Alt164 u s l e t e r
-cartita
de amor literario-
# 110
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"Presentes en cada ser humano están dos deseos, un deseo de conocer la verdad acerca del mundo primario, el mundo dado fuera de nosotros en el cual nacemos, vivimos, amamos, odiamos y morimos, y el deseo de hacer nuevos mundos secundarios propios o, si no podemos hacerlos nosotros mismos, compartir los mundos secundarios de aquellos que pueden."
W. H. Auden
PROSA
| Amor a la
distancia |
J. Edmundo Paz Soldán |
DEFINICIÓN
| Camote |
TALLER
LITERARIO
| Trampa |
ENCUESTA
POEMAS
| Sobre los hemisferios
| Sociedad
de consumo |
Eso sería todo
| Óscar Hahn |
AGRADECIMIENTOS
ENLACES
| Esopo | Burlesque |
RESPUESTAS
SUSCRIPCIONES
Amor a la distancia
Anoche, mientras salía de mi apartamento con dos botellas de vino tinto entre las manos, se me ocurrió, Viviana, que tú jamás sabrías de ese pequeño detalle si yo decidiera no contártelo. Las botellas de vino tinto, la sonrisa en los labios, el aire de expectativa ante la inminencia de una fiesta que prometía mucho y efectivamente cumplió: pequeños detalles que tú quizás jamás sepas, así como yo no sé de tantos pequeños detalles tuyos. Dicen que las relaciones son precisamente esas minucias que nos pasan mientras estamos ocupados haciendo o diciendo cosas importantes, y lo nuestro es una ausencia de minucias, nos contamos algunas cosas pero no es suficiente, ésa es la naturaleza de la relación a la distancia, tres o cuatro meses de hablar por teléfono una o dos veces por semana, en general quince minutos y en el mejor de los casos media hora, si tenemos suerte una buena conversación y si no los inevitables malentendidos, las frases a medias, las diferencias de tono (cómo importa el tono de voz en el teléfono, la forma es más importante que el fondo) porque a veces uno se siente muy cerca de la otra persona y la otra no y viceversa, así hasta el reencuentro y el regreso de las minucias al menos por un tiempo, hasta la próxima separación.
En la fiesta conocí a una chica española, Cristina, había llegado a Berkeley por dos semanas a visitar a su hermana.. Hubo una conversación trivial, hubo un par de sonrisas sugerentes y vino tinto, y cerveza, hubo el contagioso merengue de Juan Luis Guerra y de pronto, Viviana, me encontré bailando con exaltada pasión. La estaba pasando muy bien y por ese momento pude olvidar el allá y el futuro, los diversos territorios y tiempos en los que uno habita en una relación a la distancia, y concentrarme en el acá, en el ahora. Luego me sentí culpable, como siempre me siento cuando lo paso bien sin ti, cuando me dejo llevar por el ruido del mundo y descubro que también puedo ser feliz en tu ausencia. Para alguien que nunca dudó de ninguno de los mitos que generaciones pasadas nos legaron acerca del amor, esa verdad produce angustia y amargura: porque uno cree literalmente en los mitos y cuando descubre el amor piensa que es cierto, uno no puede vivir sin el ser amado, sin ese ser al lado hay insomnios continuos y una desgarrada, quieta desesperación (lo que tienen que soportar las almohadas) y a veces no tan quieta. Angustia y amargura, porque uno descubre que puede vivir sin el otro ser, la impiadosa vida continúa y hay que sobrevivir, de algún modo hay que ingeniársela para construir un mundo en que la otra persona esté pero no esté, sea imprescindible pero no sea imprescindible. Y así, Viviana, nuestro gran amor se convierte en un amor más, un amor que pudo no haber sucedido aunque nosotros creamos que el destino nos tenía reservados el uno para el otro, un amor lleno de debilidades y olvidos y traiciones como el de tantos otros, un amor que después de todo es lo único que tenemos y es lo único que nos va a redimir de una vida llena de debilidades y olvidos y traiciones.
