Ñ u s l e t e r
-mensaje cabrero de paz y felicidad-
# 144
"Regalos de año nuevo:
hasta la niña en el lecho
saca sus pequeñas manos."
Issa
ÍNDICE
PROSA | La
ira |
Eugene Ionesco |
DEFINICIÓN | Cabrero |
ENCUESTA
POEMAS | Imágenes
IV |
Historia Natural |
Antonio Carlos de
Brito - Cacaso-
|
ÑUSLETER en VIVO
| En viaje |
ENLACES | Ficción
| Punk
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La ira
La primera imagen representa un cielo de
primavera y se oye el campaneo de
una iglesia que va apareciendo de arriba abajo y cuyo reloj indica el mediodía.
Los sonidos de las campanas están bastante espaciados y, al comienzo, todo se
va desarrollando con ritmo muy lento. Después, se ve la plaza (pequeña)
de la iglesia en una ciudad provinciana de poca importancia. Se ve cómo la
gente va saliendo de la iglesia, todos tranquilos, sonrientes, saludándose
amablemente, cambiando fórmulas de cortesía, muy distinguidas. Señoras
ancianas salen de la iglesia. Una de ellas pasa junto al mendigo tradicional y
le da una moneda, diciéndole: “Para
que celebre el domingo, amigo”. “Que
Dios se lo pague, señora,” responde el mendigo sonriente. La señora
se aleja, y el mendigo dice: “¡Da
gusto mendigar cuando hay gentes tan caritativas!” y sonríe con
beatitud. Una señora dice a otra: “¿Cómo
está su pobre marido?” La otra responde: “Está
muy feliz. Se ha acostumbrado a su parálisis.”
Las gentes siguen circulando y se saludan
con grandes ademanes quitándose el sombrero o con ademanes afectuosos. Se ven
algunos árboles, los tejados de las casas iluminados por el sol, las ventanas
que brillan reflejando la luz. Desde una de las ventanas, una mujer muy
acicalada dice dirigiéndose a un joven que está en la calle y acaba de salir
de la casa: “No te olvides de comprar flores para la tía.” El joven
responde: “No se me olvidará,
mamita. Le daré un beso de tu parte.” Pueden añadirse, si se
quiere, dos o tres escenas moralizantes de este jaez.
Se va viendo algo más de la plaza; hay un
café pequeño. Un señor respetable y provinciano está sentado a
una de las mesas en la terraza, con su mujer. En otra de las mesas otra pareja
de la misma edad. El SEÑOR de la primera mesa dice aI de la otra: “Ya
lo ve usted, no bebo más que agua mineral, porque es domingo; el alcohol es
para los días de trabajo.” El SEÑOR de la otra mesa responde: “Yo
hago precisamente lo contrario.”
Pasa un NIÑO con su abuelita. Le
acarician, le ofrecen bombones. El NIÑo dice: “Gracias,
señora.” La. ABUELA dice a la señora que ha ofrecido
bombones al niño: “Puede usted ofrecerle bombones, señora. Es un niño
muy formalito, no se mete los dedos en la nariz”. El NIÑO dice:
“Tengo la Cruz de honor”. Las personas mayores lanzan
exclamaciones admirativas. La SEÑORA dice: “Mi
nieto también es muy inteligente. Quiere entrar en la Escuela Superior”.
Una de las señoras dice: “¿En
qué Escuela Superior?” La ABUELA responde: “¡Pues
en la Escuela Anormal Superior!” Uno de los personajes de una de las
parejas puede tener un perrito y el de la otra un gatito. El perro se pone en
dos patas, el gato se hincha y ronronea; es una escena de ternura entre los dos
animales; sus dueños están encantados. “¡Qué
monísimos son!” La SEÑORA del perro: “Su
gato de usted es todavía más simpático que mi perro”. El SEÑOR
a su gato: “Nunca ha arañado
a nadie”. Los dueños del perro: “Nunca
ha mordido a nadie.” El dueño del gato: “¡Ay,
estos animalejos... de sobra lo sabe usted!” La
SEÑORA del perro: “¡No
les falta más que hablar!” La DUEÑA del gato: “¡Tiene
usted razón, señora!” El DUEÑO del perro: “Todo lo comprenden.”
