?
- Sí. La semana que viene vamos derecho para ahí.
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pasar cualquier cosa. Taller Literario.
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Cocinan: Fernando Aíta y Alejandro Güerri
Para más información: 4896 0140 | 4205 4284.
O bien: niusleter@niusleter.com.ar (Asunto: Taller literario).
Los grandes proyectos nacionales
Algunos lo fantasean en silencio. Otros lo expresan con entusiasmo no exento de candor. Otros echan a rodar la idea con el único objetivo de la trampa. Pero a todos nos pasa por el mate —así sea una vez en la vida— la posibilidad de haber encontrado el curro exclusivo, pasaporte a un futuro de esplendor. Editar algún curso por correo, publicar una guía de teléfonos públicos, recoger gratis carozos de aceitunas para fabricar maracas, poner una guardería de canarios... En fin. A seguir laburando.
¿A usted nunca se le ocurrió el negocio brillante? Vamos, no pase por
mentiroso. A mí no me va a hacer creer que no llegó el día en que,
derrochando fe y viveza, se encontró con un amigo y con todo el misterio del
mundo -para que nadie le pudiera afanar la idea- le contó que tenía la posta.
-Mirá, contratamos a Sinatra, yo lo consigo porque el otro día
fui a canal 13 y me hice amigo de un tipo que está en la cosa y él me hace el
contacto... mirá, lo presentamos en la cancha de River, metemos cien mil
personas que a razón de... son frastrafsess de palos; además tenemos los
derechos de televisión, y vendemos la publicidad de la cancha, y en los tickets
de las entradas se pone un aviso de Coca y a Sinatra lo hacemos cantar con una
remera que diga Puma, sí, como la de Maradona, y zas, a Puma le reventamos la
cabeza... Mirá, de publicidad sólo, podemos sacar como frasrtefrelsdeksss de
palos y además nos quedan los derechos de televisión, las entradas, y todo el
royalti, vale decir, manejamos la venta de panchitos, choripanes, turrones,
gorritos, banderines, posters, en diez cuadras a la redonda del estadio.
Si su amigo es pesimista y, además, tiene ganas —y puede— de perder
tiempo le dirá: "Sí, macho, pero la inversión inicial..." Y usted,
con su fe inquebrantable, encontrará respuesta a ésta y a mil dudas más que
le presente su amigo de quien, cuando se despida, va a pensar "pobre
infeliz, éste nació para pobre... va a laburar toda la vida". En fin...
Pero no sólo contratar a Sinatra es un negocio brillante.
También, por qué no, se le puede ocurrir —y proponérselo a su amigo con
idéntico misterio— instalar un zoológico ambulante.
-Vos sabés cuántos pibes viven en el interior, en pueblos alejados de ciudades
grandes, que no tienen zoológicos, que nunca tienen posibilidades de ver de
cerca un hipopótamo, un elefante, una jirafa...? Te imaginás, el día que vos
caés en ese pueblo te va a ver todo el mundo, te hacés una girita de tres
meses y te venís con barrabundajdfkdss de palos por lo menos. Y la podés
repetir todos los años... y la publicidad y el royalti y la mar en coche.
¿Te imaginás?"
Si su amigo le quiere llevar la corriente y no agredirlo, ni
siquiera preguntarle seriamente si lo está cargando, es probable que le diga:
"Muy buena, che, la idea, ojalá se te haga..." Cosa que a usted lo
deja muy feliz. Y lo alienta a seguir pensando, ni bien se da cuenta que llevar
a cabo ese delirio es definitivamente imposible, hasta encontrar otra
idea-negocio brillante.
