Ñ u s l e t e r

 


-recordatorio femenino de libertades literarias-

 

# 149

 

 

 


 

"Todo pareció quedar en orden pero era terrible" Raúl González Tuñón

 

"Éramos catorce madres. Volvimos a la semana siguiente. Volvíamos cada semana por novedades, a reclamar. Hasta que un día la policía nos dijo que no podíamos estar reunidas, porque había estado de sitio, y que debíamos caminar. Ellos nos impulsaron a caminar. -Caminen de a dos... circulen...- nos gritaban los policías. Nos tomábamos del brazo y empezábamos a caminar. Llegábamos a la plaza y nos poníamos en marcha para que la policía no nos corriera." Anónimo

 

"Era mucho más discreta y elegante que yo, muchísimo más sincera, tanto que sentía asco de mí mismo, no podía sostener la mirada de sus ojos tiernos y reprimía los escalofríos que me producían sus brazos morenos alrededor de mi cuello y sus dedos largos en mi cabeza". John Fante

 


 

ÍNDICE

 

PROSA | De noche soy tu caballo | Luisa Valenzuela |
ETIMOLOGÍA | Hembra | 
ÑUSLETER en VIVO | Feminista |
CUALQUIERA | Los tics |
AGRADECIMIENTOS
ENCUESTA

POEMAS | Huevos de otras aves |  Muerte en Verano | Griselda García |  
GRAFFITTI  
ENLACES | Vanguardias | Golpe | 
SUSCRIPCIONES

CONTACTO | niusleter@niusleter.com.ar |

 

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PROSA

 

De noche soy tu caballo

 

Sonaron tres timbrazos cortos y uno largo. Era la señal, y me levanté con disgusto y con un poco de miedo; podían ser ellos o no ser, podría tratarse de una trampa, a estas malditas horas de la noche. Abrí la puerta esperando cualquier cosa menos encontrarme cara a cara nada menos que con él, finalmente.

Entró bien rápido y echó los cerrojos antes de abrazarme. Una actitud muy de él, él el prudente, el que antes que nada cuidaba su retaguardia –la nuestra–. Después me tomó en sus brazos sin decir una palabra, sin siquiera apretarme demasiado pero dejando que toda la emoción del reencuentro se le desbordara, diciéndome tantas cosas con el simple hecho de tenerme apretada entre sus brazos y de ir besándome lentamente. Creo que nunca les había tenido demasiada confianza a las palabras y allí estaba tan silencioso como siempre, transmitiéndome cosas en formas de caricias.

Y por fin un respiro, un apartarnos algo para mirarnos de cuerpo entero y no ojo contra ojo, desdoblados. Y pude decide Hola casi sin sorpresa a pesar de todos esos meses sin saber nada de él, y pude decirle

te hacía peleando en el norte

te hacía preso

te hacía en la clandestinidad

te hacía torturado y muerto

te hacía teorizando revolución en otro país.

Una forma como cualquiera de decirle que lo hacía, que no había dejado de pensar en él ni me había sentido traicionada. Y él, tan endemoniadamente precavido siempre, tan señor de sus actos:

-Callate, chiquita ¿de qué te sirve saber en qué anduve? Ni siquiera te conviene.

Sacó entonces a relucir sus tesoros, unos quizá indicios que yo no supe interpretar en ese momento. A saber, una botella de cachaza y un disco de Gal Costa. ¿Qué habría estado haciendo en Brasil? ¿Cuáles serían sus próximos proyectos? ¿Qué lo habría traído de vuelta a jugarse la vida sabiendo que lo estaban buscando? Después dejé de interrogarme (callate, chiquita, me diría él). Vení, chiquita, me estaba diciendo, y yo opté por dejarme sumergir en la felicidad de haberlo recuperado, tratando de no inquietarme. ¿Qué sería de nosotros mañana, en los días siguientes?

La cachaza es un buen trago, baja y sube y recorre los caminos que debe recorrer y se aloja para dar calor donde más se la espera. Gal Costa canta cálido, con su voz nos envuelve y nos acuna y un poquito bailando y un poquito flotando llegamos a la cama y ya acostados nos seguimos mirando muy adentro, seguimos acariciándonos sin decidirnos tan pronto a abandonarnos a la pura sensación. Seguimos reconociéndonos, reencontrándonos.

Beto, lo miro y le digo y sé que ése no es su verdadero nombre pero es el único que le puedo pronunciar en voz alta. Él contesta:

-Un día lo lograremos, chiquita. Ahora prefiero no hablar.

