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n s t r # 125

 

 

 -chucho de literatura-

 

 

 


 

"Cuán débil es nuestra razón y cuán rápidamente se extravía cuando nos estremece un hecho incomprensible." Guy de Maupassant

 


 

ÍNDICE

 

PROSA | Mujina | Lafcadio Hearn |
ETIMOLOGÍA | Monstru o | 
TALLER LITERARIO | Miedito |

GRAFFITTI  

DEFINICIÓN | Vida |

PROSA | El miedo | Javier Villafañe |  
RESPUESTAS

AGRADECIMIENTOS
SUSCRIPCIONES

ENLACES | Recibidos |

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PROSA

 

Mujina

 

    Junto a la carretera Akasaka, en Tokyo, hay una cuesta llamada Kii-no-kuni-zaka, es decir, la Cuesta de la Provincia de Kii. Ignoro por qué se llama la Cuesta de la Provincia de Kii. A un lado de la cuesta hay un antiguo foso, muy profundo y muy ancho, cuyas verdes orillas se elevan hasta una zona de jardines; y al otro lado de la carretera se extienden las largas e imponentes murallas de un palacio imperial. Antes de la época de las lámparas callejeras y las jinrikishas, este paraje era muy solitario durante la noche; y los peatones que viajaban a horas tardías preferían desviarse varias millas antes que ascender el Kii-no-kuni-zaka, a solas, después del crepúsculo.

    Todo a causa de una Mujina que solía pasearse por el lugar.

 

    El último hombre que vio a la Mujina fue un viejo mercader del barrio Kyobashi, muerto hace treinta años. Esta es la historia tal como él la refirió:

    Una noche, a horas tardías, el mercader ascendía el Kii-no-kuni-zaka, cuando vio a una mujer en cuclillas junto al foso; estaba sola y lloraba con amargura. Temiendo que la mujer quisiera ahogarse, él se detuvo para ofrecerle cuanta ayuda o consuelo estuviera en sus manos. Ella vestía con elegancia, y tenía un aspecto grácil y ligero; llegaba el cabello peinado como el de una joven de buena familia.

    -O-jochu -exclamó el mercader, acercándose-, O-jochu, no lloréis de ese modo... Decidme qué os aqueja, y si hay algún modo de ayudaros, yo me ofreceré gustoso.

    (El mercader era sincero en sus palabras, pues era hombre de buen corazón.) Pero ella continuó llorando, y ocultaba el rostro en una de sus amplias mangas.

    -O-jochu -repitió el mercader con dulzura-, os ruego que me escuchéis. Este lugar, a estas horas, no conviene a una dama. ¡No lloréis, os lo imploro! ¡Sólo decidme cómo puedo ayudaros!

    Ella se incorporó con lentitud, pero le volvió la espalda y prosiguió con sus gemidos y sollozos. Él le puso la mano sobre el hombro, rogándole:

    -¡O-jochu! ¡O-jochu! ¡O-jochu!

    Entonces la O-jochu se volvió, apartó la manga y se golpeó la cara con la mano; y el hombre vio que en ese rostro no había ojos ni boca ni nariz... y se alejó con un alarido.

    Subió por el Kii-no-kuni-zaka, corriendo sin cesar, cercado por la desierta tiniebla. Corría sin atreverse a mirar atrás; y al fin vio una luz, tan distante que parecía el destello de una luciérnaga; se dirigió hacia ella. No era sino la lámpara de un vendedor ambulante de soba quien había acampado junto a la carretera; pero cualquier luz y cualquier compañía humana era bienvenida después de semejante experiencia; y el mercader se arrojó a los pies del vendedor de soba, sin dejar de gemir.

    -¡Koré! ¡Koré! -exclamó el vendedor-. ¡Basta! ¿Qué le ocurre? ¿Alguien lo atacó?

    -No.. . nadie me atacó -jadeó el otro-... sólo que... ¡Aa! ¡Aa...!

    -¿Sólo lo asustaron? -preguntó el vendedor con hosquedad-. ¿Asaltantes?

    -No, asaltantes no, asaltantes no -musitó el aterrado mercader- Vi... vi una mujer... junto a la fosa... y me mostró....  ¡Ah!, no puedo decirle lo que me mostró...