Que puede ser ésta: "Macho, tengo la papa. Sabés que
conseguí una mano...! no sabés, en La Quiaca hay unos tipos que fabrican unos
floreritos, a mano, verdaderas joyas de artesanía, esos tipos son artistas de
verdad -no estos hippies que se hacen los raros- pero aquellos de comercio no
entienden nada, entonces, hay que sacrificarse, eso sí, pero vos sabés que
nadie te regala nada, uno viaja hasta la Quiaca, compra quinientos mil
floreritos, te los traés, los vendés y te ganás como sapranafrepass de palos
en un mes. Mirá, en tres meses te salvás para siempre. Después el negocio que
lo haga otro, pero acordate que el que pega primero..."
Claro, uno no quiere desalentar a nadie. Pero si usted es consecuente con su
idea es probable que viaje a La Quiaca y se entere que esos floreritos, los
tipos que no entienden nada de comercio, los venden más caros que una porcelana
china comprada en Quintana y Callao y que, además, no pueden hacer más de diez
por día... No importa, jamás darse por vencido, seguir avanti, siempre avanti.
Después de todo "el negocio brillante" es un patrimonio argentino que
no debemos perder, que ya está incorporado a nosotros y que sirve como estímulo
permanente para continuar con esa dura tarea cotidiana que, por lo menos, nos
sirve para comer.
¡Ah!, por las dudas... Nunca piense como negocio
brillante ponerse a escribir pavadas como ésta. No alcanza ni para puchos. De
verdad.
Nota de Osvaldo Boscacci, publicada en el nº 16 de la revista Humor, en julio de 1979.
GRAMÁTICO,
fines del S. XII, del latín grammaticus.
Tomado del griego grammatikós 'gramático', 'crítico literario,
escritor', derivado de grámma 'escrito', 'letra' (y éste de grápho 'yo
escribo').
DERIVADOS. Gramática, hacia 1240; gramatical.
Otros derivados del griego grámma: Gramo, 1884, del francés gramme
ídem, y éste del griego grámma en el sentido de 'peso equivalente
a 1/24 de onza'. Gramil, 1611, quizá del griego grammé 'línea'
(pronunciado modernamente grammí). Anagrama, principios del S. XVII,
derivado del griego grápho con el prefijo ana- 'hacia atrás' (anagrammatismós
'anagrama' ya se encuentra en la Antigüedad); anagramático. Diagrama, griego
diágramma 'dibujo, trazado, tabla' (de diagrápho 'yo trazo líneas').
Epigrama, 1570, del latín epigramma 'inscripción', 'pequeña
composición en verso', del griego epigrápho 'yo inscribo'; epigramático.
Programa, 1843 (1737 en otro sentido), del griego programma, derivo
de prográpho 'yo anuncio por escrito'.
COMPUESTOS. Gramófono.
"El barrio no tiene la culpa. El adicto sos vos." Enviado por Anía, que lo vio en Estados Unidos al 900 - San Telmo
"Decime en qué estás pensando... Tetosex." En Aráoz y French.
"Tu consigna es molestar." En Thames y Murillo, lo mandó estonoesunmail.
"Bienvenido a Windows". Visto por Aivan, en Honduras y Uriarte.
Los
jóvenes melenudos de la calle donde vive el poeta tienen fama de fumar
marihuana
Los
jóvenes melenudos de la calle donde vive el poeta fuman marihuana
Los
jóvenes melenudos fuman marihuana en la calle del poeta
Los
jóvenes melenudos fuman marihuana en la casa del poeta
Los
jóvenes melenudos fuman marihuana en su casa con el poeta
Los
jóvenes melenudos buscan marihuana en la casa del poeta
Los
jóvenes melenudos buscan droga en la casa del poeta
Los
jóvenes salen drogados de la casa del poeta
Los
jóvenes son drogados por el poeta
EL
POETA ES UN TRAFICANTE DE DROGAS
El
poeta hablaba y las personas lo oían atentamente
El
poeta hablaba y las personas solían oírlo atentamente
El
poeta hablaba y las personas solían oírlo con alguna atención
El
poeta hablaba y las personas a veces lo oían con alguna atención
El
poeta hablaba y algunas personas lo oían con alguna atención
El
poeta hablaba pero pocas personas lo oían con alguna atención
El
poeta hablaba y las personas lo oían sin atención
El
poeta hablaba y las personas ya no lo oían
El
poeta hablaba y las personas ya lo miraban sin oír
El
poeta apenas habla y las personas ya abren la boca con fastidio
LA ACTITUD FRENTE AL POETA ES EL BOSTEZO
Affonso Celso Ávila (1928) es de Belo Horizonte (Brasil). Trabajó como periodista y estuvo ligado en sus comienzos al grupo de poesía concretista de su país, en cuya revista (Invenção) colaboró. Algunos de sus poemarios: O Açude e Sonetos da Descoberta (1953), Carta do Solo (1961), Frases-feitas (1963), Gertrude's instante (1969), Cantaria barroca (1975), Masturbaçoes (1980), O belo e o velho (1987), O Visto e o Imaginado (1990) y A lógica do erro (2002).
