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n u s l e t e r e t e l s u n


 

-menjunje periódico de realidad imaginaria-

 

# 139

 

 

 

  


 

"Quisiéramos ver y tenemos miedo de ver. Este es el umbral sensible de todo conocimiento." Gaston Bachelard

 

"La paradoja propia de la ficción reside en que, si recurre a lo falso, lo hace para aumentar su credibilidad." Juan José Saer

 

"Y así, sin que nadie dañe a otro,

esos poderes se unirán unos a otros."

Lao Tse

 


 

ÍNDICE

 

PROSA | ¿Verdad o no? | Rodericus Bartius |
FIGURITAS | Palíndromo |

TALLER LITERARIO | Excelencia |

POEMAS | La historia de nuestras vidas | Mark Strand |  
GRAFFITTI  

AGRADECIMIENTOS
ENLACES | Cotidiano |
RESPUESTAS
SUSCRIPCIONES

CONTACTO | niusleter@niusleter.com.ar |

 

Ñusleter 24hs

 


 

PROSA

 

¿Verdad o no?

Cuando era muchacho, Bertrand Russell soñó que entre los papeles que había dejado sobre su mesita del dormitorio del colegio, encontraba uno en el que se leía: “Lo que dice del otro lado no es cierto”. Volvió la hoja y leyó: “Lo que dice del otro lado no es cierto”. Apenas despertó, buscó en la mesita. El papel no estaba. 


De Rodericus Bartius se sabe que tiene un libro Los que son números y los que no lo son (1964), mencionado en Libro de sueños (1976), de Jorge Luis Borges.

 

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FIGURITAS

 

PALÍNDROMO: Es una palabra o frase en la que se lee lo mismo de adelante para atrás y de atrás para delante.

 

"Alba habla"

 

Del griego viene (palin dromein), significa 'volver a ir hacia atrás'.

En su versión numérica, se lo llama capicúa, dicen que trae suerte y hay quienes coleccionan.

Para armar uno, conviene:

    ~ buscar palabras que ya lo son: acá, allá, salas, oro...

    ~ buscar palabras palíndromas, con más de un sentido: amor / roma, arroz / zorra, Adán / nada...
 

Algunos más:

    'Amada dama'

    'Se es o no se es'

    'Luz azul'
    'Amor a Roma'

    'Si vivo no vivís'
    'La ruta natural'
    'La tomo como tal'
   

Mándese un palíndromo a:  niusleter@niusleter.com.ar

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TALLER LITERARIO

 

Queríamos aprovechar la llegada de esta primavera para comentarle nuestras maravillosas ofertas: un servicio de buffet ágil, acotado y dinámico; escritos de índole diversa, suyos y ajenos; conversación multidireccional con caja de quinta; luz a los costados; y todo el confort y la comodidad que usted precisa y que sólo puede brindarle nuestro personal aseado y responsable. 

 

Una cosa increíble.

Taller de leer y escribir.

 

Llegan puntuales: Fernando Aíta y Alejandro Güerri

 

Envíe un mensaje a:

niusleter@niusleter.com.ar

 

O hable al 4896-0140 o al 4205-4284. 

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POEMAS

 

La historia de nuestras vidas

 

                                               A Howard Moss

1

Leemos la historia de nuestras vidas

que tiene lugar en un cuarto.

El cuarto mira hacia una calle.

No hay nadie allí,

ningún sonido de nada.

Los árboles están cargados de hojas,

los autos estacionados no se mueven jamás. Continuamos pasando las páginas,

esperando algo,

algo como misericordia o cambio,

una línea negra que nos uniese

o nos separase.

Tal como es, parecería

que el libro de nuestras vidas está vacío.

Los muebles en el cuarto nunca cambian de sitio,

y las alfombras se oscurecen más

cada vez que nuestras sombras pasan sobre ellas.

Es como si el cuarto fuese el mundo,

nos sentamos uno junto al otro en el sofá,

leyendo acerca del sofá,

Decimos que esto es ideal.

Es ideal.

 

 

2

Leemos la historia de nuestras vidas

como si estuviésemos en ella,

como si la hubiésemos escrito.

Esto ocurre una y otra vez.

En uno de los capítulos

me recuesto y aparto el libro

porque el libro dice

que eso es lo que estoy haciendo.

Me recuesto y comienzo a escribir acerca del libro.

Escribo que me gustaría ir más allá del libro,

más allá de mi vida hacia otra vida.

Dejo la pluma.