    -¡Hé! ¿Le habrá mostrado algo como esto? -gritó el vendedor de soba, golpeándose la cara. Ésta se transformó en un Huevo. Y, simultáneamente, se apagó la luz.

 

 

 

Lafcadio Hearn nació en Grecia (1850), pero se educó en Dublín, Yorkshire y Francia. A los diecinueve emigró a Estados Unidos, se casó con una negra, la pasó mal, y huyó a las Antillas Francesas, donde recopiló literatura criolla (Gombo Zhêbes), y luego a Nueva York. Allí, una compañía lo envió a Japón con encargos editoriales. Llegó en 1889. Para 1896 era ciudadano japonés, se llamaba Koizumi Yokumo y enseñaba inglés en academias. Se casó con una nipona.. Escribió dos novelas cortas (Chita y Youma), varios ensayos sobre la cultura del país y numerosos volúmenes de relatos populares y leyendas orientales (Stray Leaves from Strange Literature, Some Chinese Ghosts, The Romance of the Milky Way and Other Stories, Kwaidan, entre otros). También tradujo al inglés a Flaubert y Téophile Gautier. Murió en 1904, y tras una ceremonia budista, sus cenizas fueron enterradas en Tokio. 

 

a Tope

 


 

ETIMOLOGÍA

 

MONSTRUO, 1607, antes mostro, hacia 1250. Tomado del bajo latín monstruum, alteración del latín monstrum ídem, propiamente 'prodigio' (que parece ser derivado de monere 'avisar', por la creencia en que los prodigios eran amonestaciones divinas).
DERIV. Monstruoso, 1438, latín monstruosus; monstruosidad.

 


 

TALLER LITERARIO

 

Como era de horror atenuamos las luces.

-¿Quién quiere leer?, pregunté.

Una voz decidida dijo: Yo leo. Y arrancó. Cada uno se sumió en su página para seguirla.

 

Era una noche de invierno. No llovía; una garúa flotaba en el aire helado. Nuestras respiraciones parecían bocanadas de humo. En algo parecido al silencio, oíamos el ruido de nuestros pasos y el roce de la tela de nuestras ropas...

 

Ya conocía el final (creí) y, mientras el relato proseguía hacia su clímax, levanté los ojos para ver las reacciones del grupo: todos estaban atentos a la lectura, con los ojos en la hoja -y, ay, los labios sellados.

Lo único que se me ocurrió fue volver a la página, seguir la historia con los ojos y, por si a alguien se le ocurría como a mí levantar la vista, mover los labios.

 

Pase lo que pase.

Taller Literario. Encuentros de lectura y escritura.

 

No teman, Fernando Aíta y Alejandro Güerri

Más información: acá

Consultas: niusleter@niusleter.com.ar 


 

GRAFFITTI

 

"Métanse el trabajo en el orto. Las hormigas" En Sarmiento 3200, Almagro. Visto por soy yo che!!.

 

"El amor engendra lo que perdura". En Rawson y Córdoba.

 


 

DEFINICIÓN

 

VIDA, s. Especie de salmuera espiritual que preserva al cuerpo de la descomposición. Vivimos en diario temor de perderla; cuando se pierde, sin embargo, no se la echa de menos. La pregunta "¿Vale la pena vivir?" ha sido muy debatida, en particular por los que opinan que no; algunos de ellos escribieron extensos tratados en apoyo de esa idea y, gracias a un minucioso cuidado de su salud, disfrutaron durante muchos años los honores de una exitosa controversia.

 

En el Diccionario del diablo de Ambrose Bierce.

 


 

PROSA

 

El miedo

 

    Entró en el laboratorio y cerró la puerta con llave. Corrió hacia adelante una mesa de mármol, puso un sillón detrás de la mesa y una silla frente al sillón. Se sentó en la silla con un revólver en la mano derecha y apuntó al centro del cabezal del sillón. El primer tiro tenía que ser en la frente, el otro tiro un poco más abajo, al caer la cabeza del Dictador, y entonces es cuando apoya el caño del revólver sobre la sien y dispara.