Mariano Vacarce, Soporte Técnico
Chevy Pérez
mei
Nahuel Valcarce
Fede y Esteban Güerri
Turco
Etala
Ale Civit, Roque Bondarevsky, Emi Re
Hernán
La Greca
Laura Román y Patricio Buzzi
Mauro Oliver
Contenidos Ñusleter con buscador Google
¿Qué porquería hizo (o le hicieron) en el amor? (una sola)
Sentarme durante horas infinitas delante del teléfono esperando su tintineo y por momentos creer que estaba sorda, entonces marcaba el 115 y confirmaba que sonaba y que no estaba sorda, estaba desesperada por ese llamado idiota de ese mas que idiota que me dijo :- Mañana te llamo. ¿Vos crees que me llamo?
Estela
Creo que cuando me hicieron una fellatio, la dama en cuestión tragó, luego masticó hielo con whisky y comenzó nuevamente (el alcohol y el frio son grandes motivadores) y lo logró en dos oportunidades más. A mi favor y para no resultar egoista debo indicar que luego cuando fue mi turno, fui igual de hábil y que en su caso fueron 6 los orgasmos.
Saludos y buenos vientos.
R
¿qué porquería me hicieron en el amor?
te cuento: una vez me agarraron el amor, ese amor que me habitaba y se me salía por los poros, ese que me provocaba dientes más blancos, andar más lento, columna más larga, pelo menos enredado...
se ve que fue mientras dormíamos porque ni él ni yo nos dimos cuenta. resulta que el pobre terminó hecho un bollito, estrujado como un trapo de piso, agónico y pisoteado en un rincón en el que claramente también estuve y no quiero recordar.
Anía
quiero inventar una nueva bomba atomica y explotarla en tu cabeza. HUY SI!, quiero generar el mas moderno gas fungicida y encerrarte en una capsula de acero hasta que quedes todo explotado, ZAS! que escupas humo por la boca, baba, y sales biliares, PUNCH! se desorbiten tus ojos y te invadan yagas hediondas infectadas de bacterias y pus, HA! y despues pasearte por la gran via para que todo el mundo te asote con piedras y mire tu tan desagradable nuevo aspecto. GENIAL! quiero ser una asesina serial, hacer realidad mis instintos primarios de destruccion y poder, convertirme en historieta y pegar patadas a tu cabeza al son de las onomatopeyas mas inverosímiles, ser un antiheroe, luchar contra el bien, decirle al mundo la verdad mientras crionizo el agujero de tu ombligo. SI!, me
gusta, me gusta... ja, ja, ja.
Man.(olita)
Una noticia buena y una mala.
La buena: cada unos doce, quince días, Ud. (o quienquiera) puede recibir Ñusleter gratis en su casilla de correo.
La mala: Ud. (o quienquiera) puede recibir Ñusleter gratis en su casilla de correo, cada unos doce, quince días.
(Pero puede visitar el sitio cuando guste).
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