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-fiestas de literatura-
# 143
“¿Qué día es hoy?”
“No sé”, contestó el hombre, ausente.
“Debemos de estar cerca de Navidad”, dijo ella.
El hombre la miró, penetrante, y después se puso pensativo. Pocos minutos más tarde saltó sobre sus pies y gritó: “¿Que fue eso? Oí ruidos”.
Su mujer escuchó por un instante y respondió:
“Yo no oí nada”.
“¡Oye! ¡Ahí está otra vez! Son como cascos de caballos”.
“Pero, querido, yo no oigo nada”.
“Bueno, ¡saldré a ver qué es!", dijo su marido con decisión.
Y salió a la oscuridad.
Su mujer lo oyó hablar en voz alta, como con alguien, pero no escuchó otras voces. Lo llamó “¡Querido! ¿Quién está ahí? ¿Con quién estás hablando?”
Él le contestó a los gritos: “Nada, está bien. Es Papá Noel, nada más. Los que oímos eran sus renos”.
Su mujer se dijo a sí misma, tristemente: “Para qué le voy a decir que no hay Papá Noel”.
[...]
Él volvió con una planta verde, un cactus que obviamente había arrancado de la nieve, y con una gran reverencia de viejo estilo se la entregó, diciéndole: “Papá Noel me dio esto para que yo te lo diera a ti como regalo de Navidad. Se molestó en venir expresamente hasta acá, a fin de que no te quedaras sin tu regalo”.
"Los niños eran todos increíblemente simpáticos e ingenuos y verdaderamente infantiles, y en modo alguno pretendían dárselas de mayores, pese a todas las exhortaciones de ayas y madres. Habían literalmente saqueado todo el árbol de Navidad hasta la última rama, y también tuvieron tiempo de romper la mitad de los juguetes, aun antes de haber puesto en claro para quién estaba destinado cada uno. [...] Y el valor de los demás regalos iba bajando gradualmente, según la categoría de los respectivos padres de los chicos. Al último niño, un chiquillo de unos diez años, delgadito, pelirrojo y con pecas, sólo le tocó un libro que contenía historias instructivas y trataba de la grandeza del mundo natural, de las lágrimas de la emoción y demás cosas por el estilo: un árido libraco, sin una estampa ni un adorno."
Fiodor Dostoyevski
PROSA | El
cuento de Navidad de Auggie Wren |
Paul Auster
|
ETIMOLOGÍA | Regalar | Gala |
ÑUSLETER en VIVO | --)--> |
CUALQUIERA | Ballenatos |
ENLACES | Dino |
POEMAS | Nochebuena
debajo de la estatua de Hooker |
Robert Lowell |
GRAFFITTI
CONTACTO | niusleter@niusleter.com.ar |
El cuento de Navidad de Auggie Wren
Le oí este cuento a Auggie Wren. Dado que Auggie no queda
demasiado bien en él, por lo menos no todo lo bien que a él le habría gustado,
me pidió que no utilizara su verdadero nombre. Aparte de eso, toda la historia
de la cartera perdida, la anciana ciega y la comida de Navidad es exactamente
como él me la contó.
Auggie y yo nos conocemos desde hace casi once años. Él
trabaja detrás del mostrador de un estanco en la calle Court, en el centro de
Brooklyn, y como es el único estanco que tiene los puritos holandeses que a mí
me gusta fumar, entro allí bastante a menudo. Durante mucho tiempo apenas pensé
en Auggie Wren. Era el extraño hombrecito que llevaba una sudadera azul con
capucha y me vendía puros y revistas, el personaje pícaro y chistoso que siempre
tenía algo gracioso que decir acerca del tiempo, de los Mets o de los políticos
de Washington, y nada más.
Pero luego, un día, hace varios años, él estaba leyendo una
revista en la tienda cuando casualmente tropezó con la reseña de un libro mío.
Supo que era yo porque la reseña iba acompañada de una fotografía, y a partir de
entonces las cosas cambiaron entre nosotros. Yo ya no era simplemente un cliente
más para Auggie, me había convertido en una persona distinguida. A la mayoría de
la gente le importan un comino los libros y los escritores, pero resultó que
Auggie se consideraba un artista. Ahora que había descubierto el secreto de
quién era yo, me adoptó como a un aliado, un confidente, un camarada. A decir
verdad, a mí me resultaba bastante embarazoso. Luego, casi
inevitablemente, llegó el momento en que me preguntó si estaría dispuesto a ver
sus fotografías. Dado su entusiasmo y buena voluntad, no parecía que hubiera
manera de rechazarle.