    Mejor. Que no se ponga él a hablar de lo que algún día lograremos y rompa la maravilla de lo que estamos a punto de lograr ahora, nosotros dos, solitos.

     "A noite eu so teu cavallo", canta de golpe Gal Costa desde el tocadiscos.

    De noche soy tu caballo –traduzco despacito. Y como para envolverlo en magias y no dejarlo pensar en lo otro:

    –Es un canto de santo, como en la macumba. Una persona en trance dice que es el caballo del espíritu que la posee, es su montura.

-Chiquita, vos siempre metiéndote en esoterismos y brujerías. Sabés muy bien que no se trata de espíritus, que si de noche sos mi caballo es porque yo te monto, así, así, y sólo de eso se trata.

Fue tan lento, profundo, reiterado, tan cargado de afecto que acabamos agotados. Me dormí teniéndolo a él todavía encima.

     De noche soy tu caballo....

     ... campanilla de mierda del teléfono que me fue extrayendo por oleadas de un pozo muy denso. Con gran esfuerzo para despertarme fui a atender pensando que podría ser Beto, claro, que no estaba más a mi lado, claro, siguiendo su inveterada costumbre de escaparse mientras duermo y sin dar su paradero. Para protegerme, dice.

    Desde la otra punta del hilo una voz que pensé podría ser la de Andrés –del que llamamos Andrés– empezó a decirme:

–Encontraron a Beto, muerto. Flotando en el río cerca de la otra orilla. Parece que lo tiraron vivo desde un helicóptero. Está muy hinchado y descompuesto después de seis días en el agua, pero casi seguro es él.

–¡No, no puede ser Beto! –grité con imprudencia y de golpe esa voz como de Andrés se me hizo tan impersonal, ajena:

–¿Te parece?

–¿Quién habla? –se me ocurrió preguntar sólo entonces. Pero en ese momento colgaron.

¿Diez, quince minutos? ¿Cuánto tiempo me habré quedado mirando el teléfono como estúpida hasta que cayó la policía? No me la esperaba pero claro, sí, ¿cómo podía no esperármela? Las manos de ellos toqueteándome, sus voces insultándome, amenazándome, la casa registrada, dada vuelta. Pero yo ya sabía ¿qué me importaba entonces que se pusieran a romper lo rompible y a desmantelar placares?

No encontrarían nada. Mi única, verdadera posesión era un sueño y a uno no se lo despoja así nomás de un sueño. Mi sueño de la noche anterior en el que Beto estaba allí conmigo y nos amábamos. Lo había soñado, soñado todo, estaba profundamente convencida de haberlo soñado con lujo de detalles y hasta en colores. Y los sueños no conciernen a la cana.

Ellos quieren realidades, quieren hechos fehacientes de esos que yo no tengo ni para empezar a darles.

Dónde está, vos lo viste, estuvo acá con vos, dónde se metió. Cantá, si no te va a pesar. Cantá, miserable, sabemos que vino a verte, dónde anda, cuál es su aguantadero. Está en la ciudad, vos lo viste, confesá, cantá, sabemos que vino a buscarte.

Hace meses que no sé nada de él, lo perdí, me abandonó, no sé nada de él desde hace meses, se me escapó, se metió bajo tierra, qué sé yo, se fue con otra, está en otro país, qué sé yo, me abandonó, lo odio, no sé nada. (Y quémenme no más con cigarrillos, y patéenme todo lo que quieran, y amenacen, no más, y métanme un ratón para que me coma por dentro, y arránquenme las uñas y hagan lo que quieran. ¿Voy a inventar por eso? ¿Voy a decirles que estuvo acá cuando hace mil años que se me fue para siempre?)

No voy a andar contándoles mis sueños, ¿eso qué importa? Al llamado Beto hace más de seis meses que no lo veo, y yo lo amaba. Desapareció, el hombre. Sólo me encuentro con él en sueños y son muy malos sueños que suelen transformarse en pesadillas.

 

Beto, ya lo sabés, Beto, si es cierto que te han matado o donde andes, de noche soy tu caballo y podés venir a habitarme cuando quieras aunque yo esté entre rejas. Beto, en la cárcel sé muy bien que te soñé aquella noche, sólo fue un sueño. Y si por loca casualidad hay en mi casa un disco de Gal Costa y una botella de cachaza casi vacía, que por favor me perdonen: decreté que no existen.