    Esa mañana había ido a buscar el resultado de los análisis. Le dieron un sobre cerrado con el nombre de su médico. Caminó varias cuadras antes de llegar a una plaza y sentarse en un banco. Demoró en abrir el sobre porque sabía que la úlcera (“Leonor, bicarbonato.” “Bicarbonato, Leonor.”) había dejado de ser una úlcera. Ahora iba a demostrarles a Leonor, su mujer, y a los amigos que no era un cobarde y sobre todo a Lucas, su sobrino, preso en una cárcel del sur,

quien la última vez que lo vio, le dijo: “Teóricamente sos una cosa, pero vivís con miedo. Me das asco”. Demoraba en abrir el sobre. Tenía miedo. (“No tengas miedo. Él no vuelve hasta después de las seis.”) (“La reunión debe ser en

tu casa. No tengas miedo.”) El miedo desde la infancia. El miedo al Diablo inculcado por la abuela, esa señora de bastón y rosario. El miedo a los perros (“Cuidado, ese perro puede estar rabioso.”) El miedo a su sombra y corría por el patio para huir de su sombra y cuando cerraba la puerta la madre le preguntaba: “¿Por qué tenés miedo?" ¿Por qué tenés miedo? Y abrió el sobre. No se había equivocado. Era un cáncer.

    Regresó a su casa caminando, subió la escalera y sacó un revólver de la mesa de luz. Entró en el laboratorio y cerró la puerta con llave.

    Al día siguiente fue a ver al Ministro de Salud Pública para tener -“es urgente”, “lo antes posible”- una audiencia con el Señor Presidente. (“Usted acaba de ver el resultado de la biopsia. Quiero entregarle al General, en sus propias manos, una labor de muchos años de investigación. Otros deberán continuarla.”) El Ministro se comunicó con el General y consiguió la audiencia para dos días después, un jueves, a las cuatro de la tarde.

    Esa noche se encerró en el laboratorio. Escribió dos cartas: una a su mujer y la otra a su sobrino. Metió en un portafolios una carpeta y el revólver. Tomó el portafolios con la mano izquierda. (Entró en el despacho del Presidente.) Apoyó la espalda en la pared. (Caminó tres pasos.) Dio tres pasos. (“Siéntese, doctor” -era la voz del Dictador.) Se sentó con el portafolios sobre las rodillas y dijo: “Quiero entregarle a usted, General, y usted sabe por qué, esta labor de muchos años de investigación. Otros deben continuarla.” Sacó la carpeta del portafolios y la dejó sobre la mesa.. (Entonces el Dictador tomaba la carpeta y decía: “Gracias, doctor, yo...” Iba a seguir hablando el Dictador y en ese instante sacaba el revólver del portafolios..) Sacó el revólver y apuntó al centro del cabezal del sillón. Era el primer disparo, el segundo un poco más abajo y el tercero es cuando siente el frío del caño sobre la sien.

    El jueves a las cuatro de la tarde con los zapatos lustrados y el portafolios en la mano izquierda entró en el despacho del Presidente. Doce pasos contó caminando sobre una alfombra roja cuando el General, señalando una silla, dijo:

    -Siéntese, doctor.

    Se sentó. Vio la cabeza del Dictador justo en el centro del cabezal del sillón. Sonrió y puso el portafolios sobre las rodillas.

    -Quiero entregarle a usted, General, y usted sabe por qué, esta labor de muchos años de investigación. Otros deben continuarla.

    Sacó la carpeta del portafolios y se la dio al Dictador.

    -Gracias, doctor. Yo (y fue en ese instante cuando volvió a meter la mano en el portafolios y tomó el revólver) me siento muy honrado de que usted (“No tengas miedo”) deje en mis manos (“Vivís con miedo”) esta valiosa investigación (“¿Por qué tenés miedo?”) y le aseguro, doctor, que otros científicos continuarán su labor.

    -Gracias, General.

    Sacó la mano del portafolios y se puso de pie porque el Dictador se había puesto de pie con la mano tendida.

    Salió del despacho del Presidente. Regresó en un taxi a su casa. Subió la escalera. Fue al laboratorio, rompió las dos cartas y puso la mesa de mármol en su sitio.