Dios sabe qué esperaba yo. Como mínimo, no era lo que Auggie
me enseñó al día siguiente. En una pequeña trastienda sin ventanas abrió una
caja de cartón y sacó doce álbumes de fotos, negros e idénticos. Dijo que
aquélla era la obra de su vida, y no tardaba más de cinco minutos al día en
hacerla. Todas las mañanas durante los últimos doce años se había detenido en la
esquina de la Avenida Atlantic y la calle Clinton exactamente a las siete y
había hecho una sola fotografía en color de exactamente la misma vista. El
proyecto ascendía ya a más de cuatro mil fotografías. Cada álbum representaba un
año diferente y todas las fotografías estaban dispuestas en secuencia, desde el
1 de enero hasta el 31 de diciembre, con las fechas cuidadosamente anotadas
debajo de cada una.
Mientras hojeaba los álbumes y empezaba a estudiar la obra de
Auggie, no sabía qué pensar. Mi primera impresión fue que se trataba de la cosa
más extraña y desconcertante que había visto nunca. Todas las fotografías eran
iguales. Todo el proyecto era un curioso ataque de repetición que te dejaba
aturdido, la misma calle y los mismos edificios una y otra vez, un implacable
delirio de imágenes redundantes. No se me ocurría qué podía decirle a Auggie,
así que continué pasando las páginas, asintiendo con la cabeza con fingida
apreciación. Auggie parecía sereno, mientras me miraba con una amplia sonrisa en
la cara, pero cuando yo llevaba varios minutos observando las fotografías, de
repente me interrumpió y me dijo:
—Vas demasiado deprisa. Nunca lo entenderás si no vas más
despacio.
Tenía razón, por supuesto. Si no te tomas tiempo para mirar,
nunca conseguirás ver nada. Cogí otro álbum y me obligué a ir más pausadamente.
Presté más atención a los detalles, me fijé en los cambios en las condiciones
meteorológicas, observé las variaciones en el ángulo de la luz a medida que
avanzaban las estaciones. Finalmente pude detectar sutiles diferencias en el
flujo del tráfico, prever el ritmo de los diferentes días (la actividad de las
mañanas laborables, la relativa tranquilidad de los fines de semana, el
contraste entre los sábados y los domingos). Y luego, poco a poco, empecé a
reconocer las caras de la gente en segundo plano, los transeúntes camino de su
trabajo, las mismas personas en el mismo lugar todas las mañanas, viviendo un
instante de sus vidas en el objetivo de la cámara de Auggie.
Una vez que llegué a conocerles, empecé a estudiar sus
posturas, la diferencia en su porte de una mañana a la siguiente, tratando de
descubrir sus estados de ánimo por estos indicios superficiales, como si pudiera
imaginar historias para ellos, como si pudiera penetrar en los invisibles dramas
encerrados dentro de sus cuerpos. Cogí otro álbum. Ya no estaba aburrido ni
desconcertado como al principio. Me di cuenta de que Auggie estaba fotografiando
el tiempo, el tiempo natural y el tiempo humano, y lo hacía plantándose en una
minúscula esquina del mundo y deseando que fuera suya, montando guardia en el
espacio que había elegido para sí. Mirándome mientras yo examinaba su trabajo,
Auggie continuaba sonriendo con gusto. Luego, casi como si hubiera estado
leyendo mis pensamientos, empezó a recitar un verso de Shakespeare.
—Mañana y mañana y mañana —murmuró entre dientes—, el tiempo
avanza con pasos menudos y cautelosos.
Comprendí entonces que sabía exactamente lo que estaba
haciendo.
Eso fue hace más de dos mil fotografías. Desde ese día Auggie
y yo hemos comentado su obra muchas veces, pero hasta la semana pasada no me
enteré de cómo había adquirido su cámara y empezado a hacer fotos. Ése era el
tema de la historia que me contó, y todavía estoy esforzándome por entenderla.
A principios de esa misma semana me había llamado un hombre
del New York Times, y me había preguntado si querría escribir un cuento
que aparecería en el periódico el día de Navidad. Mi primer impulso fue decir
que no, pero el hombre era muy persuasivo y amable, y al final de la
conversación le dije que lo intentaría. En cuanto colgué el teléfono, sin
embargo, caí en un profundo pánico. ¿Qué sabía yo sobre la Navidad?, me
pregunté. ¿Qué sabía yo de escribir cuentos por encargo?