Cuando te llame el domingo, comenzarás por contarme lo que hiciste esta semana: el lunes a comer salteñas al Prado con tus amigas, el miércoles de compras a las Torres Sofer con tu hermana, el jueves a ayudar a tu papá en su consultorio, pura rutina, amor, por aquí no pasa nada, sabes lo aburrida que es Cochabamba. Luego me dirás que extrañas mucho y me preguntarás qué hice esta semana. Y yo también te diré que te extraño mucho y te narraré la historia de esta semana. Será una narración despreocupada, con un tono casual de voz, acaso palabras diferentes a las del anterior domingo pero siempre el mismo mensaje, por aquí no pasa nada, sin ti no pasa nada, me aburro mucho y me siento solo y no veo la hora de volver a verte. Si tuviéramos una relación libre sería diferente, podríamos contarnos las cosas que hacemos, con quién salimos y etcétera, pero el problema es que ninguno de los dos puede aceptar una relación así, nos creemos modernos pero no tanto, hemos decidido que si hay verdadero amor hay fidelidad y confianza, con nuestras palabras hemos creado un amor en el que no podemos fallarle al otro, en el que ambos valorarnos muchísimo la fidelidad y confiamos muchísimo en el otro. Hemos creado una pareja que está muy por encima de nuestra realidad, y ninguno quiere ser el primero en destruir esa imagen. Es verdad que me siento muy solo y no veo la hora de verte, pero no es verdad que no pase nada (siempre pasan cosas). Te diré que el viernes fui a una fiesta, que estuve hasta temprano y pensé mucho en ti, que sentí mi soledad magnificada ante el espectáculo de tantas parejas felices juntas, amor, odio la relación a la distancia pero lo hago sólo por ti, tú vales la pena cualquier sacrificio. Y es verdad que tú vales la pena, que no te quiero perder. Pero tampoco te puedo contar muchas cosas porque sin secretos ninguna relación subsistiría: imposible tolerar la verdad y la verdad y nada más que la verdad. Cómo contarte, por ejemplo, que después de la medianoche besé a Cristina en el balcón con un ardor que no sentía hace mucho. Cómo contarte que un par de horas después, en el jardín y protegidos por las sombras, Cristina deslizó su mano derecha entre mis ropas hasta encontrar lo que buscaba, y cuando lo encontró no lo soltó hasta que yo tuve que pedírselo por favor, era tanto el placer y luego el dolor. Cómo contarte, Viviana, que Cristina y yo, ebrios y olvidados de todo excepto de los dos, nos fuimos a mi departamento y allí nos embarcamos en un viaje de jadeos y temblores hasta el fin de la noche.
Pero ¿existieron alguna vez los amores perfectos? Acaso en la relación a la distancia existan personas que actúen a la altura de las circunstancias, que piensen imposible fallarle al otro por diversas razones, acaso por amor, acaso porque no quieren fallarse a sí mismos. [...]
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José Edmundo Paz Soldán nació en
en 1967, Cochabamba, Bolivia. Es profesor de Literatura Latinoamericana en la
Universidad de Cornell. Lleva publicados varios libros: las colecciones de
cuentos Las máscaras de la nada (1990), Desapariciones (1994) y Amores
imperfectos (1998); y las novelas Días de papel (1992), Alrededor
de la torre (1997), Río fugitivo (1998), Sueños digitales
(2000), La materia del deseo (2002). En 1997 obtuvo el Premio Juan
Rulfo, con su obra Dochera. El delirio
del Turing le ha valido el Premio Nacional de Novela 2003 en su país.
CAMOTE. m. En algunas regiones del país, batata, tubérculo.
E.
L. Castro, Isleros, 1943, 13: Una mano le dio el alemán. Otro poco le
ayudó yo, que andaba por negocearle unos quintales 'e camote.
2. coloq. Enamoramiento.
G. Díaz, Cueva, 1982, 126: Un tal Jordani, sujeto que manyábamos
muy bien, tenía un camote de órdago con la Tita.
Del Diccionario del habla de los argentinos, Academia
Argentina de Letras, 2003.
-¿Desde cuándo se te dio por escribir?
-A mi marido le dije que estoy yendo a un taller literario.
Fiel a alguna tradición.
Taller Literario.
Encuentros furtivos de lectura y escritura.
Excusan: Fernando A. y Alejandro G.
Para
más información, comunicarse al 4896-0140
o al 4205-4284.
O a la siguiente dirección:
(Tómese 60 palabras)
A) ¿Cuál fue la mejor escena amorosa que protagonizó?
y/o
B) ¿Alguna vez fue infiel? ¿Cómo?