Otras imágenes alegres se suceden; se ve
pasar al cura que sale de la iglesia. Un señor le dice: “Buenos
días, señor Cura.” El CURA le responde: “Buenos
días, señor profesor.” Se ve cómo el mendigo de antes saluda
afectuosamente al GENDARME que le responde también amistosamente: “¿Cómo le va, buen hombre? ¿Ha encontrado ya
alojamiento?” El MENDIGO: “Vamos
bien. Hay un alma buena que me da albergue.” El GENDARME: “Almas
buenas no faltan.” El MENDIGO: “No.
Afortunadamente.” El GENDARME: “No,
afortunadamente cuando esté aburrido, venga al cuartelillo, que allí estoy
yo.”
Se ve el interior de una pastelería. El
MARIDO joven tiene en una mano la cajita can las pasteles que acaba de comprar,
y en la otra, flores. El MARIDO joven a la vendedora: “Mi.
mujer se muere por los pasteles, le gustan las tortas de fresas.” La
VENDEDORA: “Es usted un marido muy
atento, sabe usted querer.” El MARIDO joven: “Me
voy volando, me esperan, no quiero que se impaciente.” Sale de la
tienda. En la plaza, hace señas a su mujercita que está asomada a una
ventana de la casa de enfrente. Se envían besos. Se dirige alegremente hacia la
casa. Pueden verse otras personas con pasteles en la mano que entran en
diferentes casas. El marido joven entra en su casa. Su mujercita abre la puerta.
El MARIDO joven: “¡Buenos días,
querida!” La JOVEN: “¡Buenos
días, querido! ¡Ay! ¡Otra sorpresa!” Él le da las
flores. Ella lo besa. Después, los pasteles. Lo vuelve a besar. La joven deja
los pasteles sobre la mesa, preparada para el almuerzo, coloca las flores en un
florero. Él se quita el sombrero de paja, se lo da, se vuelven a besar; ella va
colocándolo todo. Se ve el interior de la casa. Todo es sencillo, agradable,
muy luminoso: muebles y papel de la pared muy claros, aparato de televisi6n que
deja oír las noticias. Él pregunta: “¿Qué
noticias hay?” ELLA: “Buenas,
como siempre, de seguro.” La LOCUTORA: “Al
término de la reunión de todos los Jefes de Estado, un banquete ha seguido a
la reconciliación general. Se han pronunciado discursos, después de los
cuales, los Jefes de Estado se han abrazado”. Puede verse rápidamente
Jefes de Estado y generales que se abrazan efectivamente y se dicen mutuamente: “Concedemos todo cuanto ustedes quieran.” El MARIDO
JOVEN: “¡Qué bien!; llevan
tres años reconciliándose todos los días”.
Ligera escena de amor entre los esposos.
Se abrazan llamándose: “¡Paloma
mía, pichón mío, conejito mío, corderito mío, gatito mío, codorniz mía,
pollito mío, ardilla mía, bercita mía, mi flor, caquita mía" . . .
Se habrá podido ver, mientras tanto,
algunas imágenes breves que muestren, después de la llegada del MARIDO JOVEN,
a un señor de edad que entra en otro departamento de la casa, con flores.
Cuando el MARIDO JOVEN se quita la chaqueta, se habrá podido ver en otro
departamento a otro señor que se quita la chaqueta y se la entrega a su
mujer. Lo mismo hace otra pareja; un pobre barbudo que besa a su mujer. Por fin,
en el departamento de otra pareja el marido pregunta: “¿Qué
noticias?” Evidentemente, esta pregunta habrá de hacerse
inmediatamente después de haberla hecho el MARIDO JOVEN. La escena de amor de
los cónyuges jóvenes se interrumpirá por visiones que muestren escenas de
amor idénticas en todas los pisos: así, después que el joven haya dicho: “¡Paloma
mía!”, se oirá decir: “¡Mi
tesoro!” a la mujer del pope barbudo como respuesta a su marido. Después
de: “¡Pichón mío!”
se oirá decir “¡Pulguita mía!” a un marido viejo, en
respuesta a su gorda esposa, y así sucesivamente...
La
ESPOSA JOVEN: “Ya nos besaremos
luego, ahora hay que comer”. El MARIDO JOVEN: “Sí.