El libro dice: Dejó la pluma

y se volvió a mirarla leer

la parte en que ella se enamora.

El libro es más preciso de lo que podemos imaginar.

Me recuesto y te miro leer

acerca del hombre al otro lado de la calle.

Levantaron una casa allí,

y un día un hombre salió de ella.

Te enamoraste de él

porque sabías que no te visitaría nunca,

jamás sabría que estabas esperando.

Noche tras noche tú dirías

que se parecía a mí.

Me recuesto y te miro envejecer sin mí.

La luz del sol cae sobre tu cabello de plata.

Las alfombras, los muebles,

parecen casi imaginarios ahora.

Ella continuó leyendo.

Parecía considerar su ausencia

sin una importancia especial,

como si alguien en un día perfecto considerara

que el clima es un fracaso

porque no cambió su parecer.

Entornas tus ojos.

Tienes el impulso de cerrar el libro

que describe mi resistencia:

cómo cuando me recuesto imagino

mi vida sin ti, imagino irme

hacia otra vida, otro libro.

Él describe tu dependencia en el deseo,

cómo las momentáneas revelaciones

de estos propósitos te hacen temer.

El libro describe mucho más de lo que debiera.

Él quiere dividimos.

 

 

3

Esta mañana desperté y creí

que no había más en nuestras vidas

que la historia de nuestras vidas.

Cuando estuviste en desacuerdo, te señalé

el fragmento en el libro donde no estabas de acuerdo.

Te volviste a dormir y yo comencé a leer

esos misteriosos fragmentos que tú solías adivinar

mientras eran escritos

y dejaban de interesarte después de que formaban

parte de la historia.

En uno de ellos fríos trajes de luz de luna

cuelgan sobre los respaldos de las sil1as en un cuarto de soltero.

El sueña con una mujer que ha perdido sus vestidos,

que se sienta en un banco de piedra en el jardín

y confía en los milagros.

Para ella el amor es sacrificio.

El fragmento describe su muerte

y ella nunca es nombrada,

lo cual es una de las cosas

que nunca pudiste tolerar.

Un poco más tarde aprendemos

que el hombre que sueña

vive en la casa nueva al otro lado de la calle.

Esta mañana, después de que te volviste a dormir

comencé a pasar las páginas iniciales del libro:

fue como soñar con la niñez,

tanto parecía desvanecerse,

tanto parecía cobrar vida de nuevo.

No sabía qué hacer.

El libro decía: En esos momentos era su libro.

Una corona fría descansaba incómoda en su cabeza.

El era el fugaz gobernante de la discordia interna y externa,

acongojado en su propio reino.

 

 

4

Antes de que despertaras

leí otro párrafo que describía tu ausencia

y te decía cómo dormías

para revocar el progreso de tu vida.

Me conmovió mi propia soledad mientras leía,

sabiendo que lo que sentía es a menudo

la cruda y desventurada forma de una historia

que quizá nunca sería contada.

Leía y me sacudió el deseo de ofrecerme a mí mismo

a la casa de tu sueño.

El quería verla desnuda y vulnerable,

verla en la basura, en las descartadas

tramas de sueños viejos, en los disfraces y máscaras

de estados inasequibles.

Era como si se sintiese atraído

irresistiblemente hacia el fracaso.

Era difícil seguir leyendo.

Estaba cansado y quería dejar.

El libro parecía darse cuenta de eso.

Insinuó cambiar de tema.

Esperé a que te despertaras sin saber

cuánto tiempo esperaba,

y parecía como si ya no estuviese leyendo.

Oí pasar al viento

como una corriente de suspiros

y oí el escalofrío de las hojas

en los árboles más allá de la ventana.

Estaría en el libro.

Todo estaría allí.

Miré tu rostro

y leí los ojos, la nariz, la boca...

 

 

5

Si sólo existiese un instante perfecto en el libro;

si sólo pudiésemos vivir en ese instante,

podríamos iniciar de nuevo el libro

como si no lo hubiésemos escrito,

como si no estuviésemos en él.

Pero las aproximaciones oscuras

a cualquier página son demasiado numerosas

y los escapes demasiado estrechos.

Leemos todo el día.

Cada página que pasamos es como una vela

moviéndose a través de la mente.

Cada instante es como una causa perdida.

Si sólo pudiésemos dejar de leer.

Él nunca quería leer otro libro

y ella continuaba mirando hacia la calle.

Los coches aún estaban allí,

la densa sombra de los árboles los cubría.

Las persianas estaban bajas en la casa nueva.