 

Luisa Valenzuela nació en 1938 en Buenos Aires. Vivió en México, Francia y en Estados Unidos, donde reside ahora. Entre sus libros: Cambio de armas -de ahí este cuento-, Aquí pasan cosas raras, Donde viven las águilas, Libro que no muerde y Simetrías; La travesía, Realidad nacional desde la cama, El gato eficaz, Como en la guerra y Novela negra con argentinos (todas novelas); y Peligrosas palabras (ensayos).
 

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GRAFFITTI

 

"¡Gracias Canal 9! Nos cagaste". En Niceto Vega y Dorrego, en una pared del Mercado de Pulgas.

 

"Estés lejos o cerca siempre tomo merka". En la esquina de Lacarra y San Martín, Avellaneda. Lo vio Mariano Valcarce.

 


 

ENCUESTA

 

~ Si usted es mujer: ¿Qué es lo mejor y qué lo peor de ser mujer ?

 

~ Si usted es hombre: ¿Qué es lo mejor y qué lo peor de las mujeres ? (Sin generalizar) 

 

Unisex: 50 palabras.

 

Envíe sus respuestas a: niusleter@niusleter.com.ar

 


 

ETIMOLOGÍA

 

HEMBRA, fin del siglo XII. Del latín FËMINA ídem.

DERIVADOS. Hembrilla, por comparación con el acto sexual. Femenino, 1138, tomado del latín femininus 'propio de hembra'; femenil, 1438, del latín tardío feminilis; femíneo, siglo XV, del latín femineus; femineidad o feminidad. Feminismo; feminista. Afeminar, S. XV, del latín effeminare ídem; afeminado, S. XV; afeminación.

 


 

ÑUSLETER en VIVO

 

-Viste lo que sufren las minas con el tema de depilarse, que la maquinita, que la cera, que la depiladora, son capaces de rechazarte una cena porque tienen turno recién para el día siguiente, y hay días que ni se dejan tocar porque se piensan que te vas a asustar por los cardos, en fin, la cosa es que, el día de la mujer... no se hacen regalos, por ahí una flor si te la estás ganando, ¿o a vos alguna vez te regalaron algo por el día del hombre?, la cosa es que en casa andaba todo más o menos y quería hacer buena letra, y caigo y le digo, Negra, mira lo que te traje... Uh, cuando abrió el paquete de la depileidi, no te imaginás las cosas que me dijo...

 

Sin pelos en la lengua.

Taller Literario. Encuentros de leer y escribir.

 

Coordinan: Fernando Aíta y Alejandro Güerri

 

Más información: 4896 0140 | 4205 4284.
O bien:
niusleter@niusleter.com.ar

 


 

CUALQUIERA

 

Los Tics

   

    Se reconoce con el nombre genérico de tics a una serie de automatismos que se cumplen sin intención ni voluntad, se desatan bruscamente y actúan un tiempo muy breve; el ticoso sufre su tic como algo sobre lo que no tiene ni control, ni responsabilidad, ni dominio. Sin embargo, no son movimientos extraños sino como "la caricatura de un acto natural". No se ven en chicos menores de seis años (alguna vez por excepción pueden aparecer antes) y constituyen unas veces trastornos pasajeros; el chico sufre un tic cierto tiempo y luego lo olvida para siempre, pero otras lo mantiene por meses y años con algunos intervalos, o bien pasa de un tic a otro.
    Las formas que adquiere el tic son numerosísimas y siempre es posible descubrir una nueva; las más comunes en la práctica son:
    a) Tics de la cara: 1) Tics de los ojos generalmente bilaterales, de irritación o pestañeo, de parpadeo, de abanicado (el chico mueve despaciosamente sus párpados, como en un movimiento coqueto); de asombro (abre desmesuradamente los ojos y los deja así un momento), o de desencajamiento cuando parece que quisiera sacarlos de las órbitas; guiñadas uni o bilaterales. 2) Tics de los labios: muecas, succión, mordisqueo del labio inferior, desviación lateral de la boca. 3) Tics de la lengua: chasquido, lamido, sacar la lengua o enroscarla dentro de la boca o hacerle empujar el carrillo desde adentro. 4) Tics de los dientes: apretar fuertemente la mandíbula, hacerlos entrechocar (como tiritando) o chirriar. 5) Tics de la nariz: fruncirla, dilatar las aletas. 6) Tic del mentón; levantarlo y contraerlo. 7) Tics de la frente: arrugarla, levantar las cejas, marcarlas; formar el entrecejo. 8) Tics de la oreja; en sujetos que puedan moverlas voluntariamente.
    b) Tics del cuello: negación, aprobación, saludo, sacudida, estiramiento como para librarse de algo (va acompañado de la acción de llevar la mano al cuello del vestido).
    c) Tics de los hombros: levantamiento de uno o ambos (tics del menosprecio: "¡a mí qué me importa!").
    d) Tics de los miembros: juntar las manos, entrecruzar los dedos, chascar las articulaciones, estirar los dedos, rotar los pulgares en un juego rítmico, balancear las rodillas, sacudir los pies con la pierna entrecruzada, golpear una mano contra otra.
    e) Tic respiratorio: ronquido, chillido, silbido, tos, "tosecita", palabras ("¡oh!", "¡ah!", "así es"); suspiros sonoros, disnea suspirosa (el paciente no puede respirar hasta el fondo y lo procura ticosamente).
    f) Tics digestivos: escupir, tragar saliva, deglutir, "chuparse" una muela.
    A menudo un tic se combina con otro, dando lugar a un acto ticoso, por ejemplo, rascarse el cuero cabelludo o tironearse la oreja.
    Muchas veces el tic se instala como la perduración de un acto que al principio fue útil, por ejemplo, el tic de parpadeo puede seguir a una conjuntivitis, el de rascado a una picadura, el de "chuparse" una muela a una caries.