Pasé los siguientes días desesperado, guerreando con los
fantasmas de Dickens, O´Henry y otros maestros del espíritu de la Natividad. Las
propias palabras “cuento de Navidad” tenían desagradables connotaciones para mí,
en su evocación de espantosas efusiones de hipócrita sensiblería y melaza. Ni
siquiera los mejores cuentos de Navidad eran otra cosa que sueños de deseos,
cuentos de hadas para adultos, y por nada del mundo me permitiría escribir algo
así. Sin embargo, ¿cómo podía nadie proponerse escribir un cuento de Navidad que
no fuera sentimental? Era una contradicción en los términos, una imposibilidad,
una paradoja. Sería corno tratar de imaginar un caballo de carreras sin patas o
un gorrión sin alas.
No conseguía nada. El jueves salí a dar un largo paseo,
confiando en que el aire me despejaría la cabeza. Justo después del mediodía
entré en el estanco para reponer mis existencias, y allí estaba Auggie, de pie
detrás del mostrador, como siempre. Me preguntó cómo estaba. Sin proponérmelo
realmente, me encontré descargando mis preocupaciones sobre él.
—¿Un cuento de Navidad? -dijo él cuando yo hube terminado—,
¿Sólo es eso? Si me invitas a comer, amigo mío, te contaré el mejor cuento de
Navidad que hayas oído nunca. Y te garantizo que hasta la última palabra es
verdad. [...]
Conozca el cuento de Auggie acá.
Paul Auster estudió literatura en la Universidad, vivió en París, a su regreso se dedicó a la traducción y empezó a colaborar en revistas con poemas y ensayos. La trilogía de Nueva York le valió la atención de la crítica. De ahí en más se sucedieron una cantidad de novelas: El país de las últimas cosas, El palacio de la luna, La música del azar (llevada al cine por Philip Haas), Leviatán, Mr. Vértigo, Tombuctú, entre otras. También publicó libros de poemas (Desapariciones) y ensayos, como Pista de despegue , Experimentos con la verdad, o textos autobiográficos (La invención de la soledad), y, con el director Wang Wei, los guiones de Cigarros (Smoke, basado en "El cuento de Navidad de Auggie Wren") y El humo del vecino (Blue in the face). Nació en Estados Unidos en 1947.
REGALAR
'agasajar', 1495;
'hacer un presente', 1737. Probablemente del francés régaler 'agasajar',
siglo XVI (atestiguado indirectamente en los siglos XIV y XV), y éste derivado
de galer 'divertirse, festejar', de origen seguramente germánico (V. GALA).
Diferente de esta palabra es el antiguo y hoy catalán regalar 'derretir',
'gotear', siglo XII, que tiene otra etimología.
DERIVADOS. Regalado. Regalo 'agasajo', 1495, 'presente', 1737. Regalón, S. XVI.
GALA,
mediados del siglo XV. Del francés antiguo gale
'placer, diversión',
siglo XIII, derivado de galer 'divertirse, ir de parranda', 1223; verbo
de origen incierto, quizá del fráncico *WALLAN 'hervir', 'bullir,
agitarse' (hoy alemán wallen). El vocablo y sus derivados alcanzaron en
España gran empleo y desarrollo en los siglos XVI-XVII, reaccionando
luego sobre el sentido de las correspondientes palabras extranjeras y aun las
francesas; desde el castellano vestido de gala, día de gala, y locuciones
semejantes pasaron al francés gala, S. XVIII; al inglés, 1625; al alemán
(fines del siglo XVII) y al italiano.
DERIVADOS. Galán, mediados S. XV, del francés galant, S. XIV, participio activo del citado galer, con el sentido inicial 'que se divierte', 'atrevido, emprendedor', después 'enamorado', 'galante' (sobre todo desde el S. XVII); primero se empleó galán como sustantivo o como adjetivo de una terminación (todavía en Cervantes), después se creó el adjetivo galano, mediados del S. XV. Por otra parte se creó galante, mediados del S. XV (pero raro hasta el XVII), al principio mera variante de galán con sentido idéntico, luego diferenciado; galantería, 1517; galantear, 1607; galanteo, mediados del S. XVII. Galancete, principios del S. XVII. Galanía, hacia 1500; galanura, 1734. Engalanar, 1583.
Papá Noel baleado en Berazategui. Policía lo confunde con maleante y lo ultima. El rotweiler de la casa donde cayó le desfiguró el rostro y dificulta la identificación del cuerpo. Por los renos de Groenlandia se supone que es el genuino. Estaría armado y se le habrían secuestrado diversas pertenencias ilegales. Un vocero del gobierno garantizó que no habrá desabastecimiento de regalos. Los Reyes Magos pidieron garantías para su visita al país. ONGs repudiaron el hecho. Cómo funciona la industria de Papá Noel: secretos para pymes.