Tengo hambre”. Ella se quita el delantalito, y va a colgarlo. Él la
persigue; se besan. Él vuelve a la mesa, se sienta, se vuelve a levantar para
besarla unas cuantas veces. La JOVEN: “Ten
formalidad, no quiero que te mueras de hambre.” Esta réplica y esta
imagen se repiten en dos o tres de los otros pisos y entre las otras parejas. LA
JOVEN: “¡Ah, yo también tengo
un regalo para ti!” Le trae una corbata. El JOVEN CASADO: “¡Oh,
qué linda es!” Se pone la corbata. “Irá
muy bien con la chaqueta”. Él se vuelve a poner la chaqueta. Se
besan. Palabras de amor. Él se dirige al espejo, se pone el sombrero, se
contempla: “Me sienta bien”.
Besa a su mujer. Ella: “A la mesa,
querido”. Van a sentarse; se sientan. Ella: “No
irás a comer con el sombrero puesto”. El MARIDO JOVEN: “Dispensa.”
Se quita el sombrero, se lo da a ella, ella lo coloca en un sitio. Él hace ademán
de quitarse la corbata, pero se arrepiente: “No; me la dejo puesta, es demasiado bonita”. Esta última
réplica pueden decirla varios de los maridos de la casa.
Los esposos jóvenes se han instalado,
esta vez definitivamente. Se ven las manos de ella que levantan una sopera y la
dejan sobre la mesa. El MARIDO JOVEN hace una leve mueca y dice: “¡Otra
vez sopa!” Se ve igualmente en superimpresión y fundido encadenado,
una serie de manos y de soperas diversas que pertenecen, nos lo figuramos, a los
diferentes matrimonios del edificio.
La JOVEN: “Los días de trabajo no la comes, por eso la pongo los domingos. Es sopa de verano”. El MARIDO JOVEN: “Es una atención delicada”. Va a tomar la primera cucharada y ve una mosca enorme que flota en el plato. Frunce el ceño. La JOVEN se inquieta: “¿Qué te sucede? ¿No estás contento?” El MARIDO JOVEN, todavía conciliador: “No es nada…, nada extraordinario…, ya voy acostumbrándome… Una mosca en la sopa como todos los domingos”. La JOVEN: “¿Una mosca en la sopa? Embustero”. El MARIDO JOVEN: “¿No es esto una mosca?” La JOVEN; “La has puesto tú, para hacerme rabiar”. . . “Vamos a ver, querida; ¿cómo puedes creer. . .? Es idiota”. La JOVEN : “No vale la pena de insultarme”. MARIDO JOVEN. “No te insulto”.
Otras imágenes nos muestran los diferentes maridos que se van dando cuenta de que hay una mosca en su plato respectivo. Dicen: “Una mosca” (el pope barbudo) y otra mujer responde a su marido: “¿Qué mosca?” El pope barbudo: “Mira”. En otro departamento, el juez sentado a la mesa: “Desde hace treinta años, todos los domingos, encuentro...” Otra imagen del profesor que dice a su mujer: “Una mosca en la sopa”. Se ve al CURA que dice al ama: “La verdad es que...” En la mesa de la pareja poseedora del perro, el marido dice: “Hace veinticinco años, todos los domingos...” En el departamento de la Señora gorda: “¡No nos faltaba más. . .! Ahora el señor se hace el melindroso...”
De nuevo en el departamento de los recién
casados, la mujer dice: “¡Tantas
historias por una mosca! Ahora el señorito se hace el melindroso. . .
¡Ni que te hubieras criado en casa de príncipes! De sobra sé lo que han
sido tus padres”. El MARIDO JOVEN: “¿Qué?”
La JOVEN: “Traperos”. El MARIDO JOVEN: “Ahora
están retirados y no hay oficio vil. Deja en paz a mis padres”. La
JOVEN: “¿Qué les hago a tus
padres?” El MARIDO JOVEN: “Más
vale ser trapero que proxeneta”. La JOVEN: “¿Quién
era proxeneta, si se puede saber?” El MARIDO JOVEN: “Tu padre, todo el mundo lo sabe; porque no ganó nada con su
oficio de trapero. Ser trapero es carrera difícil. Porque es carrera
honrada”. La JOVEN: “¿No
te da vergüenza hablar mal de mis padres? En lugar de estarles agradecido.