 

 

Javier Villafañe nace en Buenos Aires en 1909. Reconocido como titiritero, en 1933 fabrica a Maese Trotamundos, un muñeco que lo acompañó hasta su muerte (la de Villafañe) en 1996. Salía de gira por el país, a caballo, en canoa y en una casa rodante. Entre sus obras: Tiempo de cantar, Circulen caballeros, circulen, Atá el hilo y empezá de nuevo, De puerta en puerta (poesía); Títeres de la andariega (obras de teatro); La maleta, Historia de pájaros, Los sueños del sapo, Don Juan, el zorro y La jaula (cuentos).

a Tope

 


 

RESPUESTAS

 

1 - Mire una cosa con un solo ojo. Escríbala en 50 palabras.

 

Apoyé mi ojo en el hueco de la cerradura para ver qué sucedía detrás de esa misteriosa puerta. Vi dos piernas robustas, sensuales, con medias negras caladas y portaligas. Se veian de atrás , desde el comienzo de los muslos hasta las rodillas. De pronto giraron. Las vi de frente. Oh!!...
Norah

 

Ojo Izquierdo - Dioptría + 13
La vida es hermosa, disfrutela día a día con su amigos y familiares, sienta la seguridad de pertenecer al mundo de la gente fuerte y sana. Sonría en las mañanas a su esposa y a sus hijos. Ría a carcajadas ante cualquier nimiedad y se sentirá un hombre plenamente realizado.
Josef Carel

 

Orejas en un haz de luz pequeña, sobre la boca de un túnel ..- no ..gira, se mueve, baja...- de un pozo ¡Es un conejo! El hijo más pequeño del Conejo Blanco. Es marrón. Sólo son las orejas de tanto jugar con un gato con sonrisa. Se hacen y deshacen con tanta lentitud que parecen nube partiendo cansada de jugar en un charco.. Saluda ¡saluda?? con las puntas fragilísima de su sedosa filigrana. Se enreda y tiembla un poquitititito. De tan cerca se ven tan grandes siendo tan pequeñas, orejillas asomadas a la boca de un reflejo. Escriben A y se olvidan -dios, sobre la acuosa transparencia del rosetón de la superficie

Diana Cegelnicki

 

La nueva subjetividad arrasará con todo. Estoy harta de que encomienden tareas de taller solamente a bioculares. Estoy en el mundo; tengo derecho a 50 palabras por cosa. ¿Suponen que por tener un solo ojo debo circunscribirme a una única descripción de cien? Recuerdelón: la nueva subjetividad arrasará con todo.

López Julián

 

2 - Ahora con el otro. (¿50 más?)

 

Sólo por venganza; la faena completa del tallerista electrónico normal. 50 palabras en la cosa. Tal como indicaron. Tuerta pero obediente. ¿No se excitan? Lo que imprimo de palabras rencorosas es una granada vieja que compré en una galería de Lavalle. Voy por la 47. Atengasén: a la 50 explota.
López Julián

 

Pestañas al son del la brisa de un párpado, a trasluz de un vidrio con aumento colgado de un cartílago poroso.

Diana Cegelnicki

 

Ojo Derecho - Dioptría normal
De cada 100 seres humanos, 70 padecen de inanición. El 20 % de los paises ricos consumen el 80% de las materias primas y producen la mayor cantidad de gases toxicos que respiran el resto de la humanidad. El agua que se derrocha en el occidente podría permitir.... Decime, estás ciego vos?

Josef Carel

3 - Cuando lee un poema, ¿qué mira? (hasta 30, en prosa)

A Ema, a Poe que ame a Ema y a Ema que ame a Poe hasta en 30 p -étalos de- rosa en la m ira de un negro cuervo cursivo.
Diana Cegelnicki

Que esté vivo.
López Julián

 

a Tope

 


 

AGRADECIMIENTOS

 

Fede Merea

YO EL PEZjop

lunalondra

Eduardo Palena

JeRe

mR. t.

Aguijón Mágico

Graciela Wencelblat

Luis Benítez 

Fernando Vallerstein

 


 

SUSCRIPCIONES

 

"Cuantas más personas lo reciban, mejor para todos. No sea tímida/o: reenvíe esta cosa." 

 

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