Paz. Y muchas felicidades.
Encuentros de leer y escribir.
Abierta la Inscripción Temporada 2006
Elaboran: Fernando Aíta y Alejandro Güerri
Para más inforrrrmación, comunicarse
(después del 2 de enero,
ahora no sabríamos qué decirle)
al
4896-0140 o al 4205-4284.
O a la
siguiente dirección cuando quiera: niusleter@niusleter.com.ar
Ballenatos
Las ballenas dejan chicos a canarios y ruiseñores; no solamente en lo que se refiere al tamaño sino también en materia de música. Son talentosas compositoras, tienen solistas, dúos y coros.
Las misteriosas "canciones" submarinas de las ballenas "jorobada" podrían indicar que esos enormes y mansos mamíferos son talentosos compositores con gran capacidad mental, opinó hoy un experto en biología marina.
El experto, Roger Payne, dijo que las ballenas "jorobadas" son la única
especie que puede emitir frases complejas y repetidas de lo que él dice son sus
canciones. Añadió que ellas constantemente cambian sus tonadas agregándoles
nuevas melodías.
"No se conoce otro animal, además del hombre, en que
ocurra este extraño y complicado comportamiento, y no tenemos ideas de qué
lo provoca", dijo Payne en una conferencia en la Sociedad Nacional de
Geografía.
A diferencia de los breves estridentes cantos de los pájaros,
las "canciones" de las ballenas varían mucho en tono y duran hasta 30
minutos. El biólogo explicó que el repertorio de las ballenas va desde
retumbantes tonos bajos hasta estridentes sonidos agudos. Reveló que los micrófonos
colocados donde ellas se agrupan, a veces recogen dúos, tríos y hasta coros de
canciones.
"Hasta ahora el estudio de los cantos de las ballenas
nos ha proporcionado nuestras mejores observaciones sobre su capacidad",
dijo Payne.
En Lo insólito de este y otros mundos, Nº 31, 1978.
mei
Turco, feliz cumple
Lolo Jacobi
Larsenzen
Palanca, Nahu, Pipi
Tripo, Andrés, Nico, Maxi
Gonzalo Cazas
Mauro
Oliver
Alicia,
Laura, Hilario, Fede, Marcos, Mariano, Nadia, José Luis, Silvian, Gaby, Celina,
Gustavo, Eva, Adriana, Paola, Jordana, Patricio, Fernando, Eleonora, Agustina,
Gastón, Leyla, gracias por esta alegría.
Diana Cegelnicki
Sol Fernández
Zulma Sosa
Alfredo Lemon
Lucas Centurión
Pablo Cerda
A todas las personas que disfrutan y hacen disfrutar
Nochebuena
debajo de la estatua de Hooker
Esta noche oscurecimiento. Hace veinte años
yo colgaba mi media del árbol, y la serpiente
del infierno entrelazaba la manzana en la punta del pie
para picar al niño con el conocimiento. Los talones de Hooker
pateando a la nada en la mudable nieve,
un cañón y un montón de balas de cañón
herrumbrándose en el ennegrecido Capitolio, saben
que el largo cuerno de la abundancia rompióse como vidrio
en las manoplas de Hooker. Una vez venía de misa;
ahora
nubes de tormenta cubren la Navidad, de nuevo
Marte va al encuentro de su estéril estrella con los brazos abiertos,
su pesado sable resplandece de escarcha,
la bronceada y vacía frente del dios de la guerra modela
de toscos hombres anónimas máquinas;
el cañón del parque comunal no puede aturdir
al sanguinario chapucero a caballo del Tiempo;
el caño tintinea en el acebo. Tengo frío:
pido
pan, mi padre me da moho;
su media está llena de piedras. Santa Claus vestido de rojo
lleva una corona de mustias fresas. Buque de guerra,
¿dónde está el jardín del verano? En su lecho
aparecerá la antigua serpiente jaspeada,
y la margarita con su encrespada cabeza.
Cuando Chancellorsville segó los voluntarios,
"Todas las guerras son de muchachos", dijo Herman Melville;
pero nosotros estamos viejos, nuestros campos se tornan agrestes:
hasta que Cristo retorne nuevamente, errante y niño.