¿Qué hubiera sido de ti, que no sirves para nada, sin la dote que nos
dieron?” El MARIDO JOVEN: “Me
la pagaron en moneda falsa. Tuve que revender los billetes a mitad de
precio”. La JOVEN: “A pesar de todo, fue una linda suma”. El MARIDO JOVEN: “Lo
cual no es razón para que eches a propósito moscas en la sopa todos los
domingos”. La JOVEN: “Ya
me lo habían advertido. Me habían dicho que no me casara contigo porque
estabas loco. Razón tenía mi tío en decírmelo. Si le hubiera hecho caso. .
.” El MARIDO JOVEN, “El imbécil de tu tío. Siempre ha estado chocho”. La
JOVEN: “No está más chocho que tu
prima, que es la idiota de su pueblo”.
Otras secuencias nos muestran en los otros
departamentos: en el pope, su mujer le dice: “Tu
tía…” Después el juez dice a su mujer: “El
idiota de tu bisabuelo”. La mujer del juez le responde: “Tu familia que debía estar toda en la horca”. El CURA
dice al ama: “Una familia de
granujas”. El MENDIGO dice a la anciana caritativa, en otro
departamento: “Nobleza de pan pintado, impostores, sí, señor; eso es lo
que han sido todos ustedes”. En el departamento del dueño del
perro, la mujer dice al perro, señalando a su marido: “¡Muérdele!”
En el de los dueños del gato se ve
al gato lanzarse contra la mujer.
De nuevo, en casa del matrimonio joven, se
ve al marido arrojar el contenido de la sopera a la cabeza de su mujer. Se ve
sucederse escenas semejantes rápidamente en los demás departamentos. Después
se ve cómo sale la sopa derramada por las puertas de todos los departamentos, y
cómo forma un torrente que baja por las escaleras. Fatalmente, las parejas
vienen a las manos; las damas no se achican. Se ve media docena de manos que
caen sobre media docena de caras de los esposos respectivos.
En el departamento de los recién casados,
la mujer grita a su marido: “¡Asesino!”
En todas las familias empiezan a danzar los platos. Uno de ellos cae a los pies
de un guardia del orden público; apenas tiene tiempo de volverse, otro plato
cae a sus pies, luego otro le da en la cabeza. Silba para que sus colegas vengan
a socorrerle. Otra 'imagen nos muestra que un trapo de cocina al caer sobre la
lumbre, empieza a arder; es el principio del incendio en la casa.
A partir de este momento, las imágenes se
suceden rapidísimamente. Se ven,
en los departamentos, imágenes de pelea entre los esposos, de platos que se
rompen, etc. Algunos salen a los descansillos, arrojados violentamente y cada
uno se pelea con el primero que encuentra, mientras la sopa corre a
torrentes por las escaleras.
Llegan agentes en los autos de la policía;
las diferentes parejas los ven llegar desde sus ventanas. “¡Los
guardias!”, dice un marido entre dos golpes; después, una esposa
grita a su vez: “¡Los
guardias!”
Los agentes se apean saltando de varios
coches y entran en la casa. Pronto salen, arrastrando a los esposos y esposas
rabiosos que se defienden y gritan: “¡Socorro!
¡Los guardias!” La casa arde. Llegan también los bomberos; los
habitantes del barrio acuden en socorro de los detenidos.
La pendencia entre los policías y la
gente se extiende a todo el barrio. Para esto, habrá que buscar en las
cinematecas escenas de motín, los tanques en Berlín contra los obreros, por
ejemplo, las peleas entre negros y blancos en África del Sur, etcétera.
Una imagen nos muestra el trapo inflamado
en la cocina que propaga el incendio a todo el edificio. Imágenes de bomberos
que llegan, que intenten apagar incendios inmensos, se podrán encontrar
igualmente en las cinematecas. Después, la guerra: Poincaré y Clernenceau
pasando revista a los soldados; Hitler y Mussolini arengando a las multitudes,
bombardeos de Londres o de Hamburgo; después los acontecimientos se
desencadenan: inundaciones, temblores de tierra., etc., para llegar finalmente a
una imagen que muestra la explosión de la bomba atómica.
Este film en pequeño tiene por
centro dos personajes que aparecen en los momentos cruciales de la acción: El
SEÑOR SOLO y la LOCUTORA de la televisión que aparecen, ya uno ya la
otra, a intervalos regulares. El SEÑOR está sentado a la mesa de un café.