Quizás el hombre que vivía allí,

el hombre a quien ella amaba, estaba leyendo

la historia de otra vida.

Ella imaginaba una sala húmeda, cruel,

una chimenea fría, un hombre sentado

escribiéndole una carta a una mujer

que sacrificó su vida por amor.

Si hubiese un instante perfecto en el libro,

ése sería el último.

El libro nunca discute las causas del amor.

Pretende que la confusión es un bien necesario.

Nunca explica. Sólo revela.

 

 

6

El día va pasando.

Estudiamos lo que recordamos.

Miramos dentro del espejo al otro lado del cuarto.

No sufrimos estar solos.

El libro continúa.

Se pusieron silenciosos y no sabían cómo empezar

el diálogo tan necesario.

En primer lugar eran las palabras las que creaban divisiones,

las que creaban soledad.

Esperaron.

Pasaban las páginas,

esperaban que algo sucediera.

Remendarían sus vidas en secreto:

cada fracaso perdonado porque no podía ser probado,

cada dolor premiado porque era irreal.

No hicieron nada.

 

 

7

El libro no sobrevivirá.

Somos la prueba viviente de ello.

Está oscuro afuera, en el cuarto está aún más oscuro.

Te oigo respirar.

Me preguntas si estoy cansado,

si quiero seguir leyendo.

Sí, estoy cansado.

Sí, quiero seguir leyendo.

Digo que sí a todo.

Tú no puedes oírme.

Se sientan uno junto al otro en el sofá.

Eran las copias, los cansados fantasmas

de algo que habían sido antes.

Las actitudes que tomaron eran fatigantes.

Miraban en el libro

y se horrorizaban de su inocencia,

de su desgano a renunciar.

Se sentaron uno junto al otro en el sofá.

Estaban decididos a aceptar la verdad.

Fuese lo que fuese, la aceptarían.

El libro tendría que escribirse

y tendría que ser leído.

Ellos son el libro y

nada más.

 

 

 

Mark Strand nació canadiense en 1934 pero se radicó en Estados Unidos. Profesor en distintas universidades, realizó traducciones del español y junto a Charles Simic editó una antología de poetas europeos y sudamericanos. En 1999 ganó un Pulitzer. Publicó, entre otros, los libros de poemas: Blizzard of One (1999), Dark Harbour (1993), The Continuous Life (1990), The Late Hour (1978), The Story of our Lives (1973), Darker (1970), y un Selected Poems. 

 

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GRAFFITTI

 

"Las almas repudian todo encierro" lo vio Nico, escrito en Mariano Acosta y Arredondo (Avellaneda).

 


 

AGRADECIMIENTOS

 

Mona Fernández
Feliz cumple, Esteban

mei
Mariano Fiszman

Paola Schein

Nahuel Valcarce

Andrés Nogueroles

Martillo

Cipo
Alicia Halsañ

Alberto Peroni
Emi y Gabi
Iván Larsen

Pablo Cedra
A quienes se suscriben

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ENLACES

 

Bien ahí: cómicas cotidianas

 


 

RESPUESTAS

 

Si tuviera que cambiar a su madre por otra persona, ¿a quién elegiría?
 

y/o

¿Qué le regalaría a su suegra?


1.- A mi madre, siempre a mi madre.
2.- Un manual de buenos modales.
Araceli Zúñiga. México.

A mi madre: era como muchas "pessoa" en una. La extraño en todas ellas.
(Muchas veces se me vuela el vestido de lo que hablo o escribo y el psicoanálisis me dice que es porque no hubo una madre buena... no quiero pensar en lo que tendrá que decirle a mis hijos...).
Diana Cegelnicki

 

1- No la cambiaría, ayyy, que tristeza me da pensar en que otra mama hubiera sido mi mama, lamentable  no?, ni siquiera puedo jugar, o pensar en eso.

2- A mi suegra le regalaría un gato, tiene ratas en su casa.
Estela

Si tuviese que cambiar a mi madre por otra persona, la cambiaría por mí. Siguiendo el hilo de este pensamiento que roza con el absurdo, digamos que sí o sí ella pasaría a ser yo.
Esta ridiculez podría sostenerse -claro está- nomás por un rato, pero quizás únicamente así podríamos llegar a entendernos, habiendo sido mutuamente un poco la otra.
Anía

 

La verdad es que ya estoy acostumbrado a los desvaríos de mi vieja!, igualmente supongo que la cambiaría por mi suegra (no se rían!!!) es una mina muy copada.
Roberto López

 

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