Envíe sus respuestas a: niusleter@niusleter.com.ar
Sobre los hemisferios
Tú sueñas conmigo en el hemisferio sur
y mi cama proyecta dos sombras
Yo sueño contigo en el hemisferio norte
y cruje el piso de tu dormitorio
Nuestros cuerpos caminan tomados de la mano
sobre los hemisferios
Sociedad de consumo
Caminamos de la mano por el supermercado
entre las filas de cereales y detergentes
Avanzamos de estante en estante
hasta llegar a los tarros de conserva
Examinamos el nuevo producto
anunciado por la televisión
y de pronto nos miramos a los ojos
y nos sumimos el uno en el otro
y nos consumimos
Eso sería todo
Te
estoy haciendo un destino aquí mismo.
Lo estoy dibujando en las alas de un pájaro.
Lo estoy pintando en la pared de mi cuarto.
Ahora
el pájaro vuela con furia,
ahora lanza su grito de guerra
y se dispara contra la pared.
Sus
plumas están flotando en el espacio.
Sus plumas mojándose en su sangre.
Coge una y te escribe este poema.
Óscar Hahn nació en
Chile en 1938 y vive. Publicó estos poemarios, entre otros: Arte de morir
(1977), Mal de amor (1981), Imágenes nucleares (1983), Estrellas
fijas en un cielo blanco (1989), Versos robados (1995).
Beatriz Koessler
Daniel Liñares
mei
Mariano Cerrutti
Patricio Buzzi
Silvia,
de nuevo
Lucio Castro
Diana Cegelnicki
Pedro de Montevideo
Agustina María Varela
Mariano Fiszman
Laura Román
Roberto Bianchi
Laura Kaczer
Alberto Güerri
Eleonora Koren
A todos los enamorados
Circo de papel de Juan del Río
¿Cuál fue la transformación más increíble que haya visto o experimentado? (¿60 palabras?)
El
mozo del comedor de la empresa en la que trabajo transforma diariamente los
duraznos en almíbar en "duraznos en aníbal" ante la mirada atónita
de los que consultan por los postres disponibles. Los más impresionables
directamente optan por pedir directamente una manzana.
P. Martínez
La que me dieron los años. Nunca crei que iba a tener la cara de mi abuela.
Norah
Ella siempre fue mala. Pero mala, mala.... ojo de vidrio, cara cada vez más
parecida a Freddy Kruegger a medida que avanzaban los años.... nada de la
abuelita tierna del cuento, más bien el zorro. Múltiples facetas, puñales
por la espalda, rencores atesorados con triple candado. Su bienaventurada visión
del mundo y las relaciones supo ser bien transmitida a sus familiares, quienes aún
hoy se encuentran en descarnada lucha contra la historia, el pasado, los
fantasmas. Mucho ha contribuido esta dama a las pesadillas de sus hijos y
nietos. "Pobre... ella también sufrió", se lee entrelíneas,
justificando lo injustificable.
Hoy, pasa sus días en un geriátrico, en ausencia absoluta de sí misma. Es lo
más parecido a Buda, o a alguna imagen de sabiduría zen. Lanza conceptos al
azar mientras come grisines y nos deja con la mandíbula caída. Dudamos de quiénes
somos en verdad.
Mi abuela ha mutado: el mal de Alzheimer devino en elevada conversión
espiritual, en bálsamo para los oídos y corazones de los mas jóvenes, los que
aún llevamos sus palabras incrustadas en la piel como esquirlas.
Nunca le quedó mejor el apodo de Mahoma, con el que acertadísima y
visionariamente, la bautizó mi hermano una noche de Navidad mientras esquivaba
sus dardos.
moranueva
Estaba
apretando en una playa del este, era de noche y en determinado momento comencé
a sentir una picazón en el pie izquierdo, por razones obvias desconocí aquel
aviso y seguí en lo mío, hasta que mi pareja comenzó a mirarme horrorizada.
Tenía los labios inconmensurablemente hinchados como pude luego verificar en el
espejo. Más tarde sentiría náuseas y se me cerraría la garganta; el pie, por
otro lado, presentaba un uniforme tatuaje de picaduras de hormiga.
Pedro
Voy envejeciendo en la pantalla de su televisor. Ante las cámaras voy
envejeciendo. ¿Periodista de deportes (principalmente fútbol) durante 8
lustros, 4 décadas, 40 años, o el más sutil y enorme artista del
transformismo?
Rolando Revagliatti
La de mi corazón enrolado en papeletas color plateado Gestapo, a los desfiles
macabros que obsequiaba mi cerebro y a mi pija enrollada en alambres de púas;
todo esto batido a fuego lento en tres meses mientras Gimena se despedía desde
su naufragio invisible.
Matías Eduardo Esteban
Déle, qué le cuesta. Reenvíe este coso.
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