    El tic, tal cual queda descripto, no debe ser confundido con contracciones musculares de carácter neurológico que no cabe describir aquí; se reconocen porque en general no imitan o repiten un gesto natural como el tic, y además son fijas, ya que se producen regularmente en la misma forma; además no se precipitan por la emoción.
    Hay algunos tics que merecen atención y descripción especiales, y fenómenos que, sin ser estrictamente tics, desde el punto de vista técnico, pueden asimilarse a ellos. El tic pasajero: el niño tiene una manifestación ticosa en determinada circunstancia (por ejemplo, el inicio del año escolar), que luego desaparece; cuando así sucede hay que tener en cuenta dos cosas: que no hay que confiar que todo tic va a desaparecer (aunque a veces lo afirme gente que parece entendida); lo sensato es conceder un tiempo prudente de observación (dos o tres semanas) y consultar al médico o al psicólogo; la eficacia del tratamiento guarda estricta relación con su tempranidad. Segundo, observar si al desaparecer el tic el niño no presenta otras manifestaciones (por ejemplo, terrores nocturnos, enuresis, sonambulismo), lo que significa que ha elegido otras vías para canalizar su conflicto básico que permanece irresuelto.

 

 

Tomado de Mis padres y yo -Nueva puericultura para mamás- por Florencio Escardó, Roberto O. Antonio Editores, Buenos Aires, 1970.

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AGRADECIMIENTOS


Felices cumples, Agus y Juli Güerri

mei
Chevy Pérez, Mariano Mancuso, Lolo Jacobi, Mariano y Eneas Carrara
Emi y Gabi

Nahuel Valcarce

Daro Cánovas
Javier Adúriz
Martín Schiffino

Mariano Valcarce

Juan y Anita Chacón
El extranjero

Sardina
Jorge Rivelli

Nicolás Serruya

A los participantes del taller por computadora.

A quienes no olvidan, y piensan para adelante. 

A la ilusión de la democracia.

A las mujeres (hermosas todas, bien miradas).

 

Aviso: se viene el #150 con brindis y sorpresas varias.

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POEMAS

 

Huevos de otras aves

Fuera hembra del cuco,
vuela rápido y lejos,
otra cuidará tus huevos,
tu cloaca parirá un cáncer tibio.

Rapaz, cenicienta, fuera,
aquí no hay nido sino agujero,
púas en lugar de plumas,
y en triste remedo de cortejo
un macho ciego incapaz de volar.

 

Muerte en Verano

Delicias del glande
como una fresa pálida
en la fiesta de la lengua.

Yacer,
alerta al curso de las aguas,
con el sexo dormido
como un molusco
en su valva de nácar.

No es la felicidad,
es la muerte
llegando en verano
a esparcirnos
en los ojos
cenizas de luz.
 


Griselda García (Buenos Aires, 1979) es secretaria de redacción de la revista La Guacha. Además co-dirige la editorial de poesía La Carta de Oliver. Estos poemas son de su libro La ruta de las arañas (2005). Publicó también: Alucinaciones en la alfalfa (2000) y El arte de caer (2001). 

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ENLACES

 

Página sobre vanguardias del siglo XX

 

Enlaces sobre el golpe del '76
 


 

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Reenvíe Ñusleter: ese primo medio lento y esa compañera que sólo lee revistas de chismes también pueden disfrutarlo. Dele, ¿qué le cuesta? 

 

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