Robert Lowell hizo
su entrada al mundo en 1917 por Estados Unidos. Se dedicó a la poesía, aunque
escribió tres obras de teatro. No quiso ir a la Segunda Guerra y fue a la cárcel;
entró y salió también de varios psiquiátricos. Nos quedan sus libros: Life
Studies, de 1959, abrió una corriente de poesía confesional, a la que se
sumó Sylvia Plath, entre otros. Antes y después: Tierra improbable
(1944), El castillo de Lord Weary (1946), Los molinos de los
Kavannaugh (1951), Por los muertos de la Unión (1964), Cerca del
océano (1967), El delfín (1973) y Día a día (1976). Se fue
de este mundo en 1977.
"gordo te culea walter". Lo vio Juan Ricaldoni en Anchorena y Bartolomé Mitre.
"Ni robot, ni esclavo". En Puán entre Bonifacio y Pedro Goyena.
¿Quiere en 50 palabras escribirle una cartita a Papá Noel?
Querido
Papá Noel:
Creo que este año he sido bueno... no solamente porque no he hecho
ninguna maldad (de las que ya estabas acostumbrado años ha...) sino que
trato (tampoco exageremos) de aguantar las maldades veniales y no tanto que
cotidianamente se suceden a mi alrededor, por lo que sólo te pido,
humildemente, que el año próximo seas más leve y si bien no des
palmadas, que los bofetones sean más suaves.
Roberto López
Papá
Noel:
Qué hacés tanto tiempo? no te escribía desde que no me trajiste esa muñeca
tuerta y mal cocida con cara de aspirineta. Pero este 2005, realmente me porté
muy bien: hice todos los deberes, cumplí con todos y con todo, pero me cansé
mucho. Te quería pedir un crucero para dos personas a recorrer las islas
griegas por un mes. Apurate que hay una promo buenísima en el diario. Gracias,
Pipi!!
Un kiss
Lady Mik
Querido
Papá Noel: este año me gustaría una niña-hechicera, oriental,
con ojos verdes, vestido azul, que apareciera en mi ventana al atardecer,
durante diecisiete minutos, y pudiéramos mirarnos ese rato en silencio, en
silencio, y sonreír. Y también, si podés, un potus, un sombrero como el que
tenía Tom Petty en una foto que ví, y luz cálida en el corazón de mi madre.
Gracias, te quiero, sos grosso.
N.S.
Papá
Noel:
Gracias a vos creo que el poder puede cambiar de manos; contestame cómo se
explica con qué facilidad en los últimos años, desplazaste, sin
inmutarte, a nuestros siempre admirados y esperados reyes magos... porque eran
ellos, y no vos, los que traían la muñeca que habla y la bici...
AMCF
Papá Noel,
Nunca te pedí nada, me acostumbraron de chiquita y no me quejo. Pero ahora
estoy crecida y soy yo quien te financia, así que te la callás y mejor que
cumplas. Copate, no es muy jodido lo que pido este año.... Además, vas a
estar de acuerdo! Si me vieras la cara, no aguanto más, lo necesito. Atendeme
un asunto, Santa (¿por qué Santa?, ¿sos nene o nena? O te gusta
que te digan como nena, que estaría bien, por qué no. O lo tradujo nuestra
secretaría de Cultura durante la dictadura, como cuando le pusieron Piernas
calientes al disco de Rod Stewart Hot legs... Santa soy yo, que me
tomo el 184, me bajo en cualquier lado y no me quejo ni por joda -no pasó sólo
una vez-); bueno Papá, quisiera que hagas algo, no sé, alineame los planetas,
masajeale la bocha a Buda o peinale la barba a Dios, pero hacé algo para que
este año nuevo mi estado de ánimo no se mantenga en equilibrio y no
estorbe a nadie, ni siquiera a mí. No es joda, hablo en serio, este es mi
pedido. ¿Qué te esperabas? ¿Una barbie hawai? ¿Un pase al
Sport Club? ¿Un viaje a la base Marambio? No, negro, necesito eso, sólo
eso y estoy hecha. Si se te complica lo voy a entender, también me
acostumbraron de chiquita. De última llevame a dar una vuelta en tu trineo o al
menos, dejame en el arbolito algo que me haga sentir que viajo jejeje.
Te saludo con un fuerte Ohh ohh y buen clima para cuando vengas volando. Feliz
Navidad (¿está bien decirlo ahora? ¿o trae mala leche como decir
feliz cumpleaños de antemano...?)
L.
Me tiro a la pileta: "Papá Noel" son los padres ( Ya está, se los
dije. No se lo cuenten a nadie, plis .. si mis viejos se avivan que estoy
enterada me voy a quedar descalza .. )
Diana Cegelnicki
"Para estas fiestas, pida Ñusleter: no falla"
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