Tranquilo en un principio, poco a poco, se va encolerizando, solo también. A
medida que las pendencias aumentan, va subiendo también de punto su ira,
reflejando sin palabras la ira ajena. Antes de que estalle el planeta, su
rostro, que ha ido enrojeciendo hasta ponerse carmesí, estalla también.
El otro personaje. La LOCUTORA, tranquila,
sonriente, aparece de vez en cuando en una pantalla de televisión, y después,
durante toda la película, emitiendo anuncios que no tienen nada que ver con la
acción. Habla de la primavera, de arroyos, de flores, de praderas. Después del
estallido de la cabeza del SEÑOR SOLO, precisamente antes del estallido
del planeta, anuncia con su más seductora sonrisa enseñando sus hermosos
dientes: “Señoras y señores,
dentro de unos instantes verán ustedes el fin del fundo”.
Última imagen: el planeta estallando.
Diciembre
de 1961.
Eugene Ionesco (1909-1994), de
origen rumano. De los cinco a los diecisiete años vivió en París y en 1938
regresó a Francia, donde se nacionalizó. Escribió la novela El solitario,
los ensayos reunidos en Antídotos, aunque se lo recuerda más por sus
piezas teatrales, vinculadas al Teatro del absurdo. Se mencionan: La cantante
calva, El salón del automóvil, Las sillas, El asesino sin sueldo,
El Rinoceronte, El peatón del aire, El rey se muere,
Delirio a dúo y Macbett.
CABRERO. adjetivo coloquial. Malhumorado, agresivo o irritado.
R. Arlt, Lanzallamas [1931], 1986, 262: Por fin hablaste, nene. Estás
cabrero. No seás así, viejo. Con los amigos no hay que ser así.
En el Diccionario del habla de los argentinos.
¿Quiere en 50 palabras sacar alguna bronca del 2005?
Envíe su bronca a: niusleter@niusleter.com.ar
Imágenes
IV
Las
armas fueron elegidas.
En
mi carácter de padre de tu nieto
y
de nieto de tu padre te reto a duelo
Carlos
Ferreira de Brito, Lilito,
abuelo
de mi hijo e hijo de mi abuelo.
Ecuménicos
fingimos
que nadie pierde: maligno
el
retrato observa
al
observador.
Historia Natural
Mi
hijo todavía
no
cumplió tres años.
Su
rostro es bonito y sus ojos
tienen
mucho de su madre y algo
de
la mía.
Sin
alfabeto la sangre relata
las
formas de relatar: la carne desdobla la carne y pienso:
¿qué memoria me pensará?
Veo
respirar a mi hijo y absurdamente imagino
cómo
será América Latina en el futuro.
Antonio Carlos de Brito -Cacaso-, brasilero, músico y poeta, vivió entre 1944 y 1987. Algunos de sus libros: A palavra cerzida (1967), Grupo escolar (1974), Segunda classe (1975), Na corda bamba (1978) y Mar de mineiro (1982).
Manejaba ella, con un trajecito de astronauta que era para chuparle los huesos. Las estrellas se nos venían encima y había más de un perro orbitando. En una le digo: "frená, frená" y nos sacamos una foto con un satélite de fondo, que todavía no mandé a revelar. Después le pegamos derecho y a eso de los ocho, nueve, estábamos cenando en casa con toda la familia.
Vayáse al carajo...
¡y vuelva! Encuentros de lectura y escritura.
Anótese en la Temporada Pulenta 2006
Coordinan: Fernando Aíta y Alejandro Güerri
Para más información, comunicarse al
4896-0140 o al 4205-4284.
O a la
siguiente dirección:
"Manuela puta." En Medrano y Guatemala (Cap. Fed.), vereda impar.
"Se ríen de mí porque soy diferente
pero yo me río de ellos porque son todos iguales". Enviado por el Gran Daro, que lo vio en el andén del eléctrico de Avellaneda, del lado que va a Glew, sobre la pared de metal del puesto de panchos.
A los que se coparon con venir a los encuentros
Flia. Aíta
Flia. Güerri
mei
A los amigos y amigas
Al año 2005
Al año 2006
COMPROMISO 2006: Ñusleter GRATIS en su casilla y las 24hs en la página.
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