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-aleteo nocturno de literatura-
# 142
"Mientras andaba, el vampiro, que se encontraba en
el interior del cadáver sobre el hombro del rey, le dijo: `Señor, os contaré una
historia para que os distraigáis en el camino. ¡Escuchad!´”
Anónimo hindú
POEMAS | Drácula | Sebastiao Uchoa Leite |
ETIMOLOGÍA | Murciélago | Vampiro |
ENCUESTA
RESPUESTAS
TALLER
LITERARIO
| Ta |
GRAFFITTI
PROSA | El vampiro
| John Polidori
|
DEFINICIÓN | Chupar |
SUSCRIPCIONES
AGRADECIMIENTOS
Drácula
revoloteo ventana adentro
estoy aquí al lado
de tu cuello largo y blanco
con mis dientes puntiagudos
para ese coito tan rojo
vos despertás en trance
revoloteo otra vez
a media luz dos lámparas
de regreso a mi máscara
cuando entro en la sala
con la cara distinta y blanca
de ojeras verdosas
mi imagen en negativo
no se refleja en el espejo
vos soltás un grito de horror
revoloteo ventana afuera
Sebastiâo Uchoa Leite
nació en Brasil en 1935. Estudió derecho y
filosofía. Trabajó como asesor literario en editoriales y publicaciones.
Tradujo, entre otros, a Julio Cortázar y a François Villon.
Escribió libros de ensayos (Participação da Palavra Poética, Crítica Clandestina y Jogos e Enganos) y de poesía (
Dez Sonetos sem Matéria, Antilogia, Isso Não É Aquilo, Obra em Dobras y A Espreita). Murió en 2003.
MURCIÉLAGO, 1251. Metátesis de murciégalo, hacia 1325, que es ampliación de mur ciego; hacia 1250, propiamente 'ratón ciego'. En varias provincias se dice murceguillo (morc-). Mur 'ratón', del latín MUS, MURIS, ídem, se empleó en toda la Edad Media. De murciélago es abreviación el jergal murcio 'ladrón', 1609, a quien se le dio este nombre por actuar de noche.
DERIV. del latín mus: Múridos.
VAMPIRO, 1843. Del húngaro vampir, ídem, palabra común a este idioma con el serviocroato, del cual pudo asimismo, pasar a las lenguas de Occidente.
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En 50 palabras,
dele nomás, tírese a la pileta:
Siempre y cuando tenga agua, sí claro no te voy a dejar que te
rompas la cabeza, mmm, no sé, vos siempre me hiciste bromas pesuttis, pero no
para que te mueras, eran para que nos riéramos juntos, pero mirá, de todas
formas si la pile tiene agua, yo, no sé nadar, así que con agua o sin agua, es
lo mismo.
Estela
El nadador
Los músculos en equilibrio, / el pulso justo / antes de zambullirse / en la
piscina / o el marrón del río
al pie de la montaña. // El hombre / -pez mental- / flameando, / flotando / en
lo evanescente / circundante. // Y la palabra, / el pensamiento, / retumbando al
pie / de la página,
el espíritu, / como un águila. // Plena atención, / tensión precisa: / el
escritor sigue el ritmo que impone la existencia; / y el nadador, las curvas, la
ondulación del agua.
Alfredo Lemon
vi un cuerpo deshacerse la piel volverse agua en la noche fluir entre sábanas
derramarse en expansión lamer el suelo vi estrías tornarse delta por las
escaleras llegar a la arena mojar la orilla vi al agua mezclarse con mar
entonces revuelta amada extasiada fui piel nuevamente y cuerpo dormí.
anía
Me tiro a la pileta: para mí que todo empieza en el mismo momento en que
termina, todo.
Diego M.
“…y sí. Allí estaba. Pero ya no me espantaba como antes. La miraba y la remiraba
riéndome por dentro…-pssss, ya te vide sin verte, pero ya verás tú que me
tientas para perderme…”.- Sólo el olor de la tarde acompañó el cuerpo cuando
cayó, pesadamente, al fondo de la pileta.”
Araceli Zúñiga (Ciudad de México)
A vos.
Si, a vos.
Tercer piso, primer escritorio.
Mediodías de yogurth y medallón de menta.
Saldrías con migo?
MD
Cartel ¡cuidado zona profunda! y sí siempre es peligroso eso querida duchate
antes de entrar pero si estoy pensando en el nado del Che Guevara qué cosa
profesora no me dejas imaginarme. Sigue ahí
el cartel de cuidado zona profunda y sí siempre es peligroso eso. Al agua pato
con tus zapatos al agua Che.
Juliette. ;)
Abiertas las ventanas de par en par, las cortinas infladas por el viento recortaron una figura ominosa. Fue verla y dar el grito. Cuando los demás llegaron hasta el cuarto, la hallaron entre espasmos, una mano ajena hundida entre sus piernas.
A la flauta. Taller Literario.
Encuentros de
lectura y escritura.
Abierta la inscripción 2006.
Se preparan: Fernando Aíta y Alejandro Güerri
Para más, comunicarse al
4896-0140 o al 4205-4284.
O escriba a:
"Estás en mi barrio, cuidate". Visto desde un colectivo, en Piedras y Carlos Calvo.
"Peor que el gringo que nos compra, es el criollo que nos vende". En Av. Santa Fe, frente al Hospital Central de San Isidro. Enviado por Eureka.
El vampiro
Sucedió que en medio de las locas diversiones propias de un infierno londinense apareció, en varias fiestas de los señores del “buen tono”, un caballero que resultaba más notable por sus singularidades que por su rango. Contemplaba el regocijo en torno suyo como si no le fuera posible participar en él. Aparentemente, las suaves risas de las hermosas sólo atraían su atención para poder apagarlas con una mirada y traspasar de miedo esos pechos en que reinaba la coquetería. Quienes experimentaron esta sensación de espanto no podían explicar de qué surgía: algunas lo atribuyeron al mortecino mirar de sus ojos grises que al fijarse no parecían penetrar y llegar hasta las intimidades del corazón sino que se detenían en las mejillas con un rayo plomizo que pesaba sobre la piel que no podía atravesar. Sus singularidades hicieron que se le invitara a todas las casas; todo el mundo deseaba verlo y quienes habían estado habituados a la excitación violenta y ahora sentían el peso del ennui se complacían en estar en presencia de algo capaz de atraer su atención. A pesar del color cadavérico de su rostro, que nunca adquiría un matiz mas vivo fuera por el rubor de la timidez o por la emoción violenta de la pasión, por más que su forma y su contorno eran hermosos, muchas de las cazadoras de hombres trataron de lograr su atención y obtener al menos algunas muestras de lo que podría llamarse afecto. Así, Lady Mercer, quien desde su enlace había sido el hazmerreír de todo monstruo exhibido en los salones, se le atravesó en su camino e hizo todo lo que estuvo a su alcance, excepto vestirse de saltimbanqui, para atraer su atención, pero fue en vano. Cuando se le paraba al frente, aunque los ojos del extraño aparentemente se fijaban en ella, aún así parecía pasarle inadvertida. De este modo, hasta su infatigable audacia quedó derrotada y tuvo que abandonar el campo de batalla. Mas si bien la adúltera común no podía influir siquiera sobre la dirección de sus ojos, no se trataba de que él fuera indiferente al sexo femenino; pero con tan evidente cautela se dirigía a la esposa virtuosa y la hija inocente que pocos llegaron a enterarse de que alguna vez hubiera hablado con mujeres. Poseía, empero, fama de lengua lisonjera; y ya fuera porque vencía el temor que inspiraba su singular personalidad o bien porque sedujera su aparente odio al vicio, el hecho es que se lo encontraba tan a menudo entre las hembras que constituyen el orgullo de su sexo en razón de sus virtudes domésticas como entre aquellas que lo maculan con sus vicios. Por los mismos días llegó a Londres un joven caballero cuyo nombre era Aubrey. Se trataba de un huérfano, tenía una sola hermana y poseía grandes riquezas dejadas por padres, que murieron cuando él aún era un niño. También dejado en libertad por tutores, quienes creyeron que su deber se limitaba tan sólo a cuidar de su fortuna, en tanto que entregaban la custodia tanto más importante a subalternos mercenarios, el muchacho había cultivado más su imaginación que su juicio. A esto se debía que poseyera ese exaltado sentimiento romántico del honor y la pureza, el cual arruina todos los días a tantos aprendices de sombrerero. Creía que todo el mundo amaba la virtud y pensaba que el vicio era introducido por la Providencia única y exclusivamente para lograr un efecto pintoresco, según ocurre en los novelones. Se creía que la miseria de una choza consistía en el aspecto de las vestimentas, las cuales serían igualmente abrigadas pero más aptas para atraer la atención del pintor debido a sus pliegues irregulares y a sus abundantes remiendos de diversos colores. Pensaba, en suma, que los sueños de los poetas constituían las realidades de la vida. Era buen mozo, franco y rico; por estos motivos, al incorporarse a los círculos elegantes, muchas madres lo rodearon, rivalizando a quien le describiría con menos veracidad sus languidecientes o retozonas favoritas; al mismo tiempo que las hijas, debido a sus semblantes que resplandecían cuando él se les acercaba, y a sus ojos que chispeaban cuando abría los labios, pronto lo indujeron a falsas nociones en cuanto a sus dotes y su mérito. Apegado como estaba a la novelería de sus horas solitarias, se sorprendió al descubrir que, excepto en las velas de sebo y de cera cuyas llamas vacilaban, y no por la presencia de un espectro sino debido a no ser despabiladas, en la vida real no había base alguna para los cúmulos de placenteras imágenes y descripciones contenidas en esos volúmenes en cuya lectura se había formado su espíritu. Sin embargo, como encontró cierta compensación en su vanidad halagada, estaba a punto de abandonar sus ensueños cuando el ser extraordinario que hemos descrito más arriba se le cruzó en su camino.
Lo observó; y la misma imposibilidad de formarse una idea del carácter de un hombre totalmente absorbido en sí mismo, el cual no daba muchos signos de su observación de los objetos exteriores fuera de un tácito asentimiento ante su existencia, manifestado implícitamente en el hecho de eludir el contacto con ellos; esa misma imposibilidad le facilitó a su imaginación la tarea de representarse todo cuanto halagaba su propensión por las ideas extravagantes y en poco tiempo convirtió a ese individuo en un héroe romántico, decidiéndolo a contemplar el vastago de su fantasía, en vez de la persona que tenía ante sus ojos. Se relacionó con el extraño, tuvo atenciones para con él y a tal punto se le consiguió imponer que su presencia era siempre reconocida. Poco a poco se fue enterando de que los asuntos de Lord Ruthven andaban en apuros y pronto descubrió, a través de las notas de preparativos en la calle... que estaba a punto de emprender un viaje. Deseoso de obtener alguna información en lo tocante a este personaje singular que hasta el momento sólo había aguzado su curiosidad, les insinuó a sus guardianes que ya era tiempo de que hiciera su gran recorrida de la parte continental de Europa, esa que desde hacía muchas generaciones se juzgaba necesaria para que los jóvenes pudieran dar rápidamente algunos pasos por la carrera del vicio a fin de ponerlos en esto en condiciones de igualdad con los ancianos y para que no dieran la impresión de recién caídos de las nubes, siempre que se mencionan intrigas escandalosas como temas de burla o alabanza, según el grado de destreza que se haya puesto para desarrollarlas. Los guardianes asintieron; y al mencionarle Aubrey en seguida sus proyectos a Lord Ruthven, se quedó sorprendido al recibir de éste una invitación para que lo acompañara. Halagado por esta muestra de estima por parte de quien, aparentemente, nada tenía en común con los otros hombres, aceptó con alegría la propuesta y a los pocos días ya habían cruzado las aguas circundantes
[...]
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John Polidori nació en Londres en 1795 y aparentemente se suicidó
(veneno) en 1821. Fue el médico de Lord Byron (a quien durante años se atribuyó
este cuento). También escribió poemas. Se cuenta que una noche en Ginebra, Byron,
Polidori y el matrimonio de Percy y Mary Shelley, tras leer historias de horror,
propusieron escribir las propias: Mary concibió Frankenstein; Polidori
"El vampiro", el primer cuento del género en Occidente (numerosas leyendas de
vampiros ya habían sido compiladas en la India, desde donde habrían llegado a
Europa a través de los Balcanes).
CHUPAR. transitivo, coloquial. Tomar, en abundancia, bebidas alcohólicas.
Voz, 23.10.2001: Cuentan que la mujer [...] ya estaba cansada de verlo chupar al marido todo el día como esponja.
Del Diccionario del habla de los argentinos, Academia Argentina de Letras, 2003.
Gordo Topador y Yani
Marito y Florencia
A los clanes Otero y Polio
Mona Segade, un aplauso para vos
Feliz cumple,
mei.
Y también para: Chelo, madre, Lucio, Macumba, Topo
Alfredo y Lalo Aíta
Sole
Mariano Carrara.
Andrés Pezzola
Los Patitos
Fede Merea
Campa
Daro, Kari, Lucho
Emi Nuesch
Gabi Massa
Al mes de diciembre
A las/os egresadas/os 2005
Reenvíe Ñusleter. A la corta o a la larga, le pasarán cosas buenas.
Si desea vibrar Ñusleter,
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Vampiros en Occidente
–Gilles de Rais (1400-1440), antiguo compañero de armas de
Juana de Arco, después de retirarse a sus posesiones en Machecoul y Tiffauges,
se entregó por completo a la alquimia, pues pensaba hallar en la sangre el
secreto de la piedra filosofal. Estas prácticas despertaron en él unos instintos
perversos que le condujeron a torturar atrozmente y hasta la muerte a unos
trescientos niños. Se le suele citar como un “vampiro” histórico.
–Vlad IV (1431-1476), voivoda de Valaquia y apodado Tepes (el
Empalador) y Drácula (diminutivo de Dracul, que significa el diablo o el
dragón), es un héroe nacional rumano, que contribuyó valerosamente a la
liberación de su país de los invasores otomanos, a la par que un sanguinario
tirano que mandó empalar a millares de personas para satisfacer su placer. Las
siniestras hazañas de Vlad Tepes alimentaron numerosas crónicas de la época y lo
convirtieron en un personaje de leyenda cuyo nombre está en la actualidad
indisolublemente ligado al del vampiro. Cuatro siglos más tarde, su crueldad
despertó la atención de Bram Stoker, creador del mito moderno, que se inspiró en
él para su Drácula (1897).
–La condesa Erzsébeth Bathory fue acusada de matar a
trescientas jóvenes húngaras. En su Castillo de Csejthe, cerca de los Cárpatos,
organizaba orgías, que eran verdaderas matanzas. Desangraba a sus víctimas para
bañarse en su sangre. Fue enjuiciada en 1611 y condenada a vivir en lo alto de
una torre, en una celda sin ventanas. A su muerte, los pobladores creían que la
condesa regresaba del más allá convertida en vampiro.
Para más vampiros occidentales